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Historia del pesebre de navidad

Novena de navidad

Todos los 16 de diciembre suenan los villancicos al ritmo de panderetas, maracas y cascabeles. Estos dulces sonidos nos anuncian el inicio de la Novena de Navidad o de Aguinaldos, una de las tradiciones más antiguas. El sentido de la Novena de Aguinaldos es conmemorar los nueve días previos al nacimiento de Jesús y esperar con infinito gozo su nacimiento, el 24 de diciembre.

Un poco de historia

Cuentan que fue en el siglo XIII cuando San Francisco de Asís, el santo de la humildad y de la pobreza,  inicio la costumbre de representar el nacimiento de Jesús por medio de figuras. Desde entonces, la Virgen María, San José, el Niño Dios, los tres reyes magos, los pastores, la mula y el buey se con­virtieron en los protagonistas del pesebre.

La idea de representar con figuras el na­cimiento de Cristo le surgió a San Francisco de Asís durante un viaje que hizo en 1223 a la gruta de Belén, sitio donde nació el Niño Jesús. San Francisco de Asís, fundador de la orden franciscana, representó el primer Belén en una cueva próxima a la ermita de Greccio, Italia, el 25 de diciembre de 1223. La encargada de difundir la tradición de representar el nacimiento fue santa Clara de Asís.

Fue en la Edad Media y en el Renacimien­to cuando se agregaron al pesebre las figuras de los pastores de Belén y los tres reyes magos (Melchor, Gaspar y Baltazar), quienes trajeron al niño ofrendas de oro, incienso y mirra.

Según parece, el origen de la Novena de Navidad se lo debemos a Margarita del San­tísimo Sacramento, una monja carmelita de origen francés, muy devota del Divino Niño. Acostumbrada a hacer una oración especial todos los 25 de cada mes, con el paso del tiem­po a este acto piadoso se le fue incluyendo una novena que se acostumbró a rezar del 16 al 24 de diciembre. En el continente americano podemos decir que la devoción navideña se incrementó por obra de fray Fernando de Jesús Larrea, un religioso franciscano también ligado al misticismo y, sobre todo, un lingüista y misionero nacido en Quito en 1700, antes de la independencia de los españoles
.

Una vez ordenado sacerdote, en 1725, se dedicó a la enseñanza de la filosofía y de la teología. Inauguró su carrera de predicador de misiones populares en 1732, con ocasión de las fiestas de Quito en honor a la Virgen del Quinche. Pero unos años más tarde, en 1742, vino a lo que hoy es Colombia, donde se dedicó a predicar en misiones populares en el Valle del Cauca, Cundinamarca, Boyacá, Santander y Tolima. Su trabajo en estas tierras fue significativo, siendo el fundador del Colegio de Misiones de San Joaquín de Cali, en 1757. El padre Larrea también es señalado como el autor del vocabulario de la lengua general de los indios del Putumayo y Caquetá.

Pero fue en 1743 cuando escribió la hoy famosa Novena de Aguinaldos que circuló por el Nuevo Reino de Granada, según pare­ce, por petición de doña Clemencia Gertrudisde Jesús Cayzedo Vélez Ladrón de Guevara de Aróstegui y Escoto, fundadora del Convento y Colegio de la Enseñanza en Bogotá, en 1766. Su primera aparición fue en Quito, bajo el nombre de la Novena del Niño. Pero su primera publicación impresa en Colombia fue en el año 1784, luego de la muerte de su autor, en la Imprenta Real de Santa Fe de don Antonio Espinosa de los Monteros de la Capital del Nuevo Reino de Granada. Es un ejemplar de 7 x 10 centímetros y 52 páginas. Es en esta ocasión cuando recibe el nombre de Novena de Aguinaldos, y fue estrenada con gran pompa en la iglesia de San Francisco y en la capilla del Colegio del Pilar, para cuyos feligreses fue toda una novedad. Sin embargo, la de Larrea no fue su forma definitiva, aunque si es el responsable de la parte más extensa y antigua de la obra.

Iglesia de San Francisco, en el centro de Bogotá, Colombia

Su forma final

Pasarían 100 años para que la novena evolucionara a su forma más popular. Dicho texto fue adaptado después por la madre María Ignacia (Bertilda Samper Acosta), religiosa de la misma orden de doña Clemencia, quien para finales del siglo XIX fue la encargada de modificar algunos pasajes y agregar otros. Teniendo un alto grado de educación, pasión por la escritura y talento en la poesía, y siendo además una ferviente por la Navidad y la adoración al Niño Jesús, la madre María Ignacia ya había escrito previamente composiciones literarias sobre esta celebración. Este entusiasmo la llevó a ser la responsable de algunos de los pasajes más famosos de novena, compuso los denominados "gozos" (cancio­nes que intercalan los rezos). Otro gran aporte de la madre María Ignacia a la novena fue la traducción que hizo de francés al español de la Oración al Niño Jesús, la cual tradicionalmente se hacía en el continente europeo en época navideña. Su versión ha sido uno de los aportes más populares de la novena y se adapta muy bien al resto del texto del sacerdote franciscano.

Con el correr del tiempo, la Novena de Aguinaldos ha sido objeto de variados retoques para adaptarla a los tiempos y a las circunstancias de los fieles, pero nunca ha dejado de ser una hermosa tra­dición en la que oramos en torno al pesebre y en compañía de familiares y amigos.