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La economía en Europa hacia el siglo XI

Mapa de Europa que muestra los principales productos y rutas comerciales dentro y fuera del continente hacia el siglo XI.

El comercio

Para que el comercio floreciera en Europa fue necesario que la población, la producción y la riqueza aumentarán, y que se dieran condiciones de paz y de seguridad. Estas condiciones sólo se lograron hacia el siglo XI. Inicialmente el comercio se desarrolló entre las ciudades y los campos circundantes. Durante el siglo XI, este intercambio aumentó porque la producción agrícola generó excedentes con los cuales se podía comerciar. Pero, el crecimiento de las ciudades y de la producción agrícola hizo necesario comerciar con regiones apartadas. Por tal razón, en este siglo el comercio entre regiones abarcó la totalidad de Europa y alcanzó el mundo musulmán, el Imperio Bizantino y el Lejano Oriente.

Ferias y rutas comerciales

Para facilitar el comercio entre las regiones de Europa se organizaron ferias a las cuales llegaban los productos de todos los lugares. La feria más importante fue la de Champaña, en Francia, que mantenía la actividad a lo largo de todo el año.

Feria medieval

Reyes, señores feudales, abadías y prelados impulsaban, autorizaban, protegían y recaudaban impuestos en las ferias. Los productos a la venta eran diversos: pieles, paños, cerámicas, artículos de madera y de hierro, frutas, legumbres, hortalizas, cereales, pan, cerveza, licores, hierbas medicinales, animales, entre muchos otros.

Por su parte, los ríos eran la ruta privilegiada de los comerciantes, aunque con el paso de los siglos las vías terrestres se mejoraron poco a poco. El comercio necesitó de un sistema que hiciera más seguros los intercambios, es decir, de papel con valor comercial o dinero. El proceso para llegar a un sistema comercial y financiero recorrió los siguientes pasos:

Préstamos de dinero a interés: Esta práctica se inició en el siglo XI cuando los ricos mercaderes prestaron dinero con intereses muy altos a quienes no tenían capitales. Esta práctica fue condenada por la Iglesia.

Los bancos: Debido a que cada reino o feudo podía tener su propia moneda, se necesitó una persona que tasara y cambiara monedas. Este papel lo desempeñó el cambista que con el paso del tiempo dio origen a los bancos, en los cuales se hacían depósitos monetarios que luego se retiraban en la moneda más común o que solicitara el cliente.

“El cambista y su mujer”. (1514). Quentin Massys.

“El cambista y su mujer”. (1514). Quentin Massys. Representa el taller de un cambista, donde éste está pesando monedas, y su mujer le mira, más interesada en el dinero que en el libro de devoción que tiene entre las manos.

Los contratos: Para incrementar la seguridad en las grandes transacciones económicas, se utilizaron contratos escritos que representaban una cantidad de dinero, con la cual se podía pagar. Estos contratos son lo que hoy se conocen como letras de cambio.

Los artesanos

Con el crecimiento de la población en la ciudad y en el campo aumentó la necesidad de vestidos, cobijas, lonas para los cereales, utensilios para la cocina y de alimentos como el pan o el queso, entre muchas otras cosas. Esta demanda fortaleció el sector de los artesanos, quienes producían a mano, todo tipo de productos con pocas herramientas y trabajaban en pequeños talleres.

Durante el siglo XI los artesanos conformaron las cofradías, por medio de las cuales quedaban unidos por lazos de solidaridad y de caridad. En el siglo XIII se asociaron por oficios en gremios. Cada gremio tenía un estatuto que establecía las reglas del oficio, controlaba la distribución equitativa de las materias primas, el número de trabajadores, la calidad de los productos y su precio.

Gremios artesanales medievales

Seis oficios gremiales: canteros, alfareros, mimbreros (cestería), panaderos, boteros y zapateros.

Los gremios también crearon un sistema de asistencia para los miembros del oficio, que cubría a los enfermos, las viudas y los huérfanos, en algunos casos, tenían hospital propio. Cada gremio ocupaba una calle de la ciudad, a la que se daba el nombre de un oficio determinado.

La división del trabajo

En cada oficio artesanal existía una jerarquía compuesta por:

El maestro: era el artesano más antiguo y con mayor conocimiento del oficio. Dirigía el gremio, era el dueño del taller, de las herramientas y de las materias primas.

El oficial: trabajador experto del taller. A cambio de su trabajo recibía un salario.

El aprendiz: joven que se preparaba en un oficio determinado y, por tal razón, laboraba en el taller sin pago. El aprendiz vivía en la casa del maestro, quien era responsable de su manutención.

Antes del siglo XIII, un oficial podía llegar a ser maestro y un aprendiz a ser oficial si pasaban un duro examen. Posteriormente, el acceso a la categoría de maestro dependía de que el oficial creara una obra maestra, lo cual resultaba muy costoso.

Alfarero medieval

Alfarero medieval. Con el tiempo, los maestros heredaron su cargo, por lo que se formaron dinastías que pasaban de padres a hijos.

Surgimiento de nuevos oficios

Las ferias, los mercados, los artesanos y los talleres hicieron igualmente de las ciudades medievales los lugares privilegiados del intercambio y del progreso técnico. Los oficios textiles se perfeccionaron por doquier y consiguieron tejidos de dibujos complicados y refinados. Las industrias de lujo, como la orfebrería, la joyería, la peletería y la confección de guantes y sombreros, se empezaron a desarrollar.

Referencia:
Ortiz Jiménez, J. G. (2007). Nuevas Ciencias Sociales 7. Editorial Santillana S.A.