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Egipto: Los escribas

 Funcionario hace un recuento de las cantidades de grano mientras unos escribas apuntan. Tumba de Menna.

Los escribas eran indispensables para el funcionamiento del Antiguo Egipto, pues se encargaban de redactar leyes, transcribir textos sagrados y crear todo tipo de escritos comerciales y administrativos. Como depositarios del saber, disfrutaron siempre de un enorme prestigio social, y en ocasiones llegaron a firmar sus obras, lo que representaba toda una novedad en una sociedad donde los artesanos solían trabajar de forma anónima.

La mayoría de los niños egipcios no iban a la escuela ni aprendían a leer. Tan solo un grupo selecto de niños, que formaban parte de las familias privilegiadas del reino, podían optar a recibir las enseñanzas de un maestro escriba. La escuela del templo, o “casa de la vida” era donde se enseñaba a los escribas.

Casas de Vida en Egipto

Los escribas que trabajaban en las Casas de Vida tomaban títulos como “Servidores de Ra” o “Seguidores de Ra”.

La formación empezaba a los cinco años y abarcaba el copiado en cursiva de textos en jeroglífico y la compilación de misceláneas de diversas obras. El período de aprendizaje duraba años, y solo los alumnos más aventajados, que aprendían también el difícil arte del jeroglífico monumental, conseguían trabajar en la corte. También había escribas destinados a templos y al ejército.

Desde pequeños, a los aprendices se les enseñaba a trabajar con la postura del escriba sentado (sentados en el suelo con las piernas cruzadas). Primero, escribían sobre lona, más tarde sobre tablillas y, cuando ya dominaban el dibujo caligráfico, podían iniciarse en el arte de escribir sobre el papiro. Para escribir usaban el pincel, que no era más que un tallo de junco afilado a navaja o deshilachado por la punta, y tintas de color negro y rojo.

Escribas del Antiguo Egipto

En un comienzo los escribas eran seleccionados entre aquellos favoritos formados en el entorno de la familia real. Al final del Antiguo Imperio, el desarrollo de la administración conllevó la aparición de una casta de escribas.

En algunas escuelas se aceptaban también ciertos alumnos procedentes de las clases humildes, siempre y cuando demostraran poseer gran habilidad caligráfica. En otras, se ofrecían también lecciones de geografía y matemáticas, así como una extensa enseñanza moral. Además de escuelas, las “casas de la vida” eran auténticos centros de estudios funerarios, donde los eruditos custodiaban las antiguas tradiciones hierofánticas, el saber cósmico y los secretos de la magia.

En Tebas había dos escuelas importantes, una en el templo de Mut y otra en el Rammeseum. También era conocida la escuela de Deir-el-Medina y la del templo de Medinet Habu.

Templo de Amón en la antigua ciudad egipcia Medinet Habu

Restos arqueológicos del Templo de Amón en la antigua ciudad egipcia Medinet Habu.

Como testimonio del prestigio social de los escribas se encuentra “El escriba sentado”, una famosa escultura egipcia del Reino Antiguo. Su realización se atribuye a la V Dinastía (c. 2500 a.C.) y se la asocia con la figura de Pehernefer (un oficial de alto rango): algunos caracteres estilísticos (labios finos, pecho amplio y postura del tronco) apoyan esta teoría. La estatua, encontrada en Saqqara, mide unos 54 centímetros y sostiene en las manos un papiro enrollado.

“El escriba sentado”. Museo de Louvre.

“El escriba sentado”. Museo de Louvre.

Referencia:
Emse Edapp, S.L. (2016). El Antiguo Egipto y las Primeras Civilizaciones. Bonalletra Alcompás.

Edad Antigua