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Vikingos: Ubicación geográfica y expansión

Durante casi 300 años (8 de junio del 793 al 25 de septiembre de 1066), los habitantes de las poblaciones europeas desde Dublín a Kiev advirtieron alteradas sus vidas por la violenta irrupción histórica de un pueblo cuyos muchos nombres se susurraban temblando, por su sangriento proceder saqueador. Los eslavos los llamaban rusos; los anglosajones, daneses; los irlandeses, “gaill” o “lochlannaigh”; los andalusíes, magos; y los francos, normanni. Se trataba de los Vikingos.

Vikingos contra irlandeses
Ilustración de un ataque vikingo contra los irlandeses.

Expertos navegantes y guerreros, los vikingos hicieron su presentación en la sociedad de manera violenta, cuando atacaron y destruyeron por completo el monasterio de Lindisfarne, situado en la costa norte de Inglaterra. Desde entonces y durante los siguientes tres siglos, la presencia vikinga paseará sus temerarias armas entre los extremos oriental y occidental del continente europeo, estableciendo sus dominios por la imposición de la fuerza.

Origen y ubicación geográfica

El 8 de junio del año 793 una fuerza militar apareció en el norte de Gran Bretaña arrasando el monasterio de Lindisfarne. Se daba inicio a lo que luego se denominó la “Era Vikinga”. Los atacantes eran de un grupo étnico de la familia de los pueblos germanos, quienes se habían establecido y desarrollado por siglos en la lejana Escandin
avia.

Los primeros grupos vikingos tuvieron sus tierras en tres territorios que en la actualidad forman los países escandinavos: Suecia, Noruega y Dinamarca.

Ubicación geográfica de los vikingos
Ubicación geográfica de los vikingos: Asentamientos vikingos (área verde). Expediciones vikingas (línea azul) con sus correspondientes años.

La geografía, como así también los recursos de estos vastos territorios, era muy variada y quizá la única referencia común para todos fue la existencia del mar, que además de brindarles recursos para la supervivencia, les ofreció una alternativa de comunicación que explotaron con una habilidad que los haría famosos.

Los daneses estaban establecidos en las penínsulas de Jutlandia y Escania, y poblaron las islas ubicadas entre ambas. Una de sus principales características fue su impronta militar, siendo frecuentes la organización de incursiones en territorios vecinos para su destrucción y saqueo.

Jutlandia y Escania
Jutlandia y Escania: Territorios de los vikingos daneses, actualmente Dinamarca y parte de Suecia.

Cuánto les importó a los vikingos daneses la preparación bélica, queda establecido en las fortificaciones de formato circular que construyeron, perfectamente organizadas, como la establecida en Haithabu.

A diferencia de los daneses, los vikingos noruegos estuvieron más cerca de la convivencia pacífica con sus vecinos de ultramar, aunque con el tiempo se lanzaron a la aventura conquistadora. Fue esa pericia la que les permitió controlar el mar del Norte y aventurarse por los ríos internos, mares e incluso el Atlántico. No resulta extraño que hayan colonizado los territorios de Islandia, Groenlandia y Vinlandia (nombre dado por los vikingos al territorio que actualmente se conoce como la Isla Terranova y a las zonas costeras que se encuentran alrededor del Golfo de San Lorenzo, en lo que hoy se conoce como Nuevo Brunswick y Nueva Escocia, en el actual Canadá).

Los vikingos suecos, por su parte, se ocuparon de las travesías navales, llegando a los confines de la Europa oriental, donde sentaron los primeros pilares de lo que sería Rusia.

Expansión de los vikingos suecos
 

La gran expansión

La teoría más extendida acerca de la gran expansión vikinga sugiere que fue precedida por un proceso de gran crecimiento demográfico, que llevó a los pueblos escandinavos a conquistar primero, y colonizar después, vastos territorios más allá de sus fronteras, proceso que se intensificó muy especialmente a partir del siglo VIII. Este desarrollo, a su vez, debió ha­ber estado sostenido por un mejoramien­to en las actividades relacionadas con la agricultura. Así, la eficiencia productiva permitió el crecimiento demográfico, y éste empujó a la población en procura de nuevas áreas de cultivo.

No obstante, se admite que el proceso implicó una multiplicidad de causas, en­tre las que sobresalieron, la debilidad de los territorios atacados; el declive de las antiguas rutas mercantiles, que les permi­tió a los vikingos una plena libertad de co­mercio; y la destrucción del poderío naval de los frísios (antiguo pueblo de marineros) en manos de los francos que dejó, a manera de inmediata consecuencia, buena parte del Atlántico sin otra presencia que la de las naves vikingas.

Estatua del último rey frisio
Estatua de Pier Gerlofs Donia, combatiente por la libertad frísia conocido como "El último rey de todos los frísios".

En los mares los vikingos tuvieron un predominio notable, en tierra se las ingeniaron para trasladar personas y especialmente mercancías con pe­ricia similar. El vehículo que utili­zaron para el caso fue el trineo, una caja de madera montada so­bre un par de esquíes o patines que podía trasladarse con cierta facilidad en terrenos nevados, ya sea empujados por las personas o, según el peso de la carga, por animales de gran porte. Los había de diverso tipo y tamaño, y según la condición social del propietario, estaban bellamente decora­dos con tallas. En ese caso, como elemento de lujo, solían ser enterrados al morir sus dueños.

Trineo vikingo
Trineo vikingo exhibido en el “Vikingskipshuset” Museo de barcos vikingos de Oslo.

Por lo general los esquíes se confeccio­naban con troncos de pino, y los había de hasta dos metros de longitud. En el caso de los esquíes más peque­ños, se utilizaban también los huesos más largos de los animales. Se cree que su uso en Escandinavia data de fines de la Edad de Bronce.

Después de su violenta irrupción en Gran Bretaña en 793, los vikingos iniciaron una serie de incursiones que, buscando incen­diar y saquear fortificaciones y poblados, afectó con especial regularidad a las cos­tas británicas y del oeste de la Europa con­tinental. Particularmente eran sus objetivos los monasterios y abadías, las que solían albergar riquezas apetecibles co­mo botín. Así, un año después del ataque a Lindisfarne, los vikingos arrasaron el monasterio de Jarrow y Monkwearmouth, en la costa inglesa, y el monasterio de Inishboffin, en territorio irlandés. También fueron blancos directos de los vikingos los pueblos del norte europeo que en el siglo VIII habían alcanzado un desarrollo tal que los hacía propicios para el asalto.

Lindisfarne
Lindisfarne es una isla con un castillo monasterio, localizada al norte de Gran Bretaña. Fue el primer monasterio atacado por los vikingos el 8 de junio del año 793, fecha considerada como el inicio de la Era vikinga.

Para fines del siglo VIII los vikingos se aventurarán a la costa francesa, donde asolarán el estuario del Loira y otras po­blaciones, y ya en 820 remontarán el río Sena. Pocos años más tarde operarán en las costas de los Países Bajos.

El avance vikingo tuvo un nuevo hito hacia 840, cuando establecieron un campamento invernal en Irlanda. Trece años más tarde, los noruegos controlaban por completo la región y en 866 establecie­ron un asentamiento permanente en la región de York. En este intervalo, una fuerza vikinga reali­zó su primer ataque contra Sevilla, la que fue arrasada en 844. 
Ragnar Lodbrok, conocido rey nórdico, comandó al ejército vikingo que asedió y tomó París el 28 de marzo del año 845. Luego de que los vikingos tomaran la ciudad, hicieron que el rey Carlos el Calvo, nieto de Carlo Magno, pagara 7000 libras para desocupar el territorio. Luego de Burdeos en 847, las próximas víctimas serán las costas ibé­ricas del este y la Toscana italiana.

Desde mediados del siglo IX, las incur­siones vikingas se multiplicarán, ya sea transoceánicamente, asolando costas, co­mo remontando los ríos hacia el interior del continente europeo, especialmente en Alemania y Francia. También se dirigirán hacia el extremo oriental para navegar el Volga y controlar Nóvgorod, en 861, y Kiev, dos años más tarde.

Desembarco vikingo
Desembarco vikingo en Francia. Los frecuentes ataques vikingos se convirtieron en una pesadilla para Carlomagno y sus sucesores.

Recién en 878 los vikingos sufrirán una serie de derrotas que pondrán algún límite a su expansionismo, cuando Alfre­do I, llamado el Grande, rey de Wessex, derrotó a los daneses. Desde entonces, los ataques vikingos persistirán, pero con desigual fortuna. Así, tendrán éxito en 885, cuando arremetan una vez más contra París, pero to­do será distinto tres años más tarde, cuando fueron derrotados inapelable­mente por Alain de Bretaña.

Batalla de Stamford Bridge
Batalla de Stamford Bridge, en el este de Yorkshire, Inglaterra, 25 de septiembre de 1066. Recreación de Peter Nicolai.

El nuevo siglo marcará la declinación de la expansión vikinga, siendo derrota­dos en el 911 en la desembocadura del Se­na, y en 931 en la región del Loira. Mejor suerte tendrán los vikingos en el Oriente, donde multiplicaron las incursiones por los mares Negro y Caspio y fun­daron el primer reino ruso en Kiev. Aunque a mediados de siglo reverdece el dominio vikingo en Gran Bretaña, desaparece definitivamente el 25 de septiembre de 1066, cuan­do el rey Harald III, conocido como "el despiadado", cede el triunfo y la vida en Stamford Bridge, batalla que da por concluida la "Era vikinga".

Referencia:
GIMENO, D. (2008). Grandes Civilizaciones de la Historia. Vikingos y Celtas. Editorial Sol 90.