La ciencia geográfica
La palabra geografía procede de los términos griegos geos (tierra) y grafos (descripción) por lo que puede definirse como la ciencia que describe lo que sucede en la superficie de la Tierra. La geografía se encarga de la descripción y análisis de los fenómenos físicos y naturales, así como de los que se producen por la acción del hombre: fenómenos industriales, urbanos, económicos, agrícolas, etc.
Esta ciencia mantiene una estrecha relación con otras, como la geología, la astronomía, la biología, la historia, la economía y otras, debido a que la geografía contempla un ámbito muy amplio de estudio. De hecho, se divide en varias ramas como la geografía física, humana, o económica, por ejemplo. Estas a su vez se dividen en otras de mayor especialización, como la climatología, la demografía, la rama agraria, la industrial, etc.
La geografía se encarga de darnos a conocer el mundo actual donde vivimos. El medio ambiente, los movimientos migratorios, la dinámica de las poblaciones, la economía industrial y agrícola, la urbanización, los medios de transporte, se pueden explicar desde el punto de vista geográfico, aunque es necesario saber, antes de nada, las estrechas relaciones que existen entre la Tierra y la sociedad humana que habita en ella.
EVOLUCIÓN Y TENDENCIAS DE LA CIENCIA GEOGRÁFICA
Reconstrucción hipotética del mapamundi perdido de Hecateo de Mileto (s. VI a.C.)
A lo largo de la historia la geografía ha evolucionado continuamente en sus métodos y objetos de estudio. La descripción de los territorios empezó a interesar a los seres humanos desde muy pronto, aunque fueron los griegos quienes elaboraron los primeros modelos. El mundo griego gozó de notables estudiosos que investigaron su entorno geográfico, destacando entre ellos a Hecateo de Mileto (550-476 a. C.), Herodoto (484-420 a.C.) y Eratóstenes (284-192 a.C.); considerado por muchos el “padre de la geografía”. Este autor calculó en el siglo III a.C. la longitud de la circunferencia terrestre con extraordinaria aproximación, y realizó la primera cuadrícula de círculos terrestres. Trabajo que continuó Hiparco, dividiendo por primera vez el círculo terrestre en 360º y trazando el enrejado de paralelos y meridianos.
Posteriormente, y siguiendo algunas de las características que ya había realizado Herodoto, el griego Estrabón (63 a.C.-24 d.C.), gran viajero, que aprovechó la pax romana para recorrer los lugares conocidos hasta ese momento, escribió una importante obra, Geografía, donde recoge estos lugares, así como descripciones de pueblos y territorios conocidos hasta ese momento: es el inicio de la geografía humana.
Reconstrucción del Mapamundi de Estrabón. En este mapa se puede observar que el continente asiático está mucho más explorado y conocido.
La importancia de la geografía en el Imperio Romano es grande debido a su carácter estratégico por lo que muy pronto pasa a ser información privilegiada. Según iban siendo más importantes las necesidades bélicas y comerciales del Imperio Romano se acrecentaba el desarrollo de una cartografía donde se especificaban rutas e itinerarios, así como las distancias que separaban los distintos lugares.
Los límites del mundo se extendieron de forma notoria en los primeros siglos de nuestra era, y se impuso paulatinamente la concepción esférica del globo, idea que ganó primacía frente a la representación plana, según la cual, las tierras flotaban en el Mare Nostrum a modo de islas. En el siglo II d.C. el astrónomo y geógrafo Claudio Ptolomeo escribió su Guía geográfica, donde se encontraban las tablas de posiciones con las que se podía realizar un mapa de la Tierra. Los mapas que lo acompañaban daban una imagen del mundo conocido hasta ese momento: Europa, gran parte de África y Asia. Son mapas cuya vigencia en la Edad Media determinaría la especial concepción geográfica de todo ese período. De hecho, fue una de las fuentes que utilizó Colón cuando vislumbró la posibilidad de alcanzar Asia navegando hacia Occidente.
El mundo según Ptolomeo, con sus meridianos y paralelos. En los márgenes del mapa se aprecian en rojo las escalas de longitud y latitud.
Las distintas visiones del mundo en la Edad Media
Los árabes tuvieron en esta época una labor destacada gracias a su interés por la cultura helenística y concretamente por la cartográfica clásica. Sus traducciones como la Guía geográfica de Ptolomeo, y la información recogida gracias al floreciente comercio y a la continua peregrinación a La Meca, permitieron la concepción de descripciones geográficas del mundo conocido, así como la confección de mapas de estimable precisión. Su contacto con China, grandes conocedores del mundo, permitió recoger una amplia información que el mundo cristiano desconocía.
Sus conocimientos influyeron considerablemente en la visión medieval del mundo cristiano y en las técnicas de estudio, aunque en Occidente las teorías de los Padres de la Iglesia retrotrajeron los puntos de vista científicos a los postulados iniciales de la Antigüedad que preconizaban un mundo plano y circular.
En la Edad Media las representaciones cartográficas siguieron la tónica impuesta por la Iglesia, que se obstinaba en sostener postulados ya superados por la ciencia, como la teoría de que la Tierra era un disco plano en cuyo centro se encontraba Jerusalén. No obstante, hay que destacar los mapas llamados portulanos, cartas náuticas que incluían la descripción de puertos y costas y que fueron de gran utilidad para la navegación, sobre todo en el Mediterráneo.
Rosa náutica; el Nilo; el Mar Rojo y Jerusalén
Una nueva visión del mundo
A finales del siglo XV los europeos doblaron el cabo de Nueva Esperanza y alcanzaron Asia en 1488, años después se descubría América y Juan Sebastián Elcano (1476-1526) daba la vuelta al mundo, completando la expedición iniciada por el navegante Fernando de Magallanes (1480-1521). Tras esto se hace necesario añadir a los mapas el Nuevo Continente; y la idea de la exploración y el descubrimiento se extiende gracias a las maravillas descritas por descubridores y navegantes, y las posibilidades económicas que se vislumbran.
A este cambio contribuyó de forma decisiva el desarrollo técnico y científico que tuvo lugar a finales del siglo XV, y que culminó con la invención de la brújula, el astrolabio graduado y el auge de la cartografía. Esta última tiene en este siglo un importante desarrollo gracias al fomento de los centros de estudios náuticos y cartográficos. Son los encargados de recoger las relaciones e información de los viajes de la época y según se va ampliando la información ayudan a la realización de nuevos viajes.
A todo esto, contribuyeron varios autores con diferentes tendencias: el monje veneciano Fra Mauro, que confeccionó un mapamundi en 1459; los globos terráqueos de Martin Benhaim (1484) y de Schoner (1520); y los mapamundis de Juan de la Cosa (1500) que incluyen por primera vez las tierras americanas descubiertas hasta ese momento. A estos hay que añadir al cosmógrafo alemán Martin Waldseemüller (1475-1521) que, en 1507, realizó un mapa general donde por primera vez se utilizaba el nombre de América para designar el Nuevo Mundo.
Mapamundi de Martin Waldseemüller. Nombre original: “Universalis cosmographia secundum Ptholomaei traditionem et Americi Vespucii aliorumque lustrationes” 1507.
La suma de estos conocimientos con la aportación de las nuevas teorías de Copérnico y Galileo, que defendían la esfericidad terrestre a pesar de la oposición de la Iglesia, hizo necesaria una profunda revisión de los mapas de la Guía Geográfica tras la cual tuvieron que modificarse; aunque muy pronto fueron superados por la elaboración de las grandes obras de los importantes geógrafos y astrónomos de esta época. Esta superación vino de la mano de Gerhard Kremer, llamado Mercator (1512-1594), autor del mapamundi de proyección cilíndrica (1569), famoso por ser uno de los primeros en intentar resolver el problema de proyectar la superficie esférica de la Tierra en un plano; y por Abraham Ortelio (1527-1598), que publicó Theatrum orbis terrarum (1570), obra que incluía varios mapas grabados al cobre.
La evolución científica del siglo XVII
La geografía durante el siglo XVII tuvo un importante papel en el desarrollo científico de este siglo. Es en este momento cuando se estudian la estructura, la forma y la magnitud de la Tierra y se empieza a tener en cuenta los movimientos de nuestro planeta y sus consecuencias en los distintos lugares de la superficie terrestre. La geografía está considerada como una ciencia matemática que necesita de otras ciencias como la astronomía, la geología, etc. De hecho, en muchas universidades forma parte de la cátedra de matemáticas. La obra que mejor representa esta relación es la Geografía general de Varenio publicada en 1650 y que el mismo Newton utilizó. Esta obra es importante porque distingue claramente entre geografía general y geografía especial o regional. Es el momento del desarrollo de las ciencias específicas que antes se incluían en la geografía como son la botánica, la física, la química; la especialización de la cartografía, tras la complejidad de las tareas para la realización de los mapas, hace que se configure como ciencia independiente.
Humboldt y Ritter: La geografía en el siglo XIX
Alexander von Humboldt Karl Ritter
Los máximos representantes de la geografía científica moderna de fines del siglo XVIII y principios del XIX fueron los geógrafos alemanes Alexander van Humboldt (1769-1859) y Karl Ritter (1779-1859). Sus estudios aportaron puntos de vista hasta entonces poco comunes ya que incluyeron en sus investigaciones las ciencias naturales, la climatología, la geología y la geografía humana como disciplinas conexas a la geografía general. Sin embargo, aunque su obra fue de gran interés para el momento apenas tuvo repercusión en los años inmediatos, solo a finales del siglo se recoge la herencia de estos geógrafos con la aparición del nuevo enfoque de la geografía.
Las consecuencias de la revolución industrial y del imperialismo provocaron la institucionalización de la geografía. Se dio entonces la proliferación de sociedades geográficas que promovían no solo las exploraciones y el conocimiento etnográfico y científico en general, sino también el comercio y la expansión territorial de los países que fomentaban.
En el siglo XIX triunfó la mentalidad positivista basada en el método científico o hipotético-deductivo. Este método formula principios que explican los hechos partiendo de la experiencia. El positivismo defiende el determinismo geográfico, es decir, la influencia del medio físico sobre las actividades humanas, y las rigurosas relaciones causa-efecto entre ambos.
Ya en el siglo XIX los mapamundis, mapas completos del mundo, tenían gran precisión en las áreas costeras, pero presentaban vacíos al interior de los continentes.
Otros geógrafos negaban ese determinismo y a finales del siglo XIX el llamado posibilismo explicaba que el medio sólo ofrece posibilidades y que el ser humano aprovecha libremente de una manera u otra. Para ellos lo importante es comprender la realidad de la región, sus elementos físicos, históricos y humanos de forma integrada, sin entrar en valoraciones ni elaborar leyes universales. Dos de sus representantes fueron Paul Vidal de La Blanche (1845-1918), fundador de la revista "Anales de Geografía", y el alemán Alfred Hettner (1859-1941).
Las nuevas geografías
Desde 1940 se vivió una nueva época de optimismo científico. La geografía teorético-cuantitativa retomó teorías neopositivistas aunque abandonó el determinismo y optó por las matemáticas como lenguaje idóneo por su rigor y su objetividad. Su objeto de estudio era el espacio y para explicarlo incorporaron la Teoría General de Sistemas que entendía ese espacio como un todo organizado constituido por un conjunto de elementos interactivos que funcionan como un ser vivo. Algunos representantes fueron Harvey, Claval, y los integrantes de la Escuela de Viena.
Más tarde la crisis económica acabó con el optimismo científico y los investigadores de la llamada geografía radical vieron la necesidad de adquirir un compromiso social en el proceso investigador, más que de elaborar un método. Introdujeron algunas tesis marxistas y trataron de explicar temas como la pobreza, el subdesarrollo, la ecología y las relaciones de dominación y dependencia (región polarizada). Geógrafos destacados en esta escuela son Marcuse, Yves Lacoste y Horacio Capel.
La geografía radical es una postura crítica que afirma que el espacio geográfico es un espacio social y culpa al capitalismo de la devastación medioambiental.
Otra línea de investigación es la geografía de la percepción que recoge ideas del conductismo y revaloriza lo subjetivo frente al positivismo. Para ellos la respuesta humana no sólo está condicionada por la razón, sino también por el medio ambiente y la manera que cada uno tiene de percibirlo. Carter y Lynch son defensores de esta tendencia.
Por último, la geografía humanista también crítica y ofrece alternativas a la neopositivista apoyándose en la filosofía existencialista, así como en el humanismo cristiano y en el marxismo. Su objeto de estudio es el espacio vivido o lugar que tiene un sentido concreto, lleno de significado que lo diferencia del espacio abstracto alejado de la experiencia. Algunos representantes de esta tendencia son Relph, Samuels y Tuan.
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