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Imperio Bizantino: La Iglesia Ortodoxa

Imperio Bizantino: La Iglesia Ortodoxa

El gran legado religioso de la civilización bizantina es, sin duda, la Iglesia de Oriente, que se conformó en medio de grandes disputas teológicas con la Iglesia Católica Apostólica Romana. Ésta última, se sentía heredera del antiguo Imperio Romano, que había tenido su epicentro en Roma, mientras que la Iglesia de Oriente se considera continuadora de la totalidad del Imperio Romano. De ahí que la primera se denomine "romana" y la segunda se reivindique "ortodoxa".

Ambas iglesias se configuraron en el contexto de los grandes desplazamientos poblacionales que se produjeron a partir de las llamadas invasiones bárbaras. Igualmente, ambas iglesias acusaron recibo del proceso de ruralización y la descomposición de los antiguos grandes imperios en entidades menores de carácter feudal, donde nacieron los burgos como nuevos centros de urbanización.

La Iglesia de Occidente evolucionó a partir de la fragmentación en diferentes reinos cristianos del Imperio Romano asentado en el oeste de Europa y la Iglesia de Oriente, a partir de la evolución del Imperio Bizantino, desde la instauración de la capitalidad en Constantinopla, hasta la caída de esta ciudad en manos de los turcos otomanos en 1453.

Catedral de San Basilio. Moscú, Rusia
Catedral de San Basilio. Moscú, Rusia. La iglesia de Oriente se transformó en diversas iglesias. Entre ellas, la rusa es una de la más populosas.

LA IGLESIA DE ORIENTE

Según la tradición del cristianismo oriental, la Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa es una comunidad cristiana cuya antigüedad se remonta a Jesús y a los doce apóstoles, a través de una ininterrumpida sucesión apostólica. Su doctrina teológica se estableció en una serie de concilios, de los cuales los más importantes fueron los Siete Concilios Ecuménicos orientales, que tuvieron lugar entre los siglos IV y VIII. Tras varios desencuentros y conflictos, la Iglesia Ortodoxa se separó de lo que hoy es la Iglesia Católica en el llamado Cisma de Oriente y Occidente, ocurrido el 16 de julio de 1054.

El cristianismo ortodoxo se difundió por Europa oriental gracias a la expansión del Imperio Bizantino, cuna de la Iglesia de Oriente, a la imposición de sus ejércitos y a la labor de grupos misioneros. Hasta la actualidad, todos los intentos ecuménicos por reunificar el cristianismo en una sola iglesia han fracasado, por más que las disputas teológicas que ahondaron el proceso cismático ya se han acallado. Hoy, la Iglesia Ortodoxa está constituida por varias iglesias autónomas que reconocen la autoridad del patriarcado al que corresponden.

Patriarca Kiryl de Rusia, Patriarca Bartolome I de Constantinopla y Patriarca Elias II de Georgia
Patriarca Kiryl de Rusia, Patriarca Bartolome I de Constantinopla y Patriarca Elias II de Georgia

LA HISTORIA DE UN CISMA

El ascenso de 
Constantino al trono franqueó el avance definitivo del cristianismo. Por su proximidad con el escenario geográfico del Evangelio, el cambio religioso se profundizó en la parte oriental del imperio, sobre todo en Constantinopla. Sin embargo, la religión oficial siguió siendo el paganismo. El Edicto de Milán, emitido en el año 313, aseguró la libertad de cultos, pero siguió siendo cuestionada la actividad evangélica, factor decisivo para la expansión de la nueva fe.

Esta situación cambió el 27 de febrero del año 380, cuando el emperador Teodosio promulgó el Edicto de Tesalónicaque declaraba el cristianismo religión oficial del imperio y prohibía el paganismo. De todos modos, la Iglesia no pudo mantenerse al margen de la división del Imperio Romano. Lejos de Roma, epicentro religioso de Occidente, la Iglesia Oriental adquirió un perfil propio que, bajo el nombre de Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa, la distinguió de la romana. Poco a poco, todo evolucionó hacia un cisma irreversible.

Disco de Teodosio
Disco de Teodosio. Objeto ceremonial hecho en plata, fue hallado casi partido en dos y doblado sobre sí mismo en Almendralejo, España. Teodosio es recordado como el gobernador que pretendió basar la unidad del Imperio en la instauración de un solo culto religioso.

El conflicto estalló en 864, cuando se producía una fuerte ofensiva del islam. Estando vacante el cargo de Patriarca de Constantinopla, fue elegido el teólogo Ignacio, quien obtuvo el apoyo del papa Nicolás I. El emperador bizantino Miguel III, a su regreso del frente de batalla, lo rechazó e impuso a Focio, teólogo académico. Focio acusó a los misioneros apostólicos romanos de tergiversar algunas tradiciones.

En 867, Focio dirigió una encíclica en términos muy duros a los otros patriarcas orientales, comentándoles la crisis política y eclesiástica en Bulgaria, así como las tensiones entre Constantinopla y Roma. En esta carta, Focio insistió en sus críticas y añadió una condena general a las prácticas litúrgicas en Occidente. Adrián II, sucesor de Nicolás I, convocó a un concilio para condenar y destituir a Focio. El emperador bizantino Miguel III desconoció la convocatoria de Roma y ratificó su total respaldo a Focio, quien continuó como Patriarca de Constantinopla.

El “Cisma de Focio” fue un periodo de 4 años en la historia del Imperio Bizantino (863 al 867), provocado por la disputa del patriarcado de Constantinopla entre Focio e Ignacio. Esta situación es un antecedente del Gran Cisma de Oriente que se da en 1054. Finalmente, el Concilio de Constantinopla no fue reconocido por nadie como ecuménico, ya que, diez años después, en 879, el Papado lo dio por anulado. En lo sucesivo, la Iglesia Ortodoxa griega y las que se crearon a partir de ella se organizaron mediante sus propios concilios o sínodos. Para la mayoría de las iglesias de Oriente, Focio es reconocido actualmente como santo y teólogo.

Fresco “Rus'-Byzantine War”
Fresco “Rus'-Byzantine War”. Año 860. Según cuenta la historia, después de que Miguel y Focio pusieron el velo de Theotokos en el mar, surgió una tempestad que dispersó los botes de los bárbaros rusos.

Posteriormente en 1054, el Papa de Roma León IX buscó una alianza con Bizancio. Viéndose amenazado por los normandos envió a el cardenal Humberto de Silva Candida junto a una delegación a Constantinopla. Pero éste era un adversario de la unión con la Iglesia griega y contribuyó a hacer irreparable la ruptura entre León IX y el patriarca de Constantinopla Miguel Cerulario.

El 16 de julio de 1054 en la iglesia de Santa Sofía, los legados de Roma excomulgaron a Cerulario y situaron en duda la legitimidad de su patriarcado. Mediante una bula depositada en el altar de la histórica iglesia, el cardenal Humberto de Silva Candida redactó la excomunión de celulario de la Iglesia de Roma y antes de marcharse de la ciudad se burló de las costumbres griegas. Días después Cerulario respondió excomulgando al cardenal y a su séquito, y quemó públicamente la bula romana, con lo que se dieron por terminadas las ya fragmentadas relaciones entre las dos Iglesias Cristianas.

El Cisma de Oriente es un hecho relevante dentro de la historia del cristianismo, que se da, más que por diferencias dogmáticas, por intereses políticos. Se rompen grandes vínculos entre las dos Iglesias que se nombran actualmente como Iglesia Católica Apostólica Romana e Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa y que no son más que los continuadores del cristianismo en el mundo. Esta disgregación reveló las pretensiones de suprema autoridad del Papa de Roma y las reivindicaciones de autoridad del Patriarca de Constantinopla.

El Gran Cisma
El Gran Cisma también tuvo gran influencia en las variaciones de las prácticas litúrgicas (calendarios y santorales distintos) y en las disputas sobre las jurisdicciones episcopales y patriarcales.

LA EVOLUCIÓN RELIGIOSA

Entre los siglos VIII y XI, la Iglesia Ortodoxa griega adquirió su perfil definitivo en torno del patriarca de Constantinopla. Los otros patriarcados orientales -Alejandría, Antioquía y Jerusalén-, reconocidos en el Concilio de Calcedonia del año 451, habían perdido relevancia, ya que los territorios sometidos a su jurisdicción habían caído en manos del islam. Por otra parte, aunque valorada especialmente por ser la sede del Papado, Roma representaba una instancia muy lejana. No hay que olvidar que, desde el punto de vista del Imperio Bizantino, la Ciudad Santa estaba ubicada en la periferia del mundo civilizado, cuyo centro de gravedad era Constantinopla.

Mientras duró la hegemonía de Bizancio en el Exarcado de Ravena, varios Papas fueron de origen griego o sirio. Pero, condicionado por su realidad más inmediata, el Papado debía estar más atento a la evolución de los acontecimientos en Europa occidental, donde, al calor de las transformaciones demográficas, económicas y culturales, habían surgido nuevos reinos cristianos. En todos ellos germinaban tendencias autonomistas que el Papado condenó como herejías y a menudo terminó por combatir con las armas.

El episcopado oriental veía en el obispo de Roma un cargo imbuido de gran prestigio histórico y autoridad religiosa, pero entendía que las decisiones doctrinales y disciplinarias debían ser tomadas por los patriarcas en su conjunto o a través de un concilio general. Esta postura nunca fue aceptada por el Papa de Roma, especialmente cuando logró fortalecer sus alianzas con las casas reales y estamentos nobiliarios de Europa occidental.

Papa de la Iglesia Católica Francisco I y el Patriarca de Moscú y toda Rusia Kirill I
Papa de la Iglesia Católica Francisco I y el Patriarca de Moscú y toda Rusia Kirill I

Estos acuerdos constituyeron una parte esencial de la evolución de la Edad Media y, con el tiempo, posibilitaron la creación de las Cruzadas, que, aunque marcharon hacia Tierra Santa con el pretexto de contener al islam, fueron una ofensiva contra el Imperio Bizantino, cuya flota controlaba el Mediterráneo y las rutas comerciales con el Lejano Oriente. Socavar o arrebatarle su poder religioso era parte de un mismo proyecto geopolítico. Roma no estaba dispuesta a aceptar que el esquema imperante en Bizancio -subordinación del poder religioso al político- se trasladase a Occidente.

Sólo entendiendo esta diversidad de puntos de vista se pueden comprender las razones que acabaron separando a las iglesias de Oriente y Occidente. Las divergencias dogmáticas y de ordenamiento litúrgico fueron generalmente una pantalla que encubría estos conflictos, por supuesto, a través de las diferencias teológicas. Las divergencias religiosas se tradujeron en el empleo de lenguas diferentes y el uso de calendarios litúrgicos distintos. Terminaron incluso por reivindicar santorales con diversos protagonistas y manifestar una sensibilidad distinta respecto del culto a los íconos e imágenes, así como las normativas que rigieron la vida de las órdenes. De hecho, los últimos concilios ecuménicos ortodoxos que se celebraron en Oriente, en los cuales estuvieron presentes los delegados del Papa, fueron los de Nicea y Constantinopla. Este último, que culminó sin acuerdos, sigue sin ser aceptado por las iglesias orientales.

Líderes de diferentes iglesias ortodoxas durante un encuentro de patriarcas de Antioquía y Oriente Medio
Líderes de diferentes iglesias ortodoxas durante un encuentro de patriarcas de Antioquía y Oriente Medio.

La Iglesia Ortodoxa de Jerusalén

La Iglesia Griega Ortodoxa de Jerusalén es una de las quince iglesias autónomas que forman parte de la Iglesia de Oriente. Es considerada por los cristianos ortodoxos la iglesia madre de toda la cristiandad, ya que, según la interpretación ortodoxa del Evangelio, fue en Jerusalén cuando, en el día de Pentecostés, el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos de Jesucristo. Con la expansión del cristianismo, sin embargo, a causa de las crecientes persecuciones en Palestina -a manos del islam y de las Cruzadas-, la importancia de la sede de Jerusalén decreció.

Sin duda, hay un hecho incontrovertible que asigna importancia al Patriarcado de Jerusalén: tener a su cargo la custodia y el mantenimiento del Santo Sepulcro, un sitio relacionado especialmente con el cristianismo, tanto entre católicos como ortodoxos. El lugar, llamado también Gólgota -en arameo “calavera”- fue donde, según los Evangelios, se produjo la crucifixión, enterramiento y resurrección de Cristo. El Santo Sepulcro está en la Ciudad Vieja de Jerusalén, en la línea en que se demarcan -o confluyen- la Jerusalén oriental (árabe) y occidental (judía).

El Santo Sepulcro El Santo Sepulcro
El Santo Sepulcro. En el año 326, Helena, la madre del emperador romano Constantino, decidió que esta tumba era la última morada de Jesucristo tras identificarla durante unas excavaciones.

Exarcado de Ravena

Caída Roma en manos de los longobardos, Ravena la reemplazó como sede de la Iglesia cristiana de Occidente. Así surgió el Exarcado, que fue organizado por el basileus Mauricio (582-602). Al frente del mismo estaba el exarca, representante del emperador, que asumía tanto el poder civil como el militar. El territorio bajo dominio efectivo del exarca se extendía por la costa adriática de Italia desde Venecia, en el norte, hasta las Marcas. El resto de los territorios bizantinos de la Península Itálica no estaba bajo la autoridad directa del exarca, sino de duques o “magistri militum”. Sicilia constituía una unidad administrativa diferente, en tanto que Córcega y Cerdeña dependían del Exarcado de Cartago.

La Cristianización del imperio

El emperador Constantino dio un impulso decisivo al proceso de cristianización del imperio. Su propia conversión, aunque personal, ayudó a fortalecer la nueva fe. Constantino fue el primer emperador de Roma coronado por el Patriarca de Constantinopla. Constantino también reformó profundamente el imperio. Modificó la composición del Senado, aumentando el número de miembros de 600 a 2.000. El ejército fue reorganizado y jerarquizado en beneficio de los "comitatenses" unidades móviles acantonadas en las ciudades fronterizas y que sostenían los ataques exteriores.

En el año 310, para controlar la inflación, Constantino creó una moneda de oro, el "solidus"que estabilizó el sistema monetario. La ubicación de Constantinopla en un lugar estratégico del comercio entre el Lejano Oriente y la cuenca mediterránea aseguró el bienestar económico. La legalización del cristianismo ayudó a equilibrar la situación social. Constantino fue convertido en santo por la Iglesia Ortodoxa.

El 7 de marzo del año 321 el emperador Constantino I el Grande, para reforzar su autoridad imperial a efectos administrativos frente a Licinio, decretaba un edicto por el que regulaba el domingo. Éste ya gozaba de un estatus especial, ya que durante el siglo III era conocido entre los romanos como “dies solis” (el día del Sol), jornada semanal dedicada al Sol Invictus, divinidad pagana que había cobrado especial importancia en el culto imperial. Constantino estableció que sería el primer día de la semana y que durante el mismo los jueces no podrían dictar sentencia ni se podría trabajar en las ciudades. El 3 de noviembre de 383, otro emperador, Teodosio I, establecerá que el día de descanso, el "dies solis", pasará llamarse "dies dominicus".

Constantinopla

Constantinopla. Constantino es conocido por haber refundado la ciudad de Bizancio que, por este mismo hecho, pasó a llamarse Constantinopla.

En 330, Constantinopla también llamada “Nueva Roma” fue elegida por Constantino como sede de su corte. Beneficiada por las rutas comerciales que unían el Mediterráneo con Asia, la ciudad se convirtió en el epicentro del viejo Imperio Romano, al mismo tiempo que, en Occidente, Roma se hundía en medio de graves conflictos internos y ataques exteriores.

Los seguidores de Cristo y su debate hacia María

Los seguidores de la Iglesia Ortodoxa creen en un solo Dios, que, a la vez, es uno y trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo, de una sola naturaleza e indivisible. La Santísima Trinidad son tres personas distintas e inconfundibles, cada una de las cuales es una hipóstasis de la Trinidad, que comparte una misma esencia -'ousía'- increada, inmaterial y eterna.

Entre las numerosas discusiones teológicas que se producían en Bizancio -no en vano el dicho habla de “discusiones bizantinas”-, estaba el de la naturaleza de la Virgen María. ¿Por haber sido madre de Jesús era humana o por haber sido fecundada por el Espíritu Santo era divina? En la iconografía, los partidarios de la condición humana de la madre de Jesús la pintaban en un tamaño más pequeño, como para resaltar su terrenalidad.

Presentación de María
Presentación de María. Diversos artistas han recreado la escena de María donde según la tradición fue llevada, siendo una niña, por sus padres, San Joaquín y Santa Ana, al Templo de Jerusalén.

LOS MONASTERIOS

En el siglo IX, los monasterios proliferaron en Europa y, tras sus muros, se gestó una nueva visión religiosa que no excluía el trabajo manual, sino que, al contrario, lo exaltaba como parte de la penitencia. De este modo, el tradicional castigo divino de "ganarse el pan con el sudor de la frente" se convirtió en motor de numerosas actividades. El monasterio se convirtió en un factor de desarrollo económico en una Edad Media arrasada por continuas guerras.

De hecho, los monasterios comenzaron a oficiar de centros productivos. En la Iglesia Ortodoxa, las comunidades monacales se convirtieron en un factor de poder. Para poder mantener el total aislamiento de los monjes, un monasterio debía autoabastecerse. Su estructura arquitectónica diferenciaba claramente los espacios reservados a las tres actividades básicas: oración, trabajo y descanso.

En Capadocia, San Basilio el Grande (330-379) fue el pionero del monacato. Después de su visita a los eremitas de Egipto, se retiró a Neocesarea. Fundó después varios monasterios que siguieron su normativa, cuyos monjes fueron llamados "monjes basilianos".

Gran Monasterio de Lavra
El Gran Monasterio de Lavra, de la Iglesia Ortodoxa Griega, se levanta en el Monte Athos. En él fue hallado el "Tractatus Coislinianus" un manuscrito que esboza una teoría de la comedia en la tradición de la "Poética" de Aristóteles. La obra afirma que la catarsis de la comedia se da a través de la risa, como la de la tragedia a través del llanto y el horror.
 

Referencia:
Gimeno, D. (2008). Grandes Civilizaciones de la Historia. Imperio Bizantino. Editorial Sol 90.