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Las cruzadas

La época de las cruzadas

En el siglo XI la cristiandad vivía una época gloriosa por el oeste de Europa, y el conjunto de papas-hombres de Estado de aquel tiempo se alegraba de la caída de todos los enemigos de la Iglesia. Aunque el poder eclesiástico como poder político fue cuestionado duramente, lo que nunca estuvo en disputa fue la hegemonía del cristianismo en Europa. Sin embargo, una amenaza se cernía sobre el continente: el Imperio Islámico. En dos siglos, los musulmanes habían capturado y dominado el Medio Oriente, el norte de África y la Península Ibérica. La expansión islámica preocupó seriamente a los países cristianos: su avance por Francia fue detenido en la batalla de Tours (732). Pero, como cada vez más países se sometían al Imperio musulmán, las rutas comerciales con el Oriente se cerraron y la Tierra Santa cayó en su poder.

El renacimiento comercial

Entre los años 900 y 1200, los europeos empezaron a salir de la pobreza gracias a las mejoras en la producción agrícola, al aumento de la población, al incremento de la producción artesanal y manufacturera, al trabajo de los metales y al fortalecimiento del comercio.

Para los años 1200, es decir en el siglo XIII, se había formado en el continente una poderosa y eficiente red de comercio y finanzas. Esta red estaba constituida por las rutas comerciales, las ciudades con sus centros de mercado o ferias como se le llamaba, y por el grupo de comerciantes que habían hecho dinero en el comercio y ahora lo prestaban a otros comerciantes para financiar sus negocios, a cambio de un interés, por supuesto. Muchas de esas ciudades tenían sus propias flotas navieras y controlaban varios puertos y centros manufactureros. Este proceso de reapertura de las rutas comerciales y las actividades manufactureras, se inició con una serie de guerras internacionales llamadas las cruzadas.

mapa de las cruzadas

Intereses de las cruzadas

Aunque la fe religiosa mueve montañas, a los ejércitos y a los gobernantes también los mueven los intereses económicos y políticos. Las cruzadas, además del gran interés religioso de rescatar la Tierra Santa, también era económica y políticamente conveniente a varios grupos:

La Iglesia: aumentaría su poderío e influencia si nuevas tierras y poblaciones eran conquistadas para el cristianismo. Recordemos que la Iglesia era la suprema autoridad religiosa, y que la religión era de una enorme influencia en todos los aspectos de la vida feudal. Muy inteligentemente la Iglesia vio además que, siendo la guerra la principal actividad de los nobles, era mejor que guerrearan contra los musulmanes que entre los mismos cristianos.

El imperio bizantino: por hallarse ubicado al Silente del Mediterráneo, tenía como vecinos inmediatos al imperio musulmán. Por lo tanto le convenía enormemente que los príncipes europeos del occidente atacaran a los musulmanes, debilitándolos. Y tenían razón, pues pocos siglos después los musulmanes llamados ahora turcos, atacaron y se apropiaron de Constantinopla.

Las Cruzadas (1095-1291) fueron expediciones convocadas por la Iglesia, con el fin de unir a toda Europa mediante la cristianización y el deseo de conquistar nuevos territorios. En las Cruzadas están plasmados todos los intereses de ese momento en Europa occidental.

Estas Cruzadas estuvieron inspiradas por la reconquista española iniciada 300 años antes y cuyo objeto fue la recuperación cristiana de España, tanto al este como al oeste. Dicha reconquista fue predicada inicialmente para detener el avance musulmán que amenazaba entonces a los Pirineos; en este momento histórico se destaca la figura de Rodrigo Díaz de Vivar, conocido como el Cid Campeador, que nació en Burgos en 1043; sus éxitos motivaron, luego, a los cristianos para iniciar las guerras conocidas como Cruzadas, con el objeto de recuperar las tierras santas.

La tierra fue fuente de poder y de riqueza en la sociedad feudal; los nobles que no heredaban (el segundo hijo en la nobleza no heredaba la tierra ni la riqueza, sólo los títulos) abanderaron esta causa como una posibilidad de adquirir su propia tierra. Ello significaba que los demás, aunque muy nobles y muy caballeros, quedaban próximos a la pobreza. Pero al ir a la guerra contra los musulmanes, estos nobles empobrecidos podían ganar nuevos prestigios, feudos y riquezas gracias al saqueo.

Fue así como la Iglesia defendió sus intereses y les permitió tener más poder y tierra, y organizar órdenes religiosas y militares que dirigieran las Cruzadas, cuyo objetivo primordial era la reconquista de las tierras santas en Jerusalén que estaban en poder del islam y sus seguidores.

Otro interés de las Cruzadas fue detener el avance turco que amenazaba a Europa. Para los comerciantes, significaban apoderase del comercio y las rutas de Oriente, el cual proveía productos como arroz, naranjas, albaricoques, pasas, perfumes, medicinas, materias para teñir, cochinilla o alumbre, algodón, seda y telas de fabricación oriental, a toda Europa occidental.

No puede negarse que entre las causas de las cruzadas se debe tener en cuenta la profunda convicción religiosa que caracterizaba la Edad Media, y que lleva a millares de cristianos a enrolarse en un movimiento para rescatar de manos de los musulmanes los territorios donde había vivido Jesús, conocidos como Tierra Santa; pero tampoco se puede olvidar el interés económico representado por las ciudades europeas, especialmente los puertos italianos, que resuelven aprovechar la oportunidad que se les presenta para ampliar sus beneficios comerciales.

Las poderosas repúblicas de Italia (Génova, Pisa y Venecia) prestan toda su influencia porque así favorecen sus intereses comerciales con Oriente. Las ciudades comerciales italianas como Génova, Florencia, Milán, vieron en las cruzadas la oportunidad de hacer excelentes negocios. Uno de ellos era el transporte de personas, caballos, provisiones y armamentos en sus barcos. Pero el mejor, era obtener privilegios de rutas y puertos comerciales en las tierras por conquistar, y en aquellas de donde venían los caballeros de la cruz.

El interés por las cruzadas fue promovido por la Iglesia Católica cuyo propósito era, de un lado aumentar su poder y por el otro sacar de Europa a la caballería que vivía del saqueo de templos y monasterios. El ardor bélico de los caballeros andantes y de los señores feudales apoyan con entusiasmo estas expediciones.

Las causas políticas, aunque secundarias, también influyen, pues los papas, emperadores y reyes, al ver que la cristiandad latina u occidental está amenazada por los partidarios de Mahoma en tres frentes: España, norte de África y Oriente, favorecen las Cruzadas, es decir, que hicieron guerras para mantener el control de la denominada Tierra Santa.

La causa decisiva fue el sentimiento religioso que consideraba un deber cristiano la guerra contra los infieles. Desde la conquista de Jerusalén, por los musulmanes, las peregrinaciones a Tierra Santa se hacían cada vez más difíciles. Por tierra las impedían los húngaros, mientras que por el Mediterráneo las hacían difíciles los árabes. Sin embargo, con estos últimos existía un acuerdo: permitían el viaje de los cristianos a Jerusalén a cambio de un impuesto que debían pagar. Pero cuando a mitad del siglo XI, los Turcos Selyúcidas se apoderaron de Siria y Palestina, se interrumpió todo intercambio con Europa, incluyendo el provechoso intercambio comercial con los países del Cercano Oriente y la India.

La belicosidad de los nobles feudales se canalizó contra el Islam, cuando los turcos selyúcidas se apoderaron del Califato de Bagdad y los viajeros cristianos denunciaron que los atropellaban en sus peregrinaciones a Tierra Santa (Palestina). Sobre todo, cuando el emperador bizantino, atacado en su territorio por los turcos, pidió ayuda al papa Urbano II y éste, buscando la unidad de católicos y ortodoxos, convocó a la cristiandad para reconquistar los Santos Lugares.

Se les llamó cruzadas porque los guerreros se cosían una cruz en su vestimenta para identificarse como cristianos y diferenciarse de los musulmanes. El nombre cruzados proviene del papa Urbano II, quien distribuyó unas cruces hechas de paño rojo a los caballeros, para que se la pusieran en la espalda o sobre el yelmo.

El concilio de Clermont

Las quejas de los peregrinos maltratados por los Selyúcidas, encontraron eco en los oídos de los ricos mercaderes que acudieron al Papa para aconsejarle que organizara una cruzada armada contra el Islam. El emperador bizantino Alejo I Comneno recurrió al Papa Urbano II (1088-1099) para reunir un ejército de mercenarios que le ayudaran a resistir la conquista selyúcida de sus territorios.

En el año 1095, en el concilio de Clermont-Ferrand, el papa Urbano II llamó a las armas para iniciar la reconquista de los santos lugares y prometió a quienes participaran en la cruzada el perdón de los pecados, la salvación eterna y un copioso botín. El Concilio duró desde el 18 hasta el 28 de noviembre de 1095,​ y asistieron unos 300 clérigos de toda Francia. Comenzaba así la época de las cruzadas que sólo finalizaría en el siglo XIII.

Concilio de Clermont
El llamamiento de Urbano II se produjo el martes 27 de noviembre de 1095, en el penúltimo día del concilio de Clermont.

Primera Cruzada (julio de 1097-1099)

En el año 1095, el papa Urbano II convocó la primera cruzada para conquistar Tierra Santa en un concilio efectuado en la ciudad de Clermont, Francia. El principal objetivo era ofrecer refuerzos al Imperio bizantino para expulsar a los turcos de Asia Menor o península de Anatolia. El papa Urbano ofreció recompensas espirituales y materiales a todos los que se animaran a participar en la cruzada. Con el lema ¡Dios lo quiere! (Deus lo vult), la cruzada comenzó ese mismo año con la preparación de pequeños ejércitos pertenecientes a nobles europeos. Además de los reyes de algunas naciones, como Francia, el Sacro Imperio y Hungría, también marcharon caballeros y sus huestes, hombres libres, mujeres y niños, muchos siguiendo su fe y otros en búsqueda de fortuna y aventuras.

Esta cruzada encendió una verdadera pasión religiosa entre la población y los caballeros, quienes se adjudicaron la tarea de luchar en nombre de Cristo, su máximo señor. Además de los motivos religiosos, las cruzadas tuvieron otros móviles como la necesidad del papado de afianzar su poder ante el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, la búsqueda de nuevas tierras y evitar la expansión de los turcos hacia Europa, la ambición de los caballeros de crear sus propios principados en Oriente y, para el caso de las ciudades italianas, el deseo de mejorar su posición en el comercio mediterráneo.

La envergadura de las cruzadas las convertía en un mecanismo de expansión de los valores de la sociedad europea y en una forma de estrechar los lazos comerciales entre Oriente y Occidente.

La cruzada fue predicada por Pedro el Ermitaño, antiguo militar que se hizo monje. Encerraba almade héroe en cuerpo enjuto a causa de lals penitnecias. Era de color moreno y luenga barba y su mirada brillaba a manera de relampago. Ha sido testigo de las humillaciones sufridas por los peregrinos que van a Tierra Santa, recorre gran parte de Europa enardeciendo a las multitudes con su fogosa palabra. Al grito de ¡Dios lo quiere! se organizan dos expediciones: una popular y otra regular. La popular la guía Pedro el Ermitaño; partió a principios de 1096. Era una turba desordenada, integrada por más de cincuenta mil personas. Fracasa, porque la mayoría mueren víctimas del hambre, de la peste y de los ataques turcos a inmediaciones de Nicea. Cada capitán comandaba su propio ejército que requería provisiones, por lo que llevaban consigo a los comerciantes. Uno de los ejércitos fue alemán, dirigido por Gualterio, y el otro francés, dirigido por el fanático religioso Pedro el Ermitaño.

Mapa primera cruzada

El Papa Urbano II logró organizar una campaña contra los Selyúcidas, luego de que una montonera de ladrones, pordioseros, aventureros y gente de la peor laya, motivados por el fanatismo y la ambición, después de atravesar a Europa y saquear cuanta ciudad encontraban en su camino, finalmente llegaron a territorio turco, donde fueron totalmente aniquilados.

Otras Cruzadas más organizadas fueron:

La regular la dirigen caballeros. La Cruzada italiana, dirigida por Bohemundo y Tancredo; la Lotaringia, dirigida por Godofredo de Bouillon; hombre valiente, hermoso, recto y piadoso, duque de Lorena, y la Cruzada de Languedoc, dirigida por Raimundo de Toulose, quien se autoproclamaba jefe de todas las Cruzadas al ser designado por el Papa. Forman tres cuerpos de ejército y por itinerarios distintos se juntan en Constantinopla. Se acordó que todas las fuerzas militares se encontrarían en las cercanías de Constantinopla en 1096, y desde allí se iniciarían las operaciones contra los turcos, quienes fueron vencidos en Dorilea (1 de julio de 1097); consecuencia de ello fue el dominio de Antioquía en 1097, por los cruzados.

El ejército organizado por iniciativa del Papa fue comandado por Godofredo de Bouillon, quien atravesó la Península de los Balcanes y el Asia Menor hasta llegar a Jerusalén, que después de un breve asedio, y sangriento asalto, cayó en poder de los cristianos (1098). El ejército de esta Primera Cruzada estaba compuesto por jóvenes hijos de nobles empobrecidos y endeudados, y aventureros ambiciosos que se aprovechaban del fanatismo del pueblo para formar los ejércitos, cuyos gastos costeaban las ciudades italianas que querían conseguir el monopolio comercial en Oriente y en Constantinopla. Godofredo rechazó la corona real que sus hombres le ofrecieron en Jerusalén, porque no se creyó digno de llevarla en el mismo suelo donde Jesucristo había llevado la corona de espinas.

Captura de Jerusalén por Godfrey de Bouillon
Godofredo de Bouillón, comandante de la primera cruzada. Captura de Jerusalén, 15 de julio de 1099.

Los cristianos, de los cuales sólo una ínfima parte retornó a su lugar de origen, fundaron en Siria reinos, principados y condados siguiendo el modelo occidental e introdujeron el orden social del feudalismo occidental. Pero pese a todo, sólo constituyeron una minoría cada vez más débil entre los millones de árabes, sirios, armenios, bizantinos y egipcios nativos. Para poder subsistir en medio de aquel mundo en su mayoría hostil, necesitaban el refuerzo continuo de hombres, dinero y armas. Durante los dos siglos siguientes, ese auxilio nunca llegó a interrumpirse del todo. Como la mayoría de los cruzados no eran precisamente personas honestas y trabajadoras, bien pronto la corrupción y la inmoralidad se impusieron y fomentaron el desprecio de los musulmanes, cuyos usos y costumbres fueron rápidamente adoptados por los europeos.

Los cruzados permanecieron en Antioquía durante siete meses, y la reanudación de su incursión coincidió con la enemistad de los grandes grupos musulmanes del noreste. Esto les permitió avanzar hacia Jerusalén, donde llegaron el 7 de junio de 1099; allí lograron tomarse la ciudad el 15 de julio del mismo año y crearon pequeños estados cristianos de tipo feudal, que se debilitaron muy pronto a raíz de los continuos enfrentamientos con los musulmanes. Algunos caballeros dejaban sus tierras para defender la cristiandad. Como consecuencia de esta cruzada se funda el reino de Jerusalén, regido por Godofredo de Bouillon, quien toma el título de defensor del Santo Sepulcro.

El primer Rey cristiano de Jerusalén, Balduino I (1100-1118), hermano de Godofredo, vestía atuendo árabe, se dejó crecer la barba y comía sentado en el suelo, como los nativos árabes a los que llamaron sarracenos.

Cruzados y órdenes militares

En total, de Europa partieron ocho cruzadas, entre los siglos XII y XIII. La primera integrada por grandes señores, bien armados y pertrechados que se enfrentaron a los turcos y conquistaron Jerusalén en el año 1099. En territorios musulmanes organizaron reinos cristianos en Siria, Palestina, en el norte de África y en Asia Menor, implantando el feudalismo.

La primera cruzada logró establecer cuatro estados latinos en Oriente: el principado normando de Antioquía (1098), el principado armenio de Edesa (1098), el reino de Jerusalén (1099) y el condado de Trípoli (1109). Estos reinos se enfrascaron en luchas internas que los hicieron vulnerables ante los intentos de reconquista musulmana, condición que fue aprovechada por Saladino, quien logró arrebatarle Jerusalén a los francos en 1187. Esta ciudad fue recuperada en 1229 por Federico II, y definitivamente perdida para la cristiandad en 1244.

Ordenes militares y religiosas

Para proteger las regiones recientemente conquistadas se crearon las órdenes religiosas militares, agrupaciones religiosas que buscaban conjugar la vida monástica con el ideal del caballero medieval. Sus miembros eran monjes que habían profesado los votos de pobreza, castidad y obediencia. Vivian siguiendo una regla (por lo general la benedictina) y dependían directamente del Papa. Al mismo tiempo peleaban junto a los demás caballeros de Europa para recuperar Tierra Santa y asistían a las personas necesitadas hospedándolas y curándolas. Su vestidura era la armadura del caballero y el hábito propio de la Ordén. 

Las principales órdenes militares fueron: la de los Hospitalarios establecidos (1048) por Gerardo Tom de Martigues para atender a los cristianos heridos o enfermos que iban a Jerusalén; impidieron el avance de los musulmanes en Palestina, Rodas y Malta. Vestian hábito negro con cruz blanca. La orden llamóse también con los nombres de San Juan de Jerusalén, Caballeros de Rodas y Caballeros de Malta. La Orden de los Teutónicos o de Nuestra Señora de los Alemanes fue fundada (1190) por Federico de Suabia, hijo de Federico Barbarroja. Invadida Palestina por los infieles, fueron llamados a Prusia en donde contribuyeron eficazmente a la formación del reino. Los teutónicos usaban manto blanco con cruz negra. 

La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón, cuyos miembros eran conocidos como Caballeros Templarios, fue fundada por Hugo de Payens (1118) con nueve caballeros franceses, que se dedicaron a proteger a los peregrinos en el camino de Jerusalén. Fue una de las órdenes militares cristianas más poderosas de la Edad Media. Aprobada por la iglesia católica en el año 1129, creció rápidamente en tamaño y poder, manteniéndose activa por casi dos siglos. Por su valor heroico fueron el terror de los turcos en Palestina. Estaban obligados a no rendirse jamás. Tentado Felipe IV "el hermoso" por la codicia de las riquezas de esta Orden, el viernes 13 de octubre de 1307, ordena la detención de los Caballeros Templarios así como la requisición de todos sus bienes. Jaques de Molay, último gran maestre de la orden del Temple y sus últimos caballeros son encarcelados y sometidos a bárbaras torturas acusados de herejía, torturados y quemados en la hoguera. Todo es una estratagema para apoderarse de sus cuantiosas pertenencias y una manera de librarse de quienes han obtenido gran poder. Obtuvo de Clemente V la abolición de la Orden en 1312 y dos años después, el 18 de marzo de 1314, el gran maestre de la Orden, Jacques de Molay, junto a otros 3 máximos dirigentes son llevados a la hoguera poniendo fin definitivamente a la Orden de los Caballeros del Temple. Vestían los templarios hábito blanco con cruz roja.

Los Caballeros del Santo Sepulcro. Las ordenes militares españolas fueron las de Calatrava, Álcantara y la de Santiago. Los titulos de los caballeros de estas Ordenes se han convertido en honoríficos.

Ordenes religiosas
Grabado que representa órdenes religiosas. Los templarios y los teutones asumieron la misión de defender los territorios sagrados, los caminos y los peregrinos.

A causa de los ataques de los musulmanes, Jerusalén volvió a caer en manos de los turcos. Se organizaron nuevas cruzadas, sin embargo, el espíritu religioso de la Primera Cruzada dejó de ser la prioridad y comenzaron a prevalecer los móviles económicos. Además se formaron nuevas rutas comerciales para acceder a los lujosos productos de Oriente.

Segunda Cruzada (1147 a 1187)

Por encargo del papa Eugenio III, fue organizada por San Bernardo. Dirigen la expedición el rey Luis VII de Francia y el emperador Conrado III de Alemania; a Damasco, ciudad que infructuosamente fue asediada por los cristianos. La perfidia de los griegos, que juzgaban sospechosa la presencia de los cruzados en Bizancio, y la desunión entre los jefes, hizo fracasar la expedición. Jerusalén, cayó segunda vez en manos de los turcos (1187) después de la batalla de Hittin, junto al lago Genezaret, ganada por el sután Saladino, jefe musulmán, quien declaró la Guerra Santa a las Cruzadas. La cruzada fracasa por falta de apoyo bizantino, por el hambre, las enfermedades y los ataques turcos.

Tercera Cruzada (1189 a 1192)

Dada la pérdida de Jerusalén en la segunda Cruzada, la tercera es organizada por los reyes más poderosos de Europa: el emperador Federico I Barbarroja de Alemania, Felipe Augusto II de Francia y el Rey Ricardo I Corazón de León de Inglaterra, quienes decidieron lanzarse para la reconquista. Su finalidad es oponerse al avance del sultán Saladino. Federico I marchó por tierra y con cien mil hombres venció al Sután en Iconio, pero perece ahogado al intentar atravesar el río Saleph, en Anatolia, actual Turquía (10 de junio de 1190) y su hijo se enfermó poco después, por lo que tomó el mando del ejército imperial el más poderoso de los príncipes presentes ante la ciudad de Akkon, Leopoldo V de Austria, quien tuvo un desacuerdo con el Rey inglés y retornó prematuramente a su patria. Felipe Augusto se enemista con Ricardo Corazón de León y se vuelve a Francia. El rey inglés lucha victoriosamente durante dos años contra Saladino. Al fin firma un tratado honroso el 2 de septiembre de 1192 en el puerto de Jaffa (Palestina) con el sultán y torna precipitadamente a Inglaterra porque Felipe Augusto y Juan Sin Tierra quieren destronarlo. Cuando después de terminada la Cruzada, sin ningún fruto positivo para los cristianos, Ricardo fue arrojado por una tormenta en playas del Adriático y quiso atravesar Europa Central para retornar a Inglaterra, pasó cerca de Viena, capital de Austria en poder de Leopoldo V, quien lo tomó prisionero y posteriormente se lo entregó al Emperador Enrique VI.

Cuarta Cruzada (1202 a 1204)

La cuarta Cruzada comenzó en 1202 y fue apoyada por las familias nobles que veían la posibilidad de adquirir tierras y riquezas con estas luchas. Fue dirigida por Balduino de Flandes y Bonifacio Montferrato. 

cuarta cruzada

Esta cruzada no fue dirigida hacia tierras santas sino hacia Constantinopla, que en ese momento pasaba por una crisis interna. Los cruzados derrotaron a los emperadores de ese imperio, que habían traicionado en varias ocasiones a los cruzados, se apoderan de Constantinopla y fundan el Imperio latino (1204-1261); proclamaron como rey a Baudilio y el imperio sólo duró cincuenta años.

Culpables de la desnaturalización de la Cruzada fueron los venecianos, que de la empresa salieron dueños de la cuarta parte del imperio bizantino; influyó también la circunstancia de haber suplicado Alejo II a los cruzados que fueran a liberar a su padre Isaac II, quien se hallaba preso en Constantinopla. Tomada la ciudad, los cruzados, después de cinco días con sus noches de saqueo, obtuvieron rico botín y proclamaron emperador a Balduino.

La Cuarta Cruzada, fue diferente a las anteriores, pues además del principio religioso que las caracterizaba a todas, esta tuvo un claro interés económico, es decir, que con ella se buscó expandir los lazos comerciales de Europa, llevando productos y mercancías de Oriente. En esta cruzada participaron comerciantes, mercaderes venecianos y nobles franceses que se dirigieron a Constantinopla, una de las ciudades comerciales más importantes, para conquistarla y obtener de ella sus riquezas. También se orientó a la contención de los enemigos internos: los herejes cátaros y los turco-otomanos, entre otros.

saqueo a Constantinopla Saqueo a Constantinopla.

Cruzada de los Niños

Por este tiempo (1212) tuvo lugar la Cruzada de los niños, comandada por Estefanillo. Se lanzaron a la descabellada empresa al divulgarse la opinión de que el Santo Sepulcro sólo podría rescatarse por medio de cruzados niños. Esteban, pastorzuelo de Vendome, y Nicolás, pequeñito de Colonia, fueron los caudillos: al frente de millares de niños embarcados en Génova y Marsella se dieron a la mar. Unos naufragaron cerca a Cerdeña y otros vendidos como esclavos en Egipto.

Quinta Cruzada (1217)

La expedición comandada por el rey Andrés II de Hungría, fue desgraciada a causa de la traición de los cristianos de Palestina; la comandada por Leopoldo VII de Austria y el francés Juan Brienne, tuvo suerte igual, debido entre otras razones, a la peste y a la falta de auxilios prometidos por Federico II. Su objetivo fue Egipto.

Sexta Cruzada (1228)

El emperador Federico II de Alemania la realizó sin participación de la Iglesia. Logró negociar con los musulmanes y obtuvo la posesión de Jerusalén, Belén y Nazaret para el comercio europeo con los turcos.

Séptima Cruzada (1248)

Dirigida por Luis IX, rey de Francia, contra Egipto, baluarte del poderío musulmán. Su ejército es derrotado y cae prisionero el rey, en Mansurh (1250), quien es libertado mediante un fuerte rescate, a cambio de Damieta y un millón de besantes -moneda bizantina de oro- (1254).

Octava Cruzada (1270 a 1271)

Nuevamente organizada por Luis IX de Francia y dirigida contra Túnez con el objeto de convertir al sultán y con su ayuda reconquistar Jerusalén. Sin embargo, fracasó, debido en gran parte a la muerte de Luis IX ante una peste Frente a Cartago, en África. Con su muerte, acabaron los intentos de recuperar la Tierra Santa. Los musulmanes se apoderaron de los Estados fundados por los cruzados en el Oriente.

Las cruzadas, que se prolongaron hasta el siglo XV, encontraron cada vez más indiferencia entre la población.

La reconquista española

A pesar de que en Oriente el movimiento cruzado no aportó ganancias duraderas para el Cristianismo, el desenlace de la historia fue muy diferente al otro extremo del Mediterráneo, en la península Ibérica. El último vestigio del espíritu de cruzada original se tradujo en el anhelo de extender la cristiandad a la Península Ibérica, dominada parcialmente por los musulmanes. Hacia el año 1000, sin embargo, los cristianos comenzaban a luchar en dos frentes: los reinos de León y Castilla en el noroeste y los reinos de Aragón y Navarra en el este. Hacia el año 1100, el proceso de reconquista cristiana había llegado hasta el Tajo y el Ebro, y lo que había sido una paulatina expansión de los reinos del norte fue reeplazado por una cruzada que atrajo a los caballeros de Italia, Francia y Alemania. La victoria cristiana de Las Navas de Tolosa en 1212 selló el destino de la España musulmana y en 25 años la capital Umayyad, la gran ciudad de Cordoba, se encontraba en manos de Castilla. Portugal, Aragón y Castilla crecieron hasta convertirse en poderosos estados gracias al éxito de la Reconquista. En el siglo XIII se logró la reconquista de la mayor parte de la península reduciendo el territorio musulmán al reino de Granada. Hacia 1460, tras una pausa de casi un siglo, se reactivó la empresa militar lo que permitió la finalización de la reconquista con la toma de Granada en 1492.

Consecuencias de las cruzadas

Las Cruzadas fracasaron desde el punto de vista religioso, ya que no se logró la recuperación de las tierras santas; por el contrario, resurgieron con mayor pasión los resentimientos religiosos.

Políticamente las Cruzadas no reportaron ninguna ventaja para Europa. A los cristianos les fue imposible conservar los ocupados territorios fronterizos. Pero en cambio, cultural y económicamente los logros fueron muchos y aún persisten.

Las Cruzadas constituyeron la primera gran expansión europea fuera de su marco continental.

Europa por la época de las Cruzadas, apenas si conocía a los pueblos de Oriente, o si los conocía, tenía de ellos una idea distorsionada. Después de las Cruzadas, en cambio, tres mundos que vivían prácticamente aislados, entraron en contacto: el Occidental, el Bizantino y el Árabe; como resultado, las ideas, las costumbres y la cultura de la Europa Occidental se renovaron influidas por el Oriente.

Del considerable número de nobles que partió con los ejércitos cruzados, muy pocos retornaron: muchos perecieron en la empresa y los otros se quedaron definitivamente en las tierras que iban a conquistar, fascinados por sus tradiciones y costumbres. Muchos castillos feudales europeos quedaron abandonados por sus amos, y el Feudalismo, como régimen social, quedó debilitado; la autoridad de los reyes empezó a recuperarse con el apoyo de la burguesía y poco a poco comenzó a fraguarse la aparición de las poderosas monarquías de la Edad Moderna.

Con la pérdida del poder por parte del sistema feudal, muchos siervos lograron comprar su libertad. De esta manera iba disminuyendo el número de los opresores y de los oprimidos, de los nobles y de los siervos.

Efectos económicos de las cruzadas

El primer gran efecto fue el crecimiento de las actividades comerciales, pues eran los comerciantes quienes debían proveer de alimentos y otros bienes a los ejércitos. Por ello, las rutas militares iban a la par con las comerciales.

pusieron fin a la dominación del Islam en el Mediterráneo, resurgiendo así el comercio que lo caracterizaba

Los viajes de los cruzados, restablecieron las relaciones comerciales interrumpidas desde la caída del Imperio de Occidente. El Mediterráneo recobró su tráfico de embarcaciones que transportaban mercancías entre Europa y Asia. Los puertos italianos, especialmente Venecia y Génova, se enriquecieron con este comercio, convirtiéndose, no sólo en grandes potencias económicas, sino también políticas y protagonistas principales del futuro Renacimiento.

Las consecuencias económicas fueron más favorables para las ciudades italianas como Génova, Pisa y Venecia. Italia se transformará en las ciudades y en el campo, convirtiéndose en la primera potencia económica de su tiempo; para el siglo XIII sus relaciones comerciales y de intercambio se habían extendido hasta Inglaterra, Alemania y Escandinavia.

El contacto europeo con las ricas civilizaciones de Bizancio y el Islam atrajo el interés por la comodidad, el lujo, el arte y el estudio, transformando la tosca y ruda sociedad feudal. Así resurgió el interés por el estudio y las grandes creaciones artísticas.

En Europa occidental la vida era bastante austera, pues era muy poco lo que se producía y comerciaba. El deseo con que regresaron, de gozar de aquellos lujos, motivó a los nobles el interés en poderlos comprar, y a los comerciantes a hallar la forma de poder obtenerlos para venderlos.

El temor que tenían los nobles al lujo, a las comodidades, al refinamiento, como consecuencia de que todo lo que fuera comodidades era pecado y podía conducir a la condena eterna, fue desapareciendo al contacto con la cultura árabe.

Llegaron a Europa una serie de conocimientos y técnicas utilizadas por los árabes, el conocimiento del molino de viento, que trajo adelanto al agro, como la brújula, la pólvora, la fabricación del vidrio, y las matemáticas entre otros, llegaron a Occidente gracias a las Cruzadas. Podemos decir, que en general, el espíritu investigativo y el interés por adquirir nuevos conocimientos se despertaron gracias al intercambio cultural fomentado por este hecho histórico, que a la hora de la verdad fue más favorable para el mundo occidental que para el Oriente. Basta recordar que el desarrollo en las técnicas de navegación y los conocimientos geográficos logrados en esta época, iban a conducir al descubrimiento de América, uno de los acontecimientos más notables en la Historia del Mundo.

En suma, las cruzadas generaron profundas transformaciones en Europa:

■ Devolvieron al mar Mediterráneo el papel relevante que había tenido en la Antigüedad como vía principal de comunicación.

■ Se restableció el comercio entre oriente y occidente. Los puertos italianos Génova y Venecia fueron los grandes beneficiados al incrementar sus negocios a causa del tránsito de los cruzados por sus ciudades.

■ El sistema feudal se vio debilitado, a raíz de las deudas adquiridas por los señores para armar a los cruzados, perdiendo así su poder. Se disminuyó la mano de obra base del sistema, ya que muchos de los siervos que se incorporaron a las huestes de los señores no volvieron.

■ No se logro rescatar a los santos lugares, porque los reinos que se fundaron destruidos a lo largo del siglo XII.

 Muchos de los nobles murieron en estas luchas y otros dejaron abandonados sus feudos, lo que les hizo perder el poder político y económico que tenían, fortaleciéndose el poder de los reyes. Además, muchos siervos huyeron a las ciudades que vieron aumentada su población.

 Aparecieron cultivos nuevos que enriquecieron la agricultura europea: arroz, caña de azúcar, azafrán y limones, entre otros.

■ Estas expediciones permitieron conocer muchos productos nuevos, como el jengibre, la pimienta, el clavo, los higos, las almendras y especialmente el azúcar, que se llevaron a Europa para luego establecer un intercambio cultural y científico entre Oriente y Occidente. Además trajeron de Oriente muchas plantas útiles como el alforfón, el arroz, los cítricos, la caña de azúcar, los albaricoques y finas mercancías como la seda y el cristal.

Fue así como llegaron a Europa las alfombras, los tapices y los suntuosos cojines, la seda, el lino, el terciopelo y el brocado; se hicieron muy populares los turbantes y las babuchas, y los espejos de cristal de Constantinopla que remplazaron a los discos de metal pulido.

■ Se empezaron a utilizar las esencias aromáticas para el vestido y el cuerpo. El baño se convirtió en algo usual entre los europeos. También se conocieron comunidades cristianas no romanas en Siria y Palestina, las cuales al ser perseguidas por los propios cruzados terminaron colaborando con los musulmanes.

■ Se multiplicaron las industrias artesanales para exportación, las ciudades volvieron a ser centros de comercio, circuló nuevamente el dinero y reapareció la banca. Por tanto, la tierra dejó de ser la única fuente de riqueza.

■ Surgió una nueva clase social: la burguesía cuyo poder se encontraba en el comercio.

Referencias:
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