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Incas: Historia

Incas Ilustración de Pierre Joubert
"Incas" Ilustración de Pierre Joubert

En esa ancha y prolongada franja que se extiende a lo largo de los Andes, numerosos pueblos se asentaron y desarrollaron hasta que fueron incorporados por otros, que tomaron como propios sus legados. Desde los pioneros de Caral y Chavín hasta el Imperio Inca, forjaron una tradición cultural que en su magnificencia ha resistido el tiempo y la colonización.

Las culturas andinas fueron esencialmente tributarias de una naturaleza pródiga en recursos para la subsistencia. Se admite que el desarrollo de la agricultura permitió la evolución de estas so­ciedades, que para entonces contaban con un pensamiento y una cosmovisión míti­ca de su mundo. La domesticación de llamas y alpacas dio origen a la ganadería. En las zonas costeras, el aprovechamiento de los recursos marítimos permitió a los habitantes reagruparse en aldeas que, como Chilca, florecieron hacia el 4.000 y 5.000 a.C.

La aparición de la cerámica constituye un hito de importancia dentro de las culturas preincaicas, ya que ella es asociada a una mayor especialización del trabajo artesanal y a una función uti­litaria del mismo. La cerámica hizo su apa­rición inicial en los actuales territorios de Colombia y Ecuador y desde allí se irra­dió hacia el Perú, donde comenzó a desarrollarse alrededor del año 1.800 a.C.

Diferentes historiadores, arqueólogos y antropólogos han expuesto una periodización sobre la cronología de las culturas preincaicas, para su mejor estudio y análisis. La más aceptada es la siguiente, donde se muestran claramente las etapas y sus características:

Periodización de las civilizaciones andinas preincaicas
Periodización de las civilizaciones andinas preincaicas. 

Algunas civilizaciones andinas fueron parte del proceso cultural del cual nació el Estado Incaico, en el seno de la tradición peruana; otras, en cambio, tuvieron solo contactos esporádicos o breve influencia de o sobre las culturas del Antiguo Perú. El Horizonte Temprano destaca las primeras culturas, aportó las bases de un marcado desarrollo social de las poblaciones de los Andes, a este período le continuaron otros dos, el Horizonte Medio y el Horizonte Tardío, que preanunciaron el advenimiento del Imperio Inca. Durante el Horizonte Medio destacaron las civilizaciones de Tiahuanaco, Atacama y Wari, que definieron algunos de los aspectos centrales de la organización estatal. Luego, en el Horizonte Tardío o Intermedio Tardío, la civilización Chimú consolidará la jerarquización política y social regional. Ambas herencias serían tomadas por los incas.

Los hijos del sol

Los incas reconocen un origen mítico, abonado por numero­sas leyendas y relatos orales que posteriormente fueron re­cogidos por cronistas como Garcilaso de la Vega y Juan de Betanzos. Entre las versiones destaca la que re­fiere la existencia de los hermanos Ayar, cuatro parejas de hijos del Sol. Según la tradición, tras la creación del mundo por 
Viracocha, los hermanos se asentaron en un complejo de grutas al sur de Cuzco, y desde allí partieron junto a numerosos pobladores hacia el Gran valle. El peregri­nar fue largo y penoso, y de los hermanos varones sólo sobrevivió Ayar Manco, quien quedó como jefe supremo de los migran­tes con el nombre de Manco Cápac. Su liderazgo permitió la unión de diversos pue­blos, como los huallas, poques y lares, quienes acompañaron la fundación de un nuevo orden. Se inició así la dinastía de los Urin Cuzco.

Manco Capac. Fundador y primer Inca del Cuzco.
Manco Capac. Fundador y primer Inca del Cuzco.

Más allá de la tradición mítica, la le­yenda de los hermanos Ayar da cuenta de una importante migración desde el sur hacia el valle del Cuzco, donde ya en el si­glo XII habitaban los descendientes de una tribu amazónica.

Etapas del desarrollo imperial

La historia del imperio incaico reconoce tres etapas: fundación, expansión y declive. La primera corresponde al período mí­tico o preestatal, en la que los primeros pobladores se asentaron en el valle del Cuzco sometiendo o aliándose a los pobla­dores locales. Aquellos pioneros eran agri­cultores que basaron su crecimiento en la siembra de la papa y el maíz.

Fundación: Período preestatal

Poco se conoce de los primeros gober­nantes. El primero y fundador fue Manco Cápac, quien asumió el trono hacia el 1200, estableciéndose en la parte baja de la ciu­dad de Cuzco, ordenó la construcción de la primera residencia de los incas, el Inticancha o Templo del Sol. Sinchi Roca, hijo de Manco Cápac y Mama Ocllo, habría reinado desde el año 1230 al 1260; Lloque Yupanqui lo hizo en las tres décadas siguientes, concretando alianzas con algunos pueblos vecinos; Mayta Cápac aproximadamente hasta 1320, sometiendo a los acllahuiza; y Cápac Yupanqui, el primero en aventurarse a la con­quista, hasta 1350, habiendo sometido a los condesuyo y a los pueblos de Cuyumarca y Andamarca, a los que anexo al poder que comenzaba a centralizarse en Cuzco.

Cuzco: La ciudad denominada
Cuzco: La ciudad denominada "Cusco" en un mapa de 1597.

Durante este período, los incas se man­tuvieron como un conglomerado multiétnico, sin una sólida estructura estatal, aunque las primeras conquistas imprimi­rían a la organización política y social una nueva dimensión. El fin de este período coincide con el de la dinastía de los Urin Cuzco, quienes no utilizaron el título de “Inca” (emperador incaico) sino el de “sinchis” o “mancos”, propio de los jefes tribales de los primeros pue­blos de la región.

Desde su llegada al Cuzco, los incas se habrían mezclado con algunos de los pueblos que residían en el lugar y desterrado a otros. Ponderaron su superioridad al forjar alianzas con distintos curacas estableciendo relaciones de parentesco y al enfrentarse bélicamente. A esto se sumó el acaparamiento de excedentes y mano de obra; y la práctica de la redistribución.

Inca
El poder estaba centrando en el Inca a quien se le consideraba de origen divino. El derecho de gobernar se tenía por herencia.

Gran expansión: Período estatal

A mediados del siglo XIV, consolidada la presencia en aquellos territorios, los incas iniciaron un segundo período, carac­terizado por una expansión de sus dominios. Inca Roca, el primero en ostentar tal título en 1350, conquistó los territorios de Mayna, Pinahua y Caitomarca, aledañas del Cuzco, penetrando hacia el oriente, has­ta Paucartambo. A él se le atribuye la cons­trucción de la Casa del Saber y la residen­cia oficial del Inca. Posteriormente, Yáhuar Huácac, quien asumió alrededor del año 1380, debió enfrentar sucesivas rebeliones internas y Viracocha en 1400, empren­dió con escaso éxito la conquista de los pueblos aledaños, provocando la reacción de los chancas, belicosos habitantes del norte de Cuzco, que atacaron varios po­blados quechuas y hasta el mismo Cuz­co.

Durante estos años, también fue con­solidándose una elite dirigente que supo diferenciarse por sus funciones: un sec­tor dedicado a las tareas militares, los “hanan”, y otro a las religiosas, los “hurin”. No será hasta el reinado de Pachacútec, quien asume el trono en 1438, que los incas consoliden su expansionismo, sometiendo a los chanca, huancas y tarmas, por el norte, y a los collas y lupacas, por el sur.

La expansión territorial fue acompa­ñada por una eficiente organización po­lítica que devino en la fundación del Tahuantinsuyo, nombre que proviene de la frase quechua Tawantin Suyu (las cuatro partes del mundo), con el que se hacía referencia a los cuatro territorios en los que se dividió el imperio. Esos cuatro suyus eran: Chinchaysuyo (norte); Collasuyo (sur); Antisuyo (nordeste); y Contisuyo (oeste). La capital del imperio se estable­ció en la ciudad de Cuzco. También por entonces se organizó a los chasquis (mensajeros personales del Inca) y se instituyó la obligatoriedad de los tribu­tos.

Imperio Inca. División territorial.
Expansión territorial del Imperio Inca bajo los reinados de Pachacútec, Túpac Yupanqui y Huayna Cápac, y División territorial del Tahuantinsuyo.

La división territorial no era nueva para los incas. De hecho, antes de haber alcanzado dimensiones imperiales, Cuz­co y sus alrededores también estaba dividida en cuatro sectores. Pachacútec, se ocupó de ampliar la división heredada hasta los confines mismos del imperio. Merced a campañas militares y alian­zas con poblaciones vecinas, el dominio inca se extendió hacia el sur por el alti­plano; hacia la zona central, controla­ron el valle del Mantaro, ventana hacia la Amazonia; hacia el norte costero, hasta la región de Quito y el llamado Nudo de los Pastos, en Colombia; finalmente, ha­cia el sur, su influencia llegó hasta el nor­te argentino y los márgenes del río Mau­le, en el centro de Chile.

El expansionismo inca supo combinar las artes guerreras y las diplomáticas, es­tas últimas basadas en el reparto de exce­dentes agropecuarios, tejidos e incluso mujeres, opción que adoptaron los pueblos temerosos de un enfrentamiento militar.

Con la dinastía Hanan Cuzco y los rei­nados de Túpac Yupanqui (1471-1493) y de Huayna Cápac (1493-1525), las fron­teras del imperio se ampliaron hasta conocer sus umbrales. Túpac Yupanqui obtuvo importantes victorias durante el gobierno de su padre Pachacútec, en 1471 tomó el trono y extendió el imperio hacia el sur, hasta llegar al río Maule en Chile, doblegó al reino Chimú y a algunos pueblos del altiplano y del norte argentino, sofocó la resistencia de los chachapoyas y avanzó por el norte hasta Quito. Mejoró la recaudación de los tributos y nombró nuevos gobernantes visitadores. A su muerte en 1493, Huayna Cápac, su hijo, ocupa el trono.

Detalle de   
Detalle de "Genealogía de los Incas", Museo Pedro de Osma.

Huayna Cápac, se le considera el último soberano del apogeo incario. Durante su gobierno, continuó la política de su padre, Túpac Inca Yupanqui, en cuanto a la organización y fortalecimiento del estado. Para conservar los territorios conquistados tuvo que reprimir en forma sangrienta incesantes rebeliones. Sometió a los chachapoyas y adicionó la región del golfo de Guayaquil, llegando hasta el río Ancasmayo (Colombia). Estando en Quito, enfermó gravemente y falleció en 1525. Algunas crónicas españolas postulan que además amplió las fronteras del imperio más hacia el sur, y que incluso habría llegado hasta el río Biobío en Chile; aunque este límite más austral no ha sido comprobado arqueológicamente, y no es aceptado históricamente. Con su muerte se inició la decadencia del imperio.

Declive del Imperio Inca

La sucesión de Huayna Cápac sumergió al imperio en una crisis que preludiará su fin. Ninan Cuyuch, el príncipe designado, murió repentinamente, disputándose el poder entre Huáscar, hermano del fallecido, y su me­dio hermano Atahualpa, quien reclama­ba la herencia del trono. La lucha culminó cuando Huáscar fue capturado y ejecutado por orden de Atahualpa.

Huáscar, Inca entre 1525 y 1532, no estuvo de acuerdo con el testamento de su padre Huayna Cápac, ya que se creía con derecho de heredar todo el imperio incaico según las leyes y costumbres. Huáscar se enfrentó en 1531 después de muchos años de paz a su medio hermano Atahualpa, quien también se consideraba legítimo heredero del trono en la región de Quito. Muy pronto importantes regiones del imperio fueron sacudidas por sangrientas batallas entre tropas cuzqueñas y quiteñas, que concluyeron con la victoria final de los últimos, dirigidos por Atahualpa. Huáscar fue tomado prisionero y muerto posteriormente por orden de Atahualpa en 1532.

Huáscar conducido por Quizquiz y Chalcuchímac (generales de Atahualpa). Dibujo de Guamán Poma de Ayala.
Huáscar conducido por Quizquiz y Chalcuchímac (generales de Atahualpa). Dibujo de Guamán Poma de Ayala.

A pesar de su triunfo, Atahualpa no gozará de un reinado prolongado. Intentó coronar­se Inca en Cajamarca, pero al dirigirse allí, en 1532, fue tomado prisionero por el con­quistador Francisco Pizarro, iniciándose así una sistemática conquista. No obstan­te, la desaparición definitiva del impe­rio incaico no se produciría sino hasta 1572, cuando el virrey del Perú Francisco de Toledo hizo ajusticiar a Túpac Amaru I, considerado el último Inca.

Atahualpa y el fin del Imperio Incaico

Tras la muerte del Inca Huayna Cápac, el trono quedó en manos de su hijo, Ninan Cuyuch, que murió sumido en una extraña fiebre al poco tiempo. Se enfrentaron por el poder sus hermanos Huáscar y Atahualpa. Los conquistadores españoles ya merodeaban la costa de Sudamérica y no era el mejor momento para activar los conflictos internos. Se desató una sangrienta guerra civil que terminó en la derrota de Huáscar. Los generales de Atahualpa tomaron Cuzco y el vencedor se preparó para asumir el trono. Había quedado en Quito, atento al desarrollo de la contienda, pero su victoria le valió de nada, porque el 16 de noviembre de 1532, en Cajamarca, tras una serie de engaños, Atahualpa cayó prisionero en manos del conquistador Francisco Pizarro. Ya nada volvería a ser como había sido.

En Cajamarca, cuando Atahualpa salió a recibir a los españoles en la plaza para saludarlos, se le acercó el padre Vicente de Valverde y le entregó una Biblia, lo conminó a aceptar el cristianismo como religión verdadera y a someterse a la autoridad del rey Calos I de España. Atahualpa, sorprendido en su buena fe, se negó y arrojó la Biblia al suelo. El fraile dio entonces la señal de ataque: "¡Salid, cristianos, yo os absuelvo!". Los soldados empezaron a disparar. A la media hora, varios centenares de incas yacían muertos en la plaza. Pero Atahualpa no murió y fue hecho prisionero por Francisco Pizarro.

Ilustración de la Toma de Cajamarca
Ilustración de la Toma de Cajamarca, donde es capturado Atahualpa y muertos cientos de incas.

A los pocos meses, Atahualpa fue acusado de traición por los españoles, que lo inculparon de ocultar un tesoro, conspirar contra la corona y de asesinar a Huáscar. Para su liberación ofreció pagar dos habitaciones llenas de plata y una de oro. Cumplió con su oferta, pese a la entrega de los tesoros prometidos, Pizarro no liberó a Atahualpa. Deseoso de obtener más plata y más oro, el conquistador acusó al Inca de idólatra, pagano y polígamo y de no haber pagado el rescate. Atahualpa ya no tenía nada que ofrecer. Aceptó la fe cristiana para salvar la vida, pero murió ejecutado el 26 de julio de 1533. La noticia de su muerte dispersó a los ejércitos incas que rodeaban Cajamarca. Tras el apresamiento de Atahualpa, su corona de oro y piedras preciosas también fue pasto del saqueo llevado a cabo en el Perú y terminó en manos de Carlos I, el emperador español.

En noviembre, los españoles entraron en Cuzco, Pizarro fundó sobre la capital del Imperio Incaico, la ciudad española del Cusco el 23 de marzo de 1534, y repartió entre los suyos solares, tierras e indios. Francisco Pizarro y sus tropas, integradas por delincuentes y asesinos liberados expresamente de las cárceles españolas para lanzarlos a la conquista de América, no repararon en el valor religioso de los objetos de culto incas. Sólo repararon en el oro y la plata como metales preciosos.

“Cusco” Mapa grabado en
“Cusco” Mapa grabado en "Civitates Orbis Terrarum", Braun y Hogenberg, circa 1600.

Parte de la nobleza del Imperio incaico mantuvo una lucha durante los primeros años de la colonia. En 1536 Manco Inca inició sus enfrentamientos y creó la dinastía de los Incas de Vilcabamba. Esta dinastía encontró su fin en 1572 cuando el último inca Túpac Amaru I fue derrotado, capturado y decapitado.

La Biblia representó la avanzada espiritual en el Nuevo Mundo, quienes pregonaron su mensaje no tuvieron demasiados escrúpulos para llevar a cabo una masacre ejemplar de "bárbaros" y "herejes" y un escandaloso robo de sus riquezas. Se consolidó así el mayor latrocinio y genocidio de América, bendecido generosamente por la fe.

  • Referencias:
    GIMENO, D. (2008). Grandes Civilizaciones de la Historia. Incas y culturas andinas. Editorial Sol 90.
    MONTENEGRO GONZÁLES, A. (1994). Civilización 6. Editorial Norma S.A.
 

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