Cambios demográficos a través de la historia
La población total del mundo asciende a 7.500 millones de personas (Datos del Banco Mundial, 2020). Desde la aparición del ser humano en el paleolítico, la población ha crecido constantemente, pero de manera muy variable: fue lento durante milenios y muy acelerado en los últimos quinientos años.
El enorme crecimiento demográfico en la actualidad ha generado desequilibrios en la relación de los seres humanos con el ambiente
La Antigüedad: Crecimiento lento de la población
La paleodemografía ha establecido que durante el paleolítico, dadas las difíciles condiciones ambientales de frío intenso y de fuertes vientos del periodo glaciar, la especie humana vivió un proceso lento de expansión demográfica. Las comunidades subsistían de la cacería y de la recolección de alimentos, lo que implicaba una forma de vida nómada. En este contexto, en ocasiones las comunidades debían abandonar a las personas enfermas o de edad avanzada. A su vez, en períodos de escasez de alimentos, el control de la natalidad se realizaba a través de abortos e infanticidios. Todo ello repercutió en un bajo crecimiento de la población y en una escasa densidad demográfica de uno a dos habitantes por km2. La esperanza de vida promedio era de 15 a 18 años.
Posteriormente, durante el neolítico, se produjo el desarrollo de la agricultura, lo que significó una de las revoluciones de mayor trascendencia cultural para la humanidad. El desarrollo de la agricultura vino acompañado de labores como la preparación del suelo, la siembra de semillas, el cuidado de plantas y la recolección de frutos, que junto con la domesticación de animales, permitió la producción de mayor cantidad de alimentos. Todas estas actividades llevaron a la sedentarización de algunos grupos humanos y la aparición de las primeras aldeas.
Al iniciar la era cristiana se calcula que había unos ciento cincuenta millones de personas, la mayoría concentradas en el imperio romano y en el imperio chino, y las demás, dispersas en el resto de continentes. Junto con el uso y la manipulación de los metales y otros avances tecnológicos, la población mundial se incrementó hasta alcanzar los 300 millones de habitantes, con una densidad demográfica de entre cinco a diez personas por km2.
Edad Media y Moderna: Descenso Demográfico
El crecimiento demográfico en la Edad Media está relacionado con la expansión productiva, el incremento del uso de la tierra y la mano de obra, las transformaciones urbanas y el surgimiento de redes comerciales.
En este período de la historia eran muy comunes las guerras y las invasiones entre los imperios medievales europeos, lo que propiciaba una alta mortalidad. A ello, se sumó un fuerte descenso de la temperatura media de la Tierra hacia los siglos XVII y XVIII, la agricultura, dando lugar a hambrunas, durante las cuales los abortos y la anticoncepción en general, siguieron practicándose. Adicionalmente, fuertes epidemias azotaron a la población sobre todo en las ciudades. Algunas de las más fuertes, sucedieron a finales del siglo XIV, fueron la peste negra o bubónica, que diezmó entre la tercera y la cuarta parte de los habitantes en las zonas afectadas, la viruela que mataba a una de cada siete u ocho de las personas afectadas, además de estas, el cólera, la gripe, el tifo, la fiebre tifoidea y la sífilis tuvieron un gran impacto. Durante esta época, solo durante el período comprendido entre los siglos X y XIII, se presentó un notable crecimiento poblacional.
El triunfo de la Muerte, óleo de Pieter Brueghel el Viejo
Colonización y dinámica demográfica
A finales del siglo XV y durante siglos posteriores, el expansionismo euroeo, que dio lugar a la Conquista y Colonización de América, a la invasión del continente africano y de parte Asia y Oceanía, logró grandes impactos sobre la población mundial. El contacto entre la cultura europea y la americana, por ejemplo, implicó la más alta mortandad de la historia de la humanidad, puesto que de los cerca de 60 millones de habitantes de América, dentro de los cuales se destacaban civilizaciones como la maya, la azteca, la inca y los muiscas, y diversas comunidades con menor población, sólo sobrevivieron muy pocos. El efecto de las enfermedades traídas del antiguo continente como el sarampión, la viruela, la gripe y la fiebre tifoidea, disminuyeron la población por miles. Adicionalmente los fuertes trabajos a los que fueron sometidos y la crueldad de la guerra, contribuyeron a la disminución demográfica, tanto que fue necesario importar mano de obra esclava.
Mural (1929-1945) de Diego Rivera: Explotación de México por los conquistadores españoles
La revolución industrial y el crecimiento poblacional
A lo largo de la historia, la mayor disponibilidad de alimentos, los nuevos hábitos de higiene, los avances en las medidas sanitarias y en la medicina redujeron decisivamente la incidencia de enfermedades y muertes, lo cual contribuyó a la estabilización y al continuo crecimiento de la población hasta el siglo XVIII.
La Revolución industrial de los siglos XVIII y XIX significó un cambio en la dinámica demográfica del planeta. Así, la población europea logró obtener un abastecimiento de alimentos permanente, dado que los nuevos medios de transportes, entre ellos los barcos a vapor y los trenes, permitieron trasladar alimentos de lugares distantes. Así mismo, la creación de múltiples maquinas, entre ellas, los sistemas de calefacción, dieron lugar a mejores condiciones de vida en zonas con inviernos fuertes. En las ciudades, las viviendas en ladrillo, producto de la industrialización, y la mayor preocupación por la higiene, es decir, por proporcionar agua potable y hacer alcantarillados para trasladar aguas negras, hicieron que las epidemias disminuyeran.
Londres
Durante el siglo XIX, los avances en la medicina que incluyeron el desarrollo de vacunas, un mayor conocimiento del funcionamiento del cuerpo humano, el conocimiento de los microorganismos causantes de las enfermedades, y los procedimientos de higiene y esterilización, entre otros, llevaron a una fuerte reducción de la mortalidad humana. Sin embargo, persistió una alta mortalidad infantil pues uno de cada cuatro niños moría. Para 1700, el planeta contaba con 680 millones de seres humanos, en 1800 llegaban a 980 y para 1900 alcanzaba 1.645 millones.
En el año 1900 se llegó aproximadamente a mil seiscientos millones de habitantes. El constante aumento de la población europea sirvió de base para el crecimiento económico generado por la Revolución industrial. La explosión demográfica generó un rápido crecimiento de las ciudades, en donde se concentraban las actividades industriales y comerciales. Además ocurrieron grandes movimientos migratorios del campo a la ciudad, de Europa hacia América, y de otros países europeos hacia las distintas colonias.
El siglo XX: Inicio de fuertes cambios
En este período se desarrollaron las dos guerras mundiales en Europa y parte de Asia, conflictos que dejaron alrededor de 65 millones de muertos, en especial hombres jóvenes cuya desaparición logró un efecto sobre la fecundidad de la época. Sin embargo, se presentó un aumento de la población mundial. Entre 1900 y 1950 se produjo un incremento de alrededor de 855 millones de personas por la disminución de la mortalidad en otras regiones del mundo. Adicionalmente, hubo un mayor acceso de la población a los avances de la medicinal lo que disminuyó la alta mortalidad existente en los países pobres.
Crecimiento demográfico actual
Desde mediados del siglo XX, después de la Segunda Guerra Mundial, la población humana experimentó un acelerado crecimiento. La población total, que en 1950, era de 2.516 millones, pasó a más del doble en cuarenta años. Este aumento poblacional no fue igual en todas partes: la mayoría de los países de África, Asia y América Latina presentan las mayores tasas de crecimiento de la población, mientras gran parte de los países desarrollados tienen un crecimiento poblacional muy lento.
La distribución actual de la población es resultado de los procesos históricos de poblamiento y ocupación del territorio, en los cuales han influido, tanto las condiciones ambientales de los territorios, como los factores económicos, políticos, sociales y culturales. Espacios con mayores limitaciones naturales como climas extremos, por ejemplo, han permanecido poco poblados. Mientras tanto, las costas son espacios atractivos por sus recursos y por haber sido los asentamientos iniciales de los colonizadores, especialmente, en el caso de América y África.
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