Imperio Carolingio: Historia
El escenario geográfico donde germinó y cobró fuerza la cultura carolingia fue la Europa occidental, allí donde se resquebrajó la inmensa "falla geológica" de la historia que se interponía entre el Imperio Romano de Occidente y los pueblos germánicos que, en oleadas incesantes, avanzaron sobre Roma. Uno de esos pueblos “bárbaros” -así denominaban los romanos a quienes no pertenecían a su imperio-, los francos, lograron establecer una sólida alianza con la Iglesia de Roma y, sobre la base del catolicismo, sentar las bases del Imperio Carolingio.
Antecedentes
Tras el asesinato de Alejandro Severo, emperador romano último de la dinastía Severa, a manos de sus propios soldados, el 18 de marzo de 235, el Imperio Romano entró en una pendiente de crisis irreversible. En la Península Itálica y en las provincias de Europa central y occidental surgieron nuevas entidades políticas, regidas por poderes estatales efímeros, mientras que la vida económica se vio marcada por la incertidumbre de las fronteras, el estancamiento de la producción agraria, la dificultad de los transportes, la depreciación de la moneda y la quiebra del comercio.
A principios del siglo V, las etnias germánicas, empujadas hacia el oeste de Europa por la presión que ejercían las tribus de los hunos, procedentes de las estepas asiáticas, penetraron en el Imperio Romano. Las fronteras cedieron fácilmente, entre otros motivos por la falta de soldados que las defendiesen. Las antiguas legiones romanas, ya muy reducidas, no pudieron impedir que la ciudad de Roma fuese saqueada por visigodos y vándalos.
Los pueblos invasores se instalaron en diferentes regiones del antiguo Imperio Romano, donde fundaron reinos independientes. Uno de los más importantes fue el reino de los francos, que derivaría con los siglos en el Sacro Imperio Romano Germánico.
Pueblos germánicos
Se engloba bajo la denominación de “pueblos germánicos” a un conjunto de etnias de origen indoeuropeo que habitaban una extensa región llamada Germania, al norte del Imperio Romano. Las tribus germánicas más importantes fueron los godos, los francos, los burgundios, los vándalos y los suevos. A pesar de ser pueblos diferentes, muchos de ellos se fusionaron a lo largo del tiempo. Puede afirmarse que, en su diversidad, los germanos poseían características muy similares, en especial una temible disposición y habilidad para la guerra. Se establecieron hacia el año 500 a.C. sobre las costas del mar Negro y el mar Báltico y, a comienzos de la era cristiana, avanzaron sobre el resto de Europa.
Anglosajones: El término de “anglosajón” engloba a diversos pueblos germanos que, a partir del siglo V de la era cristiana, invadieron y conquistaron Inglaterra en el sur de Britania. En el año 597, el Papa Gregorio I el Grande envió a San Agustín a Kent, con un séquito de cuarenta monjes benedictinos romanos. El rey Adalberto o Ethelberto (560-616), casado con una reina franca cristiana, asumió el cristianismo, siendo canonizado tras su muerte con el nombre de San Adalberto.
Ostrogodos: Los ostrogodos establecieron un extenso reino al este del río Dniéster, en las proximidades del mar Negro, territorio que hoy es parte de Ucrania y Bielorrusia. Tradicionalmente sometidos a los hunos y los bizantinos, protagonizaron distintas rebeliones. En 474 fue elegido rey Teodorico, el más conocido de los monarcas ostrogodos. Hubo varios períodos de guerras y treguas entre él y el emperador bizantino Zenón. En 488, Teodorico invadió Italia y en 493, derrotó y dio muerte en la batalla de Adda a Odoacro, rey de los hérulos.
Lombardos: Era un pueblo belicoso que ocupaba la región de Pannonia. Justiniano los había autorizado a que se establecieran allí para que sirviesen de barrera contra las invasiones de otros pueblos bárbaros. En agradecimiento lucharon contra los ostrogodos, pero la presión de los pueblos ávaros los obligó a abandonar Pannonia y desplazarse hacia Italia.
Mapa de los reinos germanos
Francos: Los francos constituyeron una etnia procedente de Baja Renania y de los territorios situados en las proximidades de Westfalia. Al igual que muchas otras tribus germánicas que se desplazaron desde el este hacia Europa occidental, los francos pasaron a formar parte del Imperio Romano en su última etapa. Lo hicieron en calidad de entidad autónoma confederada, encargada básicamente de defender las fronteras del ya decadente imperio. Los francos establecieron un reino que se consolidó en un territorio que abarca la mayor parte de la Galia, así como la región de Franconia, en Germania. Sin imaginarlo, fueron la simiente de lo que más tarde serían dos modernos Estados actuales: Francia y Alemania.
De esta etnia es originaria la familia de Carlomagno. Su abuelo Carlos Martel ocupó la plaza de mayordomo de palacio del reino de Austrasia desde el año 715 hasta su muerte, librando importantes batallas que lo hicieron con los resortes de poder. Antes de morir, Carlos Martel repartió sus títulos entre sus dos hijos: Carlomán heredó el cargo de mayordomo -especie de jefe de gobierno o primer ministro- del palacio de Austrasia y Pipino (padre de Carlomagno) el de mayordomo del palacio de Neustria. Carlomán y Pipino se repartieron el poder del reino franco, pero se aliaron para mantener estables las fronteras. En 747, Carlomán se retiró a la vida monástica y cedió la mayoría de Austrasia a su hermano. De este modo, Pipino se convirtió en rey de todos los francos.
En 476, el jefe bárbaro Odoacro, destituyó a Rómulo Augústulo, un niño de 15 años que fue el último emperador romano de Occidente, y envió las insignias imperiales a Zenón, emperador romano de Oriente. Bizancio se convirtió de este modo en el heredero del Imperio Romano. A comienzos del siglo VIII, el Reino Franco de origen merovingio, se encontraba en plena decadencia. Por problemas sucesorios, estaba dividido en tres partes: Austrasia, Neustria y Borgoña, y era gobernado, de hecho, por los mayordomos de palacio.
Forjadores de un Imperio: Antepasados de Carlomagno
La base del Imperio Carolingio fue el reino Franco, el cual fue fundado por Meroveo, con quien se inicio la dinastia Meronvingia que luego degenero en "los reyes holgazanes" quienes dejaron el gobierno a los mayordomos de palacio (nobles) destacandose Carlos Martel quien derroto a los arabes en la Batalla de Poitiers. su hijo Pipino el Breve destrono al ultimo rey holgazan, Childerico III e instauro la dinastia Carolingia.
Meroveo Clodoveo Dagoberto Carlos Martel
MEROVEO: Fundador de la dinastía merovingia. La familia del jefe militar franco Meroveo, de estirpe germánica, gobernó la actual Francia y parte de Alemania entre los siglos V y VIII. Su hijo Clodoveo I fue el primer monarca de la dinastía. A su muerte el reino franco fue dividido entre sus hijos, según la costumbre de los merovingios.
CLODOVEO I: Fue rey de los francos desde el año 481 al 511. A lo largo de su reinado Clodoveo se empeñó en conservar y agrandar su reino para que lo heredaran sus hijos, según lo establecido por la tradición germánica. Para lograrlo, no dudo en eliminar todos los obstáculos que se Ie presentaron. Asesino a todos los jefes salios y renanos vecinos, algunos de los cuales eran sus antiguos compañeros, así como también a miembros de su familia. De esta manera, Clodoveo conquistó la mitad norte de la Francia actual. Para ello, se alió con los francos renanos y luego llevó a cabo ofensivas hacia el sur.
DAGOBERTO: Siglo VII, El franco Dagoberto se convirtió en rey de Austrasia cuando aún no era mayor de edad. Después, conquistó los reinos de Neustria y de Aquitania. En un intento por centralizar el poder, se estableció en París, ciudad a la que convirtió en capital. La nobleza se opuso a esta política y promovió distintos levantamientos separatistas. A su muerte, sus dos hijos se repartieron el reino.
CARLOS MARTEL: Abuelo de Carlomagno, hijo no matrimonial de Pipino II y de Alpaide de Bruyeres. A la muerte de su padre, Carlos Martel ocupó la plaza de mayordomo de palacio. Pero como era bastardo, Plectrude esposa de Pipino II, reclamó el poder para que lo ocupara su hijo Thiaud, que contaba con 6 años de edad y era heredero legítimo. En 715 Carlos fue encarcelado, pero se evadió. Se puso al frente de las revueltas de Austrasia y recuperó el poder.
PIPINO EL BREVE: Pipino III rey de los Francos, más conocido como Pipino el Breve fue el hijo menor de Carlos Martel y de Rotrudis de Tréveris. Después de compartir el gobierno de su reino con su hermano Carlomán, tras la muerte de su padre, el 28 de julio de 754, en la basílica de Saint Denis, el papa Esteban II consagró a Pipino como rey de los francos y Patricio de los romanos. Los hijos y herederos de Pipino Carlomán y Carlos (Carlomagno), también fueron consagrados en la misma ceremonia.
Aliado firme de la Iglesia Católica, Pipino el Breve sojuzgó veintidós ciudades de la Italia central, Ravena, Perusa y las provincias de Emilia-Romagna y de la Pentacole, que regaló a Roma y que después se convertirían en el Estado Pontificio. Carlomagno, sucesor de Pipino el Breve y artífice del Imperio Carolingio, continuó con la labor de su padre, su política consistió en sojuzgar, anexar y cristianizar, como lo hizo con las tribus anglosajonas. Se dedicó también a mantener a raya a las otras dos grandes potencias de la época: el Imperio Bizantino y el Islam, ello lo obligó a estar en estado de guerra casi permanente.
En el año 800, Carlomagno fue coronado emperador de Occidente por el papa León III y su dominio abarcó la mayor parte de Europa, en la cual implantó y defendió la cristiandad. Aquisgrán fue la sede del emperador, desde ahí administró el imperio que estaba organizado en condados y marcas, los primeros correspondían al territorio de una ciudad y estaban administrados por condes, responsables de la seguridad, los impuestos y la justicia. Por su parte, las marcas fueron territorios fronterizos establecidos como defensa contra pueblos enemigos, por ejemplo, en el oriente estaban las marcas contra los avaros y los eslavos. En el norte, se estableció la marca contra los daneses y en el suroccidente, la marca Hispánica, contra los musulmanes.
Alcuino de York en la corte de Carlomagno. Importante monje y ayudante del emperador en el delineamiento del renacimiento cultural.
Uno de los vectores que animaron la construcción del Imperio Carolingio fue la convicción de que la nueva entidad política no era otra cosa que la continuidad del antiguo Imperio Romano de Occidente. En este sentido, el proyecto fue entendido como una restauración de la Antigüedad. De ahí que el concepto de "cultura occidental" se asocie, aun en la actualidad, con el espíritu innovador de Aquisgrán.
No en vano, la actual Unión Europea invoca la figura señera de Carlomagno y tiene en Aquisgrán su gran referente. En su momento, proclamarse continuadores del Imperio Romano también significó, al menos en el imaginario de los dirigentes, postularse como la continuación de la Grecia Clásica.
El nacimiento de una dinastía
A partir de que los llamados “reyes holgazanes” -nombre con que pasaron a la historia los mayordomos de palacio francos- fueron desalojados del poder del reino, por Pipino el Breve, surgió una nueva dinastía, destinada a cambiar el panorama geopolítico de Europa occidental. Se trataba de la dinastía carolingia.
Uno de los mayores logros de Pipino fue la resistencia contra los pueblos árabes que, hechos fuertes en el califato de Al-Ándalus, que cubría gran parte de la Península Ibérica, amenazaban con cruzar los Pirineos y avanzar sobre el resto de Europa. Al mismo tiempo, otros pueblos, procedentes del este, también intentaban conquistar el territorio franco. Para hacer frente a estas amenazas Pipino entendió que debía contar con la alianza de otros reinos cristianos y que, para ello, nada mejor que establecer una alianza estratégica con el Papado romano, cabeza de la cristiandad en Occidente.
Vitral que ilustra el momento en que Pipino el Breve es declarado "protector de los romanos" por el papa Esteban II.
Pipino no titubeó en acudir en ayuda del papa Esteban, cuyos territorios pontificios en la Península Itálica peligraban ante el avance de los lombardos, la derrota de los mismos fomentó una relación más estrecha entre ambos poderes, de modo que el reino franco se convirtió en el brazo armado del Papa. A su muerte, en el año 768, Pipino fue sucedido por sus dos hijos: Carlos y Carlomán. Tras la sorpresiva muerte de Carlomán, el reino franco quedó en manos de Carlos I, quien dotado de una gran visión política y de una gran capacidad organizativa, profundizó la línea iniciada por su padre, de estrecha alianza con la Iglesia de Roma.
En el plano político y militar, Pipino obtuvo importantes victorias contra los musulmanes y consiguió sofocar una sublevación en Aquitania, a la vez que, a través de la cesión de territorios, creó los Estados Pontificios.
El Imperio de Carlomagno
La muerte de Carlomán, el 4 de diciembre de 771, permitió que Carlos emperador entre 771 y 814, reunificara nuevamente el reino que abarcaba ya a Neustria, Austrasia, Aquitania, Borgoña y Provenza, y emprendiera prolongadas campañas de conquista. El 5 de junio de 774 sofocó una nueva sublevación lombarda en Italia y, se proclamó Rey de los francos y los lombardos. En 796 sometió a los ávaros y, después de tres décadas de incesante guerra, impuso el cristianismo a los sajones y frisones. También intentó llegar hasta el Ebro, en la Península Ibérica, pero no pudo dominar el califato de Al-Ándalus.
Tras extender las fronteras de su reino hasta el río Elba, por el este, y hasta la Marca Hispánica, por el suroeste, en la Basílica de San Pedro (Roma) el 25 de diciembre del año 800 se hizo coronar Emperador de los Romanos por el Papa León III. Este paso convirtió a la dinastía carolingia en sucesora del Imperio Romano de Occidente y defensora efectiva del pueblo cristiano.
El Papa quedó relegado por el momento a cumplir con un papel fundamentalmente religioso. De este modo, la Iglesia romana, cercada por el Imperio Bizantino, hegemónico en la cuenca oriental del Mediterráneo, y el avance del Islam, fuerte en la cuenca mediterránea occidental y en la Península Ibérica, confió su supervivencia al flamante Imperio Carolingio, que se convirtió en el contrapeso de los otros dos poderes imperiales. Acorde con la nueva realidad geopolítica, Carlomagno impulsó la recuperación del espíritu romano perdido. Como fruto de este esfuerzo se desarrolló el llamado "Renacimiento carolingio".
Este emperador emprendió la construcción de grandes conjuntos monásticos y catedralicios que le servirían de base para la cristianización de los distintos pueblos sometidos, organizó territorialmente la administración religiosa, creó importantes escuelas y centros de estudio y fomentó la traducción de numerosas obras de la Antigüedad clásica. Se trató, sin duda, de una verdadera revolución cultural. Entre las medidas más relevantes impulsadas por Carlomagno estuvo la creación de una escritura común en todo el imperio: la minúscula Carolina.
Sucesión y fragmentación
A Carlomagno le sucedió su hijo Luis el Piadoso, también conocido por su nombre latino Ludovico Pío (814-840), que ya era rey de Aquitania y había conquistado Barcelona en 801, fijando el límite de la Marca Hispánica. Sin embargo, poco le duraron estas glorias iniciales. Si bien ascendió al trono imperial se desentendió de la expansión del imperio y, en especial, de contener al principal enemigo del momento: el Islam, que mantenía en jaque a Europa occidental y se infiltraba por los Balcanes.
Luis el Piadoso sólo emuló a su padre en materia intelectual. Entusiasta de la cultura y profundamente religioso, bajo su reinado el movimiento artístico siguió floreciente. Auspició la creación de nuevos e importantes centros culturales, como Metz, Tours o Reims. Este esfuerzo en lo cultural no sirvió, sin embargo, para resolver los diversos conflictos internos que cobraban fuerza en el imperio. El final de su reinado coincidió con el levantamiento de sus hijos mayores, Lotario, Pipino y Luis.
Luis el Piadoso ya había repartido el Imperio entre ellos, pero, al poco tiempo, propuso un nuevo reparto que incluía a Carlos, el menor, hijo de otra madre. Los enfrentamientos sucesorios entre los nietos de Carlomagno, por el reparto del poder, amenazaron la integridad del imperio. Tras la muerte de Ludovico (20 de junio de 840), por el Tratado de Verdún (843), el Imperio Carolingio quedó dividido entre los tres pretendientes restantes: Lotario I recibió las tierras centrales (Lotaringia), Luis el Germánico hizo suya la parte oriental y Carlos el Calvo se quedó con la parte occidental.
El Sacro Imperio
Los nietos de Carlomagno fueron los últimos en mantener la unidad imperial. Sus sucesores ya no demostraron ser capaces de conservar la estabilidad política y militar y, poco a poco, se fue perdiendo la unidad lograda a través de la figura del emperador, las nuevas presiones externas obligaron a Carlos el Calvo a reconocer, mediante la capitular de Quierzy (877), la posibilidad de que los grandes funcionarios carolingios pudieran transmitir sus derechos territoriales a sus hijos.
En consecuencia, aparecieron grandes principados de tipo hereditario que marcarían el nacimiento del feudalismo. En realidad, estos señoríos constituían unidades económicas, generalmente agrícolas, entrelazadas entre sí por intereses dinásticos. Pese a esta creciente fragmentación, los sucesores de la dinastía carolingia consiguieron mantenerse en el poder hasta el siglo X. En Occidente, los descendientes carolingios llegaron hasta 987, año en que fueron sustituidos por los Capeto.
En la culminación de este proceso se conformó el Sacro Imperio Romano Germánico, que fue la unión política de un conglomerado de estados de Europa Central. Increíblemente, esta entidad política se mantuvo desde la Edad Media hasta inicios de la Edad Contemporánea. Formada en 962, tiene sus orígenes en la parte oriental de las tres en que se dividiera el Imperio Carolingio. Desde entonces, el Sacro Imperio se mantuvo como la entidad predominante en Europa central durante casi un milenio, hasta su disolución en 1806 por Napoleón Bonaparte.
Ubicación en Europa del Sacro Imperio Romano Germánico
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