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Europa siglo XVIII: Crecimiento demográfico y económico

A lo largo del siglo XVIII se produjo un gran incremento de la población europea: se estima que creció desde unos 110 millones hasta unos 190. Este crecimiento supuso una ruptura con lo observado en los siglos anteriores. Hasta entonces, las variaciones demográficas habían sido inconstantes: períodos de expansión se alternaban con etapas de estancamiento o incluso de descenso en las llamadas fases de mortalidad catastrófica (guerras, epidemias, hambrunas). En el siglo XVIII hubo por primera vez una fase de crecimiento sostenido, que continuaría e incluso se acrecentaría en el futuro.

La peste de Marsella de 1720
La peste de Marsella de 1720 fue la última gran epidemia en Francia. En la imagen, escena de sus estragos pintada sobre óleo por Michel Serre.

Este desarrollo demográfico no se debió a un aumento de la natalidad, sino sobre todo a un descenso de la mortalidad, y especialmente de la mortalidad infantil (gracias a los avances médicos y sanitarios) y de la mortalidad catastrófica. No hubo conflictos bélicos tan cruentos como en el pasado (nada comparable a los cuatro millones de muertos de la Guerra de los 30 años, entre 1618 y 1648) y se observó una práctica desaparición de la peste, seguramente debida a la mejora de los mecanismos de prevención y control. Las hambrunas se redujeron gracias a las mejoras en la productividad agrícola y en las rutas de comunicación, que permitieron que los alimentos llegaran a las poblaciones.

A su vez, el desarrollo demográfico estimuló el crecimiento económico. Las grandes capitales prosperaron y concentraron población. También surgieron ciudades medianas, especialmente en las zonas costeras vinculadas al comercio, que, con la ampliación de mercados (las colonias americanas, sobre todo), experimentó un avance considerable.

Iglesia de la Santa Cruz en Varsovia (1778)
Iglesia de la Santa Cruz en Varsovia (1778) - Bernardo Bellotto

Gran Bretaña fue el centro de los avances técnicos. Las bases de las grandes innovaciones industriales que darían lugar a la Revolución Industrial se establecieron en este siglo: aparecieron las primeras máquinas de vapor en el sector minero, y las mejoras en la fundición de metales permitieron fabricar herramientas y maquinaria más duraderas y eficientes. Poco a poco, la rígida y anticuada estructura gremial entró en declive y aparecieron otras formas de manufactura: las manufacturas reales en sectores estratégicos, las fábricas...

El sector agrícola también conoció numerosas innovaciones, que convivieron con elementos tradicionales. Se introdujeron nuevos cultivos y se aumentó la cantidad de tierras cultivables gracias a la desecación de tierras húmedas y a las roturaciones. Los avances relacionados con la técnica se desarrollaron, sobre todo, nuevamente, en el norte (Gran Bretaña y Países Bajos): sembradoras mecánicas, cría selectiva de ganado, ciencias agronómicas... La lógica capitalista llegaba al mundo agrario.

Referencia:
Emse Edapp, S.L. (2016). Edad Moderna II. Siglos XVIII y XIX. Bonalletra Alcompás.

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