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Demografía del Nuevo Reino de Granada

Demografía del Nuevo reino de Granada

Al igual que en el resto de Hispanoamérica, los pueblos indígenas que vivían en lo que hoy es Colombia fueron conquistados y colonizados por los españoles durante todo el siglo XVI. Aunque, numerosos grupos resistieron y se enfrentaron a la dominación española, otros, por el contrario, prefirieron autoeliminarse, replegarse o aislarse, y gran parte de ellos tuvieron que aceptar la conquista y colonización, entrando en el proceso de los repartimientos, los servicios en las mitas, las encomiendas y los resguardos.

Los pueblos de Santa Marta y Cartagena y, en general, de la costa Atlántica y las Antillas, vivieron una verdadera catástrofe demográfica por la resistencia a la dominación. Las regiones de mayor concentración indígena como Santa Fe, Tunja, Vélez, Pamplona, Cartago, Popayán y Pasto, se doblegaron más fácilmente a la colonización hispánica y aceptaron, con resignación, las instituciones coloniales.

La población indígena

población indígena

A la llegada de los españoles existía aproximadamente un millón de indígenas en nuestro territorio: 300 mil localizados en el área muisca, 250 mil en la costa Atlántica, e igual cifra en la zona de las cordilleras central y occidental. El resto vivían en el Chocó, los Llanos Orientales y la Amazonia.

Hacia 1650 -un siglo después- los demógrafos históricos calculan una población de 600 mil aborígenes en el Nuevo Reino de Granada. Debido a su carácter guerrero algunas tribus indígenas -como los caribes- sostuvieron durante muchos años una guerra con los europeos. Pero esta no fue la única razón de su desaparición: la dureza del trabajo en las minas, las penalidades del oficio del cargue y descargue en el río Magdalena, el trabajo en los obrajes y en las haciendas, las nuevas enfermedades traídas por los españoles (viruela, gripa, sarampión, tifo y otras) y los exagerados tributos que pesaban sobre ellos fueron factores que influyeron en su pobreza y contribuyeron a diezmarlos.

La emigración de los españoles al Nuevo Reino de Granada

En el siglo XVI llegaron numerosos españoles al Nuevo Reino de Granada procedentes, principalmente, del sur de España (Andalucía y Canarias) y de Castilla y León. En menor medida arribaron también extremeños (de la provincia de Extremadura), vascos, navarros, asturianos y algunos, muy pocos, de Cataluña y Valencia. Para los llamados “viajes menores”, o “viajes andaluces” se reclutó el mayor número de marinos y veteranos en los pueblos andaluces de Sevilla, Cádiz y Huelva.

Los “viajes andaluces”

Los “viajes andaluces” se trataron de viajes de exploración complementarios a los que realizó Cristóbal Colón. Su importancia radica en que rompen el monopolio concedido a Colón en las Capitulaciones de Santa Fe.

Fueron andaluces Rodrigo de Bastidas, natural de Sevilla, Gonzalo Jiménez de Quesada, Sebastián de Benalcázar, del pueblo de Benalcázar, y el mariscal Jorge Robledo, de familia de hidalgos de Úbeda. También fueron andaluces Fray Juan de los Barrios, el cronista Juan de Castellanos, natural de Alanís (pueblo al norte de Sevilla), el virrey Pedro Messía de la Cerda y el arzobispo-virrey Antonio Caballero y Góngora, natural de Priego.

Para estimular el embarque hacia las Indias, de acuerdo a las necesidades que planteaba la colonización de un “Nuevo Mundo” la corona española estableció como requisito previo una licencia o permiso estatal, expedido por la Casa de Contratación y, a partir de 1546, del Consejo de Indias. A través de esta licencia se conocía el origen o procedencia del inmigrante y el oficio para su trabajo en América. De acuerdo con el catálogo de pasajeros de Indias, en el siglo XVI viajaron a América alrededor de 300.000 personas.

Primeros peninsulares

Para el Nuevo Reino de Granada se calcula que arribaron 10 mil peninsulares en 1570, cifra que aumentó a 50 mil hacia 1650.

En las primeras expediciones de descubrimiento y conquista, y ante la escasez de soldados, se reclutaron presos de las cárceles españolas para conformar las huestes indianas e, inclusive, se les ofrecía el indulto por el trabajo en las Antillas. Sin embargo, a partir de 1506 la corona española prohibió esta práctica e instauró como ley que se prefiriera a los emigrantes con oficios agrícolas y sin penas carcelarias.

Entre 1519 y 1522 llegaron a Castilla de Oro, en Panamá, alrededor de 700 españoles, la mayoría proveniente de los sectores inferiores de la sociedad: artesanos, campesinos, marineros, soldados y gentes de oficios. El resto pertenecía a los sectores medios y tenían profesiones liberales (la mayoría burgueses acomodados). Una pequeña parte de esta población estaba conformada por hidalgos o pertenecía a la baja nobleza española.

La población minoritaria y marginada en la península española (los judíos, los moros, gitanos y berberiscos) recibió las más severas prohibiciones para emigrar, pues la corona velaba por la “pureza” de la religión cristiana en las colonias americanas. En 1509 se prohibió a los herejes perseguidos por la Inquisición y a los abogados venir al Nuevo Mundo (a estos últimos por la cantidad de pleitos que traerían). Pero estas medidas no se cumplieron a cabalidad y muchas fueron burladas por los conquistadores; inclusive uno de ellos, Gonzalo Jiménez de Quesada, descubridor de las tierras de los muiscas, era licenciado en leyes.

Primeras españolas en el Nuevo reino de Granada

Primeras españolas en el Nuevo reino de Granada

La figura femenina ha pasado prácticamente desapercibida en el relato colonial, en el que el conquistador típico era un varón soltero; a pesar de que se calcula que aproximadamente uno de cada cuatro colonos españoles en América era mujer.

Las primeras mujeres hispánicas que llegaron al interior del país, lo hicieron en la expedición de Jerónimo de Lebrón, fueron seis y se quedaron en los puertos de Cartagena y Santa Marta. Una de ellas dio a luz una niña en su viaje por el Magdalena y otra fue capturada por los indios de Tamalameque. Posteriormente, en 1545, llegó a Cartagena doña María de Carvajal, la esposa del mariscal Jorge Robledo, con 16 mujeres que, en su mayoría, enfermaron y murieron. Más adelante fueron llegando más mujeres que fueron la base de las familias españolas y criollas en América.

Repartición del territorio

Aunque se distribuyeron por varias tierras, los europeos fueron ocupando las regiones que encontraban semejantes a sus lugares natales. Los andaluces buscaron la costa Atlántica, similar a la región costeña de Andalucía. Los castellanos escogieron la meseta cundiboyacense, las regiones de Cauca y Nariño. Los vascos y gallegos prefirieron las zonas montañosas de Antioquia y Caldas. Los extremeños, las regiones del Tolima y Huila. Los navarros y asturianos prefirieron las montañas santandereanas.

La esclavitud en el Nuevo reino de Granada

Pedro Fernández de Lugo firmó con la corona española las capitulaciones que autorizaron la introducción de negros esclavos de los pueblos africanos en la provincia de Santa Marta, en 1535. Fueron traídos para los trabajos en las minas de oro y plata, el laboreo agrícola en las haciendas, el cargue y descargue en el transporte marítimo y fluvial, el servicio doméstico y otros oficios que necesitaban de mano de obra barata y resistente. El territorio que hoy es Colombia se caracterizó por la explotación intensiva de las minas de oro, plata y esmeraldas en Antioquia, Chocó, Popayán, Buriticá, Zaragoza, Remedios, Santiago de Arma, Anserma y Cartago.

Marca de esclavos

Marca de esclavos. Archivo General de la Nación, Bogotá.

Los expertos calculan para 1570 una población de 15.000 esclavos africanos en el Nuevo Reino de Granada. Esta cifra se elevó a 60.000 hacía 1650, más 20.000 mulatos y 20.000 mestizos, de manera que esta fue la región que introdujo el mayor número de esclavos en Hispanoamérica, procedentes de Sudán Occidental, Costa de Guinea y el Congo. Pertenecían a los grupos congos, angolas, sudaneses, mandingas, golofios, guineos y bambara. Se localizaron en las costas Atlántica y Pacífica, en los valles del Magdalena, Cauca, Atrato y Patía y, en general, en el occidente colombiano en áreas de minas y haciendas. Así, su cultura yoruba y bantú se propagó ampliamente.

Las importaciones de esclavos del África se regularizaron durante los siglos XVI y XVII por medio del régimen de asientos o contratos, un monopolio que la corona española delegó en entidades mercantiles de trata de negros o en personas particulares. Desde entonces, Cartagena de Indias se convirtió en el centro de la trata de esclavos en lo que hoy es Suramérica.

El mestizaje en el Nuevo reino de Granada

Aunque fue más evidente en los siglos XVI y XVII, el mestizaje se inició desde la época de la conquista y colonización. Los primeros españoles llegaron a las colonias americanas sin mujeres y las relaciones sexuales que empezaron a tener con las indias, con y sin consentimiento, dieron muy pronto lugar a los concubinatos y al nacimiento de muchos hijos naturales. Así aparecieron los mestizos, algunos de los cuales fueron legitimados por los encomenderos españoles, se hispanizaron y recibieron educación. Otros, como el cacique de Turmequé, don Diego de Torres, lucharon por sus derechos a la encomienda.

Representación de mestizos en una «pintura de castas»

Representación de mestizos en una «pintura de castas»

Además de ser prohibido por las leyes hispánicas, el mestizaje entre españoles y negros en el siglo XVI no fue tan grande como el que ocurrió entre españoles e indígenas. En el siglo XVII la mezcla de etnias se hizo más intensa. La sangre determinó la posición social, dando pie a la discriminación racial y las fuertes desigualdades entre los estamentos sociales.

Referencia:
Nuestra Historia. (2012). Casa Editorial El Tiempo.

Historia de Colombia