La egiptología
Cuando el 27 de septiembre de 1822 Jean François Champollion (1790-1832) anunció en París que había conseguido descifrar los textos jeroglíficos egipcios gracias a sus investigaciones sobre la Piedra de Rosetta, se abrió un mundo de posibilidades para la egiptología. Había transcurrido poco más de veinte años desde el retorno a Francia de los científicos y dibujantes franceses que acompañaron a Napoleón en su expedición militar por Egipto, pero los restos arqueológicos que estos trajeron de vuelta y las narraciones de cuánto habían visto, consiguieron desatar en Europa una nueva “fiebre”: nacía el estudio de la egiptología.
La era de los ordenadores
En cuanto los humanos aprendieron a contar, empezaron a buscar maneras de facilitar el proceso. El ábaco, un aparato inventado en 450 a.C. y que todavía se utiliza en algunas partes del mundo, estaba hecho con guijarros (“calculi” en latín) montados sobre alambres. Los logaritmos, inventados hacia 1600 por el escocés John Napier (1550-1617), simplificaron la multiplicación y la división y sirvieron de base para la regla de cálculo. Aunque se construyeron muchos aparatos para calcular, la idea de utilizar máquinas para llevar a cabo operaciones lógicas es más reciente.
La gran depresión
La caída de la Bolsa de Nueva York en 1929 fue el punto de partida de una gran crisis económica mundial que marcó la década de los años treinta. Fue la crisis de mayor trascendencia en el sistema capitalista, pues afectó a todos los países, a todos los sectores económicos, a todas las clases sociales.
Su intensidad fue de tal magnitud que provocó una profunda transformación en el sistema capitalista. La catástrofe no sólo adquirió dimensiones económicas y sociales, sino también emocionales e ideológicas, y desintegró la confianza en el modelo de la prosperidad americana. Además, la depresión agravó la crisis del Estado liberal y favoreció el ascenso del nazismo, que condujo a la Segunda Guerra Mundial.
La Guerra Fría
La Guerra Fría fue un fenómeno de escala planetaria que se desarrolló a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, desde el final de la Segunda Guerra Mundial (1945-1949) hasta la caída del Muro de Berlín y el hundimiento de la Unión Soviética (1989-1991). Este conflicto global de carácter político, económico, ideológico y militar, en el que dos bloques antagónicos: el capitalista, liderado por Estados Unidos, y el socialista liderado por la U.R.S.S. (Unión de Repúblicas Socialistas Sovieticas), se enfrentaron por la supremacía mundial con el objetivo de demostrar la superioridad de su modelo y hacerlo prevalecer sobre el resto del mundo.
La República de Weimar
Establecimiento de la República
En el verano de 1918 estaba claro, incluso para los militares y nacionalistas más exaltados, que Alemania había perdido la guerra. El intento del gobierno por desviar las tensiones sociales internas hacia aventuras imperialistas en el exterior había fracasado, y ahora tendría que enfrentarse a esas tensiones sociales magnificadas por la derrota.
La Restauración en Europa
El período comprendido entre la primera derrota de Napoleón Bonaparte (octubre de 1814) y las revoluciones europeas de 1830, es denominado “Restauración”, que significa, volver al tipo de sociedad que existía antes de la Revolución francesa de 1789, es decir, al Antiguo Régimen.
La Sociedad de Naciones
En el periodo final de la Primera Guerra Mundial, la paz impuesta escindió a Europa entre los Estados partidarios de conservar los principios de Versalles y los que, con Alemania a la cabeza, deseaban revisarlos a su favor. Ante la inestabilidad que hacía prever la nueva situación, e inspirada en la filosofía del presidente Wilson, se creó en París una nueva organización internacional, la Sociedad de Naciones.
Este proyecto fue aceptado el 28 de abril de 1919 por las potencias europeas vencedoras en el marco de la Conferencia sobre la Paz que se estaba desarrollando en París. Desde el 10 de enero de 1920 en que inicia su actividad, este organismo nació en 1919 con la misión de garantizar la paz y la seguridad internacionales y desarrollar la cooperación entre las naciones para favorecer el progreso cultural y social. Debía coordinar la política internacional, estableciendo garantías mutuas de independencia política e integridad territorial para los países miembros, que deberían comprometerse al auxilio mutuo en caso de guerra y a reconocer el Tribunal Internacional de La Haya, creado en 1898 por iniciativa del zar Nicolas II para juzgar los problemas que surgieran entre los estados. Así, los conflictos futuros debían tratarse pacíficamente, según el derecho internacional, mediante sanciones económicas o militares.
Periodo entreguerras: Ajustes territoriales y nuevos Estados europeos
Los acuerdos internacionales de paz permitieron la creación de nuevas naciones y el restablecimiento de otras que habían estado bajo el dominio de los imperios vencidos en la Primera Guerra Mundial; además establecieron severas sanciones contra los países derrotados, particularmente contra Alemania. El panorama geopolítico de Europa surgido de esos acuerdos presentaba importantes transformaciones.
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Periodo entreguerras: El problema de las reparaciones y el desarme alemán
En 1921, la comisión encargada de evaluar la deuda alemana por concepto de reparaciones de guerra fijó un total de 132.000 millones de marcos oro, equivalentes a 35.000 millones de dólares. Ésta era una enorme suma de dinero que Alemania no estaba en condiciones de pagar, en opinión del economista John Maynard Keynes quien participó como representante británico en la comisión. Además, Alemania debía entregar a los Aliados toda su flota mercante, todos los ferrocarriles, y parte de su producción de carbón y hierro. Esas exigencias eran exorbitantes, sobre todo en las circunstancias por las que atravesaba Alemania que, devastada por la guerra, era reducidas sus zonas industriales y disminuida su población como resultado de la cesión de territorios a que fue obligada por los acuerdos internacionales de paz.
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Periodo Entreguerras: Los Tratados de Locarno
El "Espíritu de Locarno" y la distensión internacional
En 1925, continuaban en pie las tensiones provocadas por los tratados de paz firmados tras la guerra.
En febrero de 1925, el canciller G. Stresemann (1878-1929) anunció la disposición de Alemania a firmar un tratado en el que se garantizara el respeto a las fronteras establecidas en Versalles. Esta iniciativa constituía un giro radical en la posición alemana, que hasta ese momento había mantenido un abierto rechazo hacia los acuerdos establecidos por las potencias vencedoras. La reunión respectiva se realizó en Locarno, Suiza, entre los días 5 y 16 de octubre de 1925 con la participación de los ministros de Inglaterra, Francia, Alemania e Italia, además de los representantes de Bélgica, Polonia y Checoslovaquia.
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