Causas inmediatas
Las crisis políticas y económicas que padecía el pueblo ruso a comienzos del siglo XX se vieron acentuadas en gran medida por la participación de su país en la Gran Guerra europea; como Lenin lo había previsto, el conflicto armado habría de realizar la tarea que los revolucionarios nunca hubieran podido llevar a cabo por ellos mismos. Al entrar en guerra, el sistema social ruso sufrió una profunda desestabilización debido a una serie de circunstancias que se fueron desencadenando: la movilización de cerca de quince millones de hombres procedentes en su mayoría de las áreas rurales, el deterioro de la infraestructura de transportes que apenas comenzaba a desarrollarse, el daño en la incipiente planta productiva industrial, la falta de armamento moderno que compitiera con la avanzada tecnología alemana, el intenso frío del invierno ruso, el hambre, la corrupción y desorganización de los dirigentes del ejército, etc.

Artillería rusa en la Gran Guerra
La falta de víveres provocó el incremento de los precios y desencadenó una ola de huelgas que trastornó todavía más la vida del país. Todo ello, sumado a la elevada cifra de muertos, heridos y prisioneros que aumentaba constantemente, aterrorizaba a los soldados al grado de llevarlos a la indisciplina, la deserción e incluso al ataque en contra de los oficiales, mientras que la población campesina padecía los terribles efectos de una guerra que no podía comprender -agregados a sus ya de por sí dolorosas condiciones de vida-, y comenzaba a tomar conciencia de la posibilidad de acabar con aquella situación.