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Egipto: Jerarquización social

Egipto: Jerarquización social

La organización social en el Antiguo Egipto seguía una estructura piramidal que ponía de manifiesto una cruel desigualdad, así como la práctica imposibilidad de ascender en su escala social. En el vértice se hallaba el faraón, que poseía una gran riqueza y concentraba todos los poderes. En el segundo escalón estaba la clase sacerdotal, que gozaba de gran prestigio social e influencia política, hasta el punto de que algunos de sus miembros llegaron a gobernar como regentes en las dinastías XXI y XXII.

Vestuario faraón y sacerdotes egipcios

El Nemés era una especie de tocado de tela, un traje que utilizaban frecuentemente los faraones egipcios por ser una prenda ligera y cómoda en sustitución de las pesadas y voluminosas coronas. Los sacerdotes mortuorios, o sem, agregaron una piel de leopardo sobre sus ropas normales como parte de su atuendo.

El tercer peldaño lo ocupaban los funcionarios y los escribas, cuerpos administrativos que se nutrían sobre todo de los descendientes de la nobleza y que disfrutaban de numerosos privilegios. De entre los funcionarios, los visires y los nomarcas (entre otros) eran los que más se beneficiaban de su posición, poseían mansiones y sirvientes y, tras su muerte, podían permitirse ser enterrados en tumbas lujosamente decoradas.

Atuendo de un escriba

El atuendo de un escriba era simple, una falda hecha de cuero o algodón. En Egipto, el buen funcionamiento del Estado reposaba, esencialmente, en los escribas. Administradores contables, literatos o escribanos públicos, expertos del cálculo y la escritura eran omnipresentes.

Por debajo de estos se encontraban los miembros del ejército, que en su mayoría estaba formado por soldados profesionales. El faraón les concedía un hogar y una parte del botín tras cada expedición, lo que significaba poder adquirir riquezas y esclavos. En la tumba de Mesehti (principios del Imperio Medio), se han encontrado dos grupos de figuras de madera: arqueros y lanceros. Todos visten shenti (faldellín) y van descalzos, diferenciándose su vestuario solo en un pequeño casco usado por los lanceros, que portan un escudo apuntado forrado con piel de vaca en el brazo izquierdo y la lanza en el derecho. Los arqueros llevan el arco en la mano derecha y un carac de flechas en la izquierda.

Figuras de madera encontradas en la tumba de Mesehti

Figuras de madera encontradas en la tumba de Mesehti (Dinastía XI)

El penúltimo peldaño lo constituían los trabajadores del campo y de la ciudad. Eran personas libres, aunque debían obediencia al palacio o templo más cercano y poderoso. Los campesinos, que formaban el grupo más numeroso de toda la población egipcia, no eran dueños de la tierra, sino asalariados del faraón o de algún supremo sacerdote local, quien les devolvía una pequeña parte de la cosecha para que sobrevivieran. Sus condiciones eran muy duras, aunque los trabajos más pesados eran los desempeñados por los canteros y los mineros. En el otro extremo, aunque dentro del mismo escalafón, estaban los comerciantes, que eran los que tenían una vida más plácida y un mayor prestigio, hasta el punto de que, poco a poco, fueron engrosando una “clase media” a la que más tarde se unieron algunos artesanos destacados.

Población egipcia

La población urbana se concentraba principalmente en varias poblaciones del delta y el valle del Nilo. Los núcleos urbanos eran el motor ideológico de Egipto. La población rural era la base de la economía.

Finalmente, la base de la pirámide estaba ocupada por los esclavos. Por lo que parece, durante los primeros tiempos de la civilización egipcia eran más siervos que esclavos, pues cobraban un “salario” y poseían ciertos derechos. La esclavitud llegaría más tarde, tras las guerras con Nubia y Siria, que aportaron al reino un gran número de prisioneros de guerra.

Recuento de esclavos nubios (Dinastía XVIII de Egipto)

Recuento de esclavos nubios (Dinastía XVIII de Egipto). Museo arqueológico de Bolonia.

En cuanto al papel de las mujeres, durante el reino de Nynecher se aprobó que pudieran reinar. Ello muestra que, en la cultura egipcia, ya en el III milenio a.C., existía un razonable reconocimiento de la posición jurídica y material de la mujer egipcia: no estaban bajo la tutela de nadie, disponían de autonomía para la gestión de sus posesiones y de plena libertad para decidir sobre su vida.

Referencia:
Emse Edapp, S.L. (2016). El Antiguo Egipto y las Primeras Civilizaciones. Bonalletra Alcompás.

Edad Antigua