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Ghana el imperio del oro

El imperio de Ghana (750-1068) estaba ubicado al sudeste de la actual Mauritania y en parte de Malí, al sur del Sahara, en el valle medio del río Senegal, en África. También conocido con el nombre de Wagadu, fue un reino con­formado por descendientes de la etnia Soninke que existió entre los siglos IX y XIII. Su desarrollo político fue posible gra­cias al control del comercio del oro (por lo que fue llamada la tierra del oro), el dominio del hierro usado para fabricar armas y el uso del caballo y el camello, lo que les permitió ejercer poder sobre sus vecinos.

LOS ORIGENES

Ghana, que podría derivar de la deformación de la palabra árabe ghani y que equivale a riqueza; constituyó uno de los depósitos aluviales más importantes de oro, no sólo de la zona, sino de toda África, además de considerarse como la región de los Wagadu, que literalmente significa “país de los rebaños”.  El control del oro estaba en manos del Rey, para evitar así las posibilidades de inflación. Los orígenes de Ghana son oscuros y todavía confusos. 

La realidad histórica es que Ghana se constituyó hacia el año 300 por tribus libio-bereberes, procedentes del África del Norte. Según la tradición, los primeros sobe­ranos fueron de raza blanca (Bereberes). En el 790, un negro, Kaya Maghan, para vengar el asesinato de su padre, mató al Rey blanco y ocupó su lugar con el nombre de Tunkara, es decir, "el Rey", fundando de esta manera una dinastía negra que gobernó durante tres siglos. Durante este período, entre los siglos IX y XI, es cuando Ghana alcanza su máximo apogeo tanto territorial como en riqueza y poderío.


REYES

Los últimos reyes de Ghana llevaban el título de tunka, ejerciendo a la vez los poderes políticos y religiosos. El rey, se servía de un consejo, conocido como el Gran Consejo del Rey, compuesto por altos dignatarios, algunos de los cuales eran ex esclavos o musulmanes, ya que a éstos últimos, manifestaba gran tolerancia hacia ellos. El soberano, a caballo, daba una vuelta por la capital tanto por la mañana como por la tarde, escuchando las quejas de sus súbditos más humildes, y acto seguido, ordenaba que se hiciera justicia. Económicamente, la principal riqueza del Estado provenía del comercio y el oro, que llegaba de las regiones meridionales como Galam, Bambuk o Bure, por medio de ciertos mercaderes llamados wangara. El rey tenía el monopolio que consistía en la apropiación de todas las pepitas descubiertas, para restringir la cantidad en circulación y evitar su devaluación.

La mayoría de los súbditos, al igual que el rey de Ghana, eran animistas, y el principal culto era el del dios-serpiente de Wagadu llamada Bida, y según la leyenda, el dios salía de su guarida el día de la entronización del rey y recibía anualmente el sacrificio de la más bella mujer del país.

La capital del Imperio, con reservas fue Kumbi, la ciudad debió ser de considerable extensión y se dividía en dos partes. La residencia real se componía de un castillo y de varios edificios de techo redondeado. Ambas ciudades quedaban unidas por una amplia avenida bordeada de casas de piedra y madera de acacia.

Kumbi Saleh fue fundada en el siglo III como enclave de rutas caravaneras. Fue la capital del Imperio de Ghana que dominó la región y se convirtió en la primera organización política que se conoce al sur del Sahara.

En el norte, Ghana tuvo que luchar incesantemente con alternativas de éxitos y fracasos contra los nómadas Bereberes. Los Arabes tuvieron noticias de las riquezas fabulosas del país de los negros, de su oro y de sus bellas mujeres. Partiendo de Marruecos, los Califas Omeyas organi­zaron en el 734 una primera expedición hacia el Sudán, logrando en esta oportunidad un enorme botín en oro y esclavos.

LOS ALMORÁVIDES

Un berebere, letrado musulmán, llamado Adballah Ibn Yasin se unió a un paisano, Yahia Ben Ibrahim, que regresaba de una peregrinación a la Meca, y comen­zaron a predicar en su país de origen (Sidjilmasa), pero fueron rechazados y se vieron obligados a retirarse a una isla del Senegal, donde construyeron un convento, que rápidamente ganó reputación y seguidores. Se les llamó "al-Morabetin" (los del Convento), de donde se derivó el nombre de Almorávides. En el 1042, sintiéndose suficientemente fuertes, los Almorávides se lanzaron a imponer un Islam purificado por todo el mundo.

El soberano de Ghana, conforme a una larga tradición de tolerancia, aceptó a los Almorávides en su territorio. Pero estos, una vez instalados estimaron que no podían soportar una soberanía negra e infiel. El creciente poder de los Almorávides aprovechó para atacar Ghana en 1062, bajo la dirección del general Abu-Bakr Ibn-Umar, que sitió la capital en 1067. En 1076, después de años de encarnizado enfrentamiento, los Almo­rávides, conducidos por Abu Bakr, penetraron por la fuerza en la capital de Ghana, Kumbi, sometiéndola y forzaron a sus habitantes a convertirse al islam, aunque el soberano del momento, Menin, pudo conservar su poder a cambio de pagar un altísimo tributo. Sus bestias, reunidas por millares alrededor de los pozos de agua, transformaron en áridas unas tierras hasta entonces cultivadas. Después de haberlo saqueado todo, los nóma­das se marcharon de nuevo al desierto en busca de pastos para sus cabalgaduras.

Años más tarde, Abu Bakr fue asesinado (1087) y Ghana recobró una semiautonomía, los soninké retomaron el control pero con su poder debilitado hasta que fue redu­cida a la condición de nación tributaria por el gobierno de Malí (1240).

Ghana permaneció como país dependiente de diferen­tes Estados, hasta que en 1960 se aprobó una Constitu­ción Republicana y la nación se convirtió en la República de Ghana, entrando a hacer parte de la Comuni­dad Británica, y teniendo como capital a Accra.


La Ghana contemporánea nombrada en honor al antiguo Imperio no estaba en su territorio. Según las leyendas tradicionales, los sobrevivientes del Imperio migraron hasta la actual Ghana, cuyos pobladores conocían como comerciantes de oro.

Referencia:
Meiseles Bernal, A. (1991). Senderos 7. Ediciones Cultural Colombiana Ltda.