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Egipto: Primer Período Intermedio

Mural en una necrópolis del Primer Período Intermedio en Heracleópolis

Dentro de la historia de la civilización egipcia el Primer Período Intermedio es una época de descentralización del poder, comprendido entre c. 2175 y 2040 a.C. A finales del Reino Antiguo (finales de la VI Dinastía), los efectos de las tensiones sociales acumuladas empezaron a dejarse sentir, y durante más de un siglo Egipto fue pasto de la anarquía y de la disgregación territorial, sufriendo desórdenes de varios tipos.

Este oscuro período se caracterizó por la decadencia del poder de Menfis y del faraón, un proceso que fue acelerado por la acción de diversas incursiones externas que el poder central no tuvo la fuerza ni la capacidad de frenar. Buena muestra de ese debilitamiento del aparato estatal es que, a partir de la V Dinastía, el cargo de nomarca (o gobernador del nomos) se convirtió en hereditario, lo que redujo en gran medida la capacidad de influencia y control del faraón.

Nomos de Egipto

Al mando de cada nomo se erigía un nomarca, un cargo designado por el faraón. En esta época de crisis este cargo fue hereditario. Cuando el poder del faraón era más fuerte, los nomarcas eran designados por este como gobernadores.

Pero otra de las razones que explica la crisis y la anarquía durante este período es, sin duda, la meteorología. Hacia el 2300 a.C., el clima, hasta entonces muy húmedo, empezó a volverse más seco y árido como consecuencia de las escasas crecidas del Nilo. La escasez de agua provocó la disminución de los recursos alimentarios pues, se obtenían peores cosechas, lo que a su vez obligó a la población a concentrarse en las riberas del río.

Según las fuentes, tras el último faraón de la VI Dinastía, Pepi II, se sucedieron setenta faraones en setenta días, un dato seguramente exagerado pero que muestra claramente el nivel de caos en el que se encontraba el reino.

Pepi II

Neferkara o Pepi II, último faraón de la VI dinastía y del Imperio Antiguo de Egipto. Decreto de su reinado, garantizando inmunidad y exención de tributos.

Los acontecimientos que se originaron bajo las dinastías VII y VIII resultan un tanto oscuros, ya que entre las dos dinastías solo gobernaron 25 años. Durante esos cinco lustros, los gobernadores provinciales, aprovechando la creciente debilidad del poder central, adquirieron el control pleno de sus distritos y, tras la aprobación de la transmisión hereditaria de los cargos, las provincias se convirtieron de facto en posesiones personales.

Restos arqueológicos del Templo de Heryshef

Restos arqueológicos del Templo de Heryshef en Heracleópolis, principal ciudad del XX nomo del Alto Egipto.

Los señores locales de la región de Heracleópolis impusieron progresivamente su dominio en los territorios comprendidos entre Menfis y el delta, en el norte, y hasta Asyut por el sur. También trasladaron la capital a Heracleópolis y fundaron las dinastías IX y X. Al mismo tiempo, los señores rivales de Tebas fundaron la XI Dinastía, y gobernaron la zona que se extendía entre Abidos y Elefantina, cerca de Assuán. La XI Dinastía fue la que consiguió unificar de nuevo el reino y la que dio lugar al Reino Medio.

Mentuhotep I

Mentuhotep I, considerado el primer faraón de la XI Dinastía, con la corona roja del Bajo Egipto.

A pesar de la decadencia política del período, la creación artística y cultural se desarrolló sin interrupciones. Precisamente a esta época se remontan algunas de las obras maestras de la literatura egipcia, como “El campesino elocuente”, los “Lamentos de Ipuur”; o las famosísimas “Enseñanzas de Merikare”.

Referencia:
Emse Edapp, S.L. (2016). El Antiguo Egipto y las Primeras Civilizaciones. Bonalletra Alcompás.

Edad Antigua