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Historia de la medicina moderna

“La lucha para prevenir y curar las enfermedades”

En 1603 el inglés William Harvey descubrió la circulación de la sangre; y en 1796 su compatriota Edward Jenner (1749-1823) inventó la vacunación; pero en 1800 la cirugía seguía siendo primitiva, la anestesia no existía y las causas de las enfermedades infecciosas seguían constituyendo un misterio.

Historia de la medicina moderna - socialhizo
Un hombre soporta el horror de que le amputen una pierna sin ningún alivio para el dolor. Antes de la anestesia, la cirugía era algo siniestro.

La creciente prosperidad generada durante el siglo XIX, consecuencia de la Revolución industrial iniciada en Inglaterra, permitió a los científicos emprender investigaciones más sistemáticas de las afecciones a la salud. Se inventaron nuevos instrumentos como el estetoscopio, la jeringa hipodérmica, el termómetro; y avanzaron los conocimientos de bioquímica, fisiología y transmisión de enfermedades. Pero, el principal adelanto fue el más simple: el abastecimiento de agua limpia y la construcción de alcantarillados en las ciudades eliminaron una de las principales fuentes de enfermedades.

Durante el siglo XIX se fue conociendo cada vez mejor la respiración, la nutrición, el aparato digestivo y, sobre todo, la microbiología. Muchos medicamentos se pusieron de moda sin que se demostrara su eficacia científicamente; las enfermedades bacterianas continuaron causando terror hasta el descubrimiento de las sulfamidas y los antibióticos en el siglo XX; y todavía no existen tratamientos de eficacia comparable para las enfermedades víricas.

A medida que retrocedieron las enfermedades infecciosas y aumentaron las expectativas de vida, aparecieron nuevas enfermedades: los trastornos cardiacos, el cáncer, y otras degenerativas, que, a pesar de ser bien conocidas, siguen siendo difíciles de curar.

Enfermedad

Enfermedad, es cualquier estado donde haya un deterioro de la salud del organismo humano, incluyendo un debilitamiento del sistema de defensa o de aquellos que regulan el funcionamiento de cualquier sistema interno.

Vacunación

En el siglo XVIII, en la zona occidental de Inglaterra, era del dominio común que las lecheras que contraían la viruela vacuna (Variola vaccinae) jamás enfermaban de la mortífera viruela humana. En 1774 el granjero Benjamín Jesty decidió infectar deliberadamente a su mujer y a su hijo con material de una pústula de viruela vacuna, utilizando una aguja de hacer calceta. Los dos quedaron inmunizados, lo cual despertó el interés del médico rural Edward Jenner.

El 14 de mayo de 1796 Jenner puso a prueba la teoría, inoculando a un niño de ocho años, James Phipps, primero con viruela vacuna y seis semanas después con viruela humana. Comprobó que había quedado inmunizado. Jenner «vacunó» a otras 23 personas y publicó sus resultados en 1798. En menos de tres años, se vacunaron en Inglaterra 100.000 personas y se logró controlar esta enfermedad.

Edward Jenner (1749-1823)
Edward Jenner (1749-1823) es llamado “el padre de la inmunología”, y se dice que su trabajo “ha salvado más vidas que el trabajo de cualquier otro hombre”.

Teoría de los gérmenes

Gracias al químico Louis Pasteur se supo que muchas enfermedades estaban causadas por microbios tan pequeños que no se podían ver. Su primer gran triunfo tuvo lugar en 1864, cuando demostró que las fermentaciones del vino y la cerveza eran obra de levaduras que se podían matar mediante el calor (pasteurización). A partir de 1870, el médico alemán Robert Koch, aisló primero el microbio responsable del ántrax del ganado -un bacilo, o bacteria en forma de bastón- y después los de la tuberculosis y el cólera. Pasteur decidió utilizar una forma debilitada del bacilo del ántrax como inmunización contra la enfermedad.

Obtuvo dicha versión debilitada cultivando el bacilo a altas temperaturas. En 1881 se la inyectó a 24 ovejas, una cabra y seis vacas. Dos semanas después inyectó ántrax puro a todo el grupo, así como a otro grupo de animales sin vacunar. A los dos días, los animales vacunados se encontraban bien, y los no vacunados estaban muertos o moribundos. Pasteur llamó a este proceso «vacunación», en alusión a la Variola vaccinae utilizada por Jenner en su experimento. Louis Pasteur se concentró más en la prevención de enfermedades que en su curación.

Louis Pasteur (1822-1895)

Louis Pasteur (1822-1895) salvó muchas vidas en la guerra francoprusiana de 1870 al insistir en que los médicos hirvieran sus instrumentos y esterilizaran los vendajes al vapor.

Cirugía antiséptica

A mediados del siglo XIX, según el médico James Simpson, inventor del cloroformo, todo el que entraba en un hospital para operarse «corría más peligro de muerte que un soldado británico en la batalla de Waterloo». Los hospitales estaban atestados, a los pacientes que ingresaban se les instalaba en camas sucias, los cirujanos llevaban siempre la misma bata sin lavar, algunos durante muchos años. A los pacientes que fallecían en las salas por habérseles infectado las heridas se les consideraba víctimas de la «enfermedad del hospital».

El inglés Joseph Lister, cirujano del Hospital Real de Glasgow, ya había llegado a la conclusión de que las infecciones podían deberse a un polvo transmitido por el aire cuando en 1864 se enteró de los trabajos de Louis Pasteur sobre el papel de los microorganismos en la fermentación. Lister se propuso encontrar un método práctico para proteger las heridas contra la infección microbiana. Escogió como agente limpiador el ácido carbólico, un derivado del alquitrán de carbón.

El 12 de agosto de 1865 operó a James Greenlees, un niño de 11 años con fractura compuesta de una pierna (el tipo de fractura en la que el hueso rompe los tejidos y la piel, con grave riesgo de infección). Lister limpió la herida con una solución de ácido carbólico en aceite de linaza y la protegió con una mezcla de ácido y masilla -que servía para mantener el ácido sobre la herida- antes de vendarla. El tratamiento fue un éxito: seis semanas después, la pierna estaba curada.

En 1867 Lister inició su campaña por la adopción de métodos antisépticos en los hospitales. Al principio no le hicieron caso, pero en las décadas siguientes acabaron aceptando sus ideas. Los métodos antisépticos de Joseph Lister transformaron los hospitales, que eran criaderos de enfermedades, en centros de salud.

Joseph Lister (1827-1912)

Joseph Lister (1827-1912), médico británico, ha pasado a la historia como el padre de la cirugía antiséptica.

Anestesia y alivio del dolor

La primera operación quirúrgica con anestesia la practicó el 16 de octubre de 1846, el doctor William Thomas Morton, que utilizó éter para dormir a un joven paciente del Hospital General de Massachusetts al que había que extirpar un tumor del cuello. En Inglaterra se empezó a utilizar cloroformo -más agradable y más potente- en 1847. El primer anestésico local fue la cocaína, obtenida en Viena por Karl Koller, a partir de un extracto de la planta de coca que los indios peruanos llevaban siglos masticando. Resultaba eficaz, pero causaba adicción y fue sustituida por sustancias más seguras, como la novocaína.

En 1758 el reverendo Edward Stone, de Chipping Norton (Oxfordshire, Inglaterra), descubrió un alivio para los dolores provocados por trastornos como la artritis, la jaqueca o el dolor de muelas. Inspirado, sin duda, por la tradición popular, descubrió que las ramas del sauce blanco (Salix alba) aliviaban los dolores reumáticos que le atormentaban. Por desgracia, su descubrimiento pasó inadvertido, y hubo que esperar a 1895 para que Felix Hoffman, químico de la empresa Bayer, transformara el ingrediente activo (ácido salicílico) en un potente medicamento. Hoffman descubrió que modificando el ácido para transformarlo en acetil-salicílico se obtenía un analgésico con pocos efectos secundarios perjudiciales. Lo llamó aspirina.

Aspirina

El 6 de marzo de 1899 se lanza al mercado la Aspirina, medicamento analgésico, antipirético y antiinflamatorio creado por Felix Hoffmann.

Epidemiología 

Cuando el cólera azotó el distrito del Soho en Londres, conocido como el brote de cólera de la calle Broad, en agosto-septiembre de 1854, un anestesista londinense llamado John Snow (15 de marzo de 1813-16 de junio de 1858) sospechó que se debía a la contaminación del suministro de agua. Comenzó a crear un mapa para localizar a todos los enfermos y fallecidos (más de 700 en tan solo una semana en el Soho). Visitó uno por uno los edificios afectados junto con el registro del hospital de Middlesex. Gracias a su investigación pudo clarificar que la gran mayoría de muertes se producían en la zona que contenía agua de la bomba de Broad Street 3. De la misma manera y para avalar su investigación, vio como empresas localizadas en esa zona no habían contado con contagiados al tener pozos privados de agua.

John Snow pidió a las autoridades que clausurasen la fuente que se surtía de la bomba contagiada ya que claramente era el foco causante de la epidemia. En un intento desesperado de frenar la epidemia, las autoridades de la zona decidieron quitar la palanca de la bomba. La epidemia terminó en tres días, pero una primera investigación exculpó a la bomba de agua. Más adelante, una investigación más detallada, realizada por una comisión en la que figuraba Snow, desmintió el primer resultado. Los investigadores entrevistaron a los vecinos y descubrieron que de los 137 que habían bebido agua de la bomba, 80 habían contraído el cólera; de los 297 que no habían bebido, sólo 20 habían caído enfermos.

Fue el gran avance de la epidemiología, la búsqueda de las causas de las enfermedades mediante la comparación de los hábitos de los enfermos y los sanos. Con su investigación sentó las bases teórico-metodológicas de la epidemiología, que ha sido utilizado desde entonces ayudando a esclarecer las causas y buscar soluciones para los brotes de todas las enfermedades transmisibles.

La epidemiología se ha utilizado para investigar las causas de las enfermedades cardiacas, el cáncer y otros muchos trastornos. Gracias a ella se descubrió que fumar puede provocar cáncer de pulmón y que la dieta puede influir en el desarrollo de trastornos cardiacos.

 

epidemias

Durante la epidemia de gripe de 1917, los niños llevaban bolsitas de alcanfor para ahuyentar la fiebre. Los remedios populares dejaron paso a tratamientos más científicos, a medida que los médicos conocían mejor los factores sanitarios y sociales que influían en las epidemias.

Quimioterapia

Los descubrimientos del francés Louis Pasteur y del alemán Robert Koch demostraron que muchas enfermedades están causadas por microbios y plantearon la posibilidad de curarlas mediante sustancias que mataran al microbio sin dañar al paciente. El bacteriólogo alemán Paul Ehrlich fue el primero en demostrar que era posible. Era experto en el uso de colorantes para teñir bacterias y poder examinarlas, y razonó qué si un colorante era capaz de teñir una bacteria sin alterar las demás células, podría utilizarse como base de un medicamento. Descubrió que uno de los colorantes que él había inventado, el rojo de triptano, podía matar a los tripanosomas causantes de la enfermedad del sueño.

Buscando algo mejor, empezó a sintetizar todos los compuestos de arsénico que pudo, probándolos uno tras otro. En 1907 llegó al número 606, el hidrocloruro de dihidroxidiaminoarsenobenceno. Pero no funcionó bien y lo descartó. Dos años después, uno de sus ayudantes descubrió que el compuesto resultaba eficaz contra las espiroquetas causantes de la sífilis, enfermedad de transmisión sexual.

Ehrlich confirmó los resultados y comercializó el compuesto 606 con el nombre de Salvarsán, la primera «bala mágica» capaz de curar una enfermedad. En realidad, no se trataba de un medicamento muy bueno, ya que se precisaban muchas inyecciones dolorosas para curar la enfermedad, pero hasta entonces no existía ninguna cura y muchos pacientes sifilíticos habían acabado en sanatorios aquejados de «parálisis general y locura», la condición terminal de una terrible enfermedad.

Paul Ehrlich

La empresa que fabricaba el remedio de Paul Ehrlich contra la sífilis distribuyó 65.000 tratamientos gratuitos en todo el mundo. Ehrlich recibió grandes honores por su trabajo y en 1908 compartió el premio Nobel de fisiología y medicina con el ruso Ilia Mechnikov.

Vitaminas

El éxito de la teoría microbiana de Pasteur indujo a creer que todas las enfermedades estaban causadas por microbios, parásitos o toxinas. Lo único que hacía falta para mantenerse sano era evitar a los agentes infecciosos y seguir una dieta de hidratos de carbono, grasas, proteínas y sales minerales. Sin embargo, en 1906, el bioquímico inglés Frederick Gowland Hopkins descubrió que las ratas privadas de leche no crecían bien, y llegó a la conclusión de que para mantener la salud era preciso ingerir con los alimentos «cantidades asombrosamente pequeñas» de ciertas sustancias.

En 1912 Casimir Funk, un químico de origen polaco que trabajaba en Londres, aisló un material activo de la cascarilla del arroz, necesario para evitar la enfermedad del beri-beri en las palomas. Lo llamó «vitamina», contracción de «amina vital», ya que creía que aquella y las demás sustancias similares eran todas aminas (compuestos orgánicos nitrogenados, derivados del amoniaco). En 1920 se comprobó que no todas las vitaminas son aminas.

Ahora se sabe que las vitaminas son compuestos imprescindibles en cantidades minúsculas para el funcionamiento del organismo, que, sin embargo, no puede sintetizarlas. Las vitaminas son específicas de cada especie: la vitamina C, por ejemplo, que los humanos obtienen de las frutas y verduras, no es imprescindible para otros animales.

Vitaminas

Entre 1912 y 1940 se descubrieron todas las vitaminas que se conocen hoy y se lograron sintetizar artificialmente para el consumo humano.

Antibióticos

La primera «droga maravillosa» contra las bacterias fue el Prontosil, inventado por el químico alemán Gehrard Domagk. En 1932 investigando sobre colorantes, descubrió que un tinte rojo anaranjado resultaba muy eficaz contra las infecciones de estreptococos en los ratones. Su utilidad quedó demostrada de modo espectacular cuando la hija de Domagk contrajo una grave infección estreptocócica. Domagk le inyectó grandes dosis del colorante, llamado Prontosil, y la niña se recuperó de inmediato. Más adelante se descubrió que para lograr el efecto antibacteriano sólo se necesitaba una parte de la molécula, la sulfanilamida. Las «sulfamidas», como se dio en llamarlas, resultaron extraordinariamente eficaces contra varias enfermedades, incluyendo algunos tipos de neumonía.

A finales de la década de 1930, el patólogo australiano Howard Florey y el químico alemán Ernst Chain, que trabajaban juntos en Oxford, leyeron un interesante artículo escrito por el científico británico Alexander Fleming, en el que explicaba con detalle los potentes efectos antibacterianos que parecía tener un moho llamado Penicillium notatum. Les resultó difícil aislar el ingrediente activo del moho, pero obtuvieron lo suficiente para realizar algunos experimentos con ratones. El 25 de mayo de 1940 inocularon a ocho ratones con dosis letales de estreptococos, inyectaron penicilina a cuatro y dejaron sin tratar a los otros cuatro.

Los resultados fueron convincentes: a la mañana siguiente, los ratones que no habían recibido penicilina habían muerto; los otros cuatro estaban vivos y sanos. Pero Florey y Chain no pudieron producir suficiente cantidad, y recurrieron a Estados Unidos, donde se utilizaron métodos de producción en masa justo a tiempo para salvar a muchos soldados aliados en la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, los antibióticos han demostrado ser la principal arma contra las enfermedades infecciosas.

Alexander Fleming

Alexander Fleming descubrió las propiedades antibacterianas del moho Penicillium notatum por casualidad en 1929, pero pensó que no daría resultado mezclado con la sangre y, después de publicar sus resultados, se concentró en otros problemas.

Imágenes médicas

Pocos inventos se han incorporado a la medicina tan rápidamente como los rayos X, descubiertos el 8 de noviembre de 1895 por el físico alemán Wilhelm Conrad Roentgen. A los pocos meses, los médicos ya utilizaban la nueva técnica para estudiar las fracturas de huesos, y el cirujano alemán Georg Perthes le encontró aplicaciones terapéuticas en el tratamiento de un tumor maligno.

El desarrollo en los años sesenta de la radiografía transformada por ordenador permitió visualizar paso a paso secciones transversales de todo el cuerpo de un paciente. Otras técnicas similares utilizan materiales radiactivos -como la tomografía de emisión de positrones (MET)- o imágenes de resonancia magnética (IRM). La obtención de imágenes de los órganos internos sin necesidad de operar está transformando la práctica médica.

Ilustración de  Wilhelm Conrad Röntgen

Ilustración de Wilhelm Conrad Röntgen (1845-1923) con su descubrimiento al que llamó “rayos X”.

Homeopatía

A principios del siglo XIX, un médico alemán llamado Samuel Hahnemann (1755-1843) tuvo que pasarse doce años huyendo de un sitio a otro por toda Europa. Su delito fue administrar a sus pacientes medicamentos gratuitos, siguiendo un sistema de diagnóstico y tratamiento que él llamaba homeopatía, y que había desarrollado tras años de experimentos. La homeopatía se basa en la idea de curar «lo similar con lo similar», una idea tan contraria al sentido común que no ha sido aceptada por algunos practicantes de la medicina convencional hasta la actualidad.

Administrando a los pacientes sustancias que en una persona sana provocarían los síntomas de una enfermedad, los homeópatas pretenden estimular el sistema inmunitario del organismo para que combata dicha enfermedad. Por ejemplo, a una persona con fiebre se le puede administrar belladona, que normalmente provoca fiebre a las personas sanas. En grandes dosis, la belladona es un veneno mortal, pero uno de los conceptos fundamentales de la homeopatía es el de la dosis infinitesimal. Hahnemann descubrió que cuanto más diluida estuviera la medicina, más eficaz parecía ser. Las recetas homeopáticas prescriben diluciones hasta de una parte en un millón.

La eficacia de la homeopatía aún tiene que ser demostrada convincentemente mediante pruebas rigurosas. Pero a causa de la antipatía que despierta la medicina alternativa en la ciencia oficial, se han realizado muy pocas pruebas. No obstante, ya son muchos los médicos convencionales que utilizan la homeopatía como complemento de sus tratamientos normales.

La homeopatía

La homeopatía se basa en la idea de que el cuerpo tiene la capacidad de sanarse a sí mismo.

Hormonas

En los organismos complejos, las células se comunican entre sí de dos maneras: mediante el sistema nervioso y mediante hormonas, mensajeros químicos transportados por la sangre a tejidos lejanos. La palabra «hormona» se introdujo en 1905 y se deriva del griego hormao, que significa excitar.

Las hormonas controlan numerosas funciones, entre ellas el desarrollo sexual, el crecimiento y los niveles de diferentes sustancias en el organismo. La primera hormona que se descubrió, antes de que estas sustancias tuvieran nombre, fue la adrenalina, sintetizada en 1901 por Friedrich Stolz.

Muchas enfermedades se deben a deficiencias hormonales, siendo la más común una variedad letal de diabetes, cuya causa fue descubierta en 1921 por dos investigadores canadienses, Charles Best y Frederick Banting, que demostraron que la carencia de insulina trastornaba el metabolismo de la glucosa. El 23 de enero de 1922 en Toronto (Canadá), el paciente Leonard Thompson se convierte en el primer ser humano en recibir una inyección de insulina como tratamiento para la diabetes que sufre. Desde entonces, la inyección diaria de insulina ha permitido a millones de diabéticos llevar una vida normal.

Las hormonas sexuales se identificaron en los años veinte y treinta. El descubrimiento de que el ciclo menstrual estaba controlado por hormonas abrió las puertas a una nueva forma de anticoncepción, y en los años sesenta apareció la «píldora» anticonceptiva.

píldora anticonceptiva

Muy probablemente, la píldora anticonceptiva, a base de hormonas sintéticas, ha ejercido en la sociedad occidental un efecto mucho más profundo que ningún otro descubrimiento médico de los últimos 250 años.

Referencia:
Stewart, R. (1997). Ideas que transformaron el Mundo. Círculo de Lectores.