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Economía en el siglo XX: Segunda mitad

Luego de la Segunda Guerra Mundial, la economía del bloque occidental experimentó un gran crecimiento que permitió la consolidación de las clases medias en Europa y Estados Unidos, principalmente. En el bloque soviético, el avance de la industrialización se estancó en los años sesenta, y la falta de una fuerte industria afectó la calidad de vida de la población.

La edad de oro (1950-1973)


El 22 de Julio 1944, terminó en Bretton Woods, la conferencia monetaria y financiera de las Naciones Unidas. Para evitar la repetición de crisis del tipo de la de 1929, pero también para asegurar su liderazgo en el mundo de la posguerra, el gobierno de Estados Unidos no tardó en proyectar la creación de instituciones financieras internacionales.

Tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos remplazó a las econo­mías europeas en el predominio en el mercado mundial. Se diseñó en 1944, en los acuerdos de Bretton-Woods, un nuevo orden económico para la posguerra: se estableció una paridad fija entre el dólar y el oro, con lo cual esta moneda se convirtió en la divisa clave para los intercam­bios internacionales; se creó el Fondo Monetario Internacional (FMI), que comenzó a existir oficialmente el 27 de diciembre de 1945, para garantizar la estabilidad monetaria y el comercio a nivel mundial; y el Banco Internacional para la Reconstrucción y el Fomento (BIRF), luego Banco Mundial (BM), para financiar la reconstrucción de los países devastados por la guerra y para promover el desarrollo. Esta estructura favoreció el librecambio y la conformación de un mercado económico mundial más estable, en el cual EE.UU. podía invertir sus capitales, ofi­ciales y privados, al tiempo que aseguraba mercados para sus productos.

Una característica de esta fase fue la mayor intervención del Estado en la economía. Por un lado, impulsó la inversión y la producción, al tiempo que invirtió en infraestructuras e investigación, y se aseguró el control de algunos sectores económicos, por ejemplo la nacionalización de bancos, de sistemas de transporte, de la producción energética, entre otros; y por otro lado, se configuró el Estado de bienestar, que era una estructura de redistribución estatal de la riqueza a través de servicios sociales, para garantizar a toda la población un nivel mínimo de ingresos. También se consolidaron los derechos sindicales, y se puso en práctica la negociación colectiva entre sindicatos y empresarios.

El Tercer Mundo

Después de la Segunda Guerra Mundial, el mundo estaba dividido en dos grandes sectores, los países capitalistas liderados por Estados Unidos y los países comunistas liderados por la Unión Soviética. Sin embargo, la mayoría de los países cuyas economías se hallaban deprimidas, no estaban incluidos dentro del ámbito de alguna de estas potencias. Se hablaba entonces de países del Tercer Mundo.

A comienzos de los años cincuenta uno de los principales problemas a los que se enfrentaron estas naciones, tras la descolonización de África y Asia, fue el subdesarrollo, el cual era resultado de una larga dependencia colonial. Las causas de este subdesarrollo provenían de una economía agotada porque había sido explotada por las metró­polis, en forma de plantaciones agrí­colas y en la explotación de mano de obra y materias primas baratas. Las nuevas naciones, tras la independencia, conservaron como me­dio de subsistencia la explotación y exportación de materias primas y productos alimenticios.

Las potencias europeas habían sa­cado la materia prima sin crear in­dustria y en los pocos casos en que se instaló algún tipo de fábrica, los ingresos que generaban iban para la metrópoli, razón por la cual es­tos países no tenían industria. Esta situación permitió que las necesida­des de materia prima y las condicio­nes de mercado fueran manejadas por empresas transnacionales en aquellos países que iban accediendo a la independencia. De esta manera, las antiguas metrópolis dominaron la economía de sus ex-colonias, sin necesidad de intervenir militar o po­líticamente. Este proceso se conoce como neocolonialismo. El resultado de este neocolonialismo fue el crecimiento de la riqueza de las naciones ricas y el aumento de la pobreza en los países pobres.

La crisis petrolera de los años setenta

En la década de los años setenta to­davía se vivía en el ambiente un mundo dividido en dos bloques económicos de poder. Desde la fi­nalización de la Segunda Guerra, el capitalismo y el comunismo habían llevado procesos autónomos de desarrollo. Pero la crisis energéti­ca que comenzó en 1973 afectó a ambos bloques. En 1960 se creó la Organización de Países Productores de Petró­leo (OPEP), dominada por los países árabes.

En 1973, tras la guerra del Yom Kippur entre Egipto y Siria contra Israel, Egipto y sus alia­dos perdieron terreno militar y diplomático frente a Israel, por lo que los países de la OPEP decidieron aumentar los pre­cios del petróleo y disminuir sus exportaciones crudo, en represalia a EE.UU. y otros países occidentales que apoyaron a Israel. Unos pocos meses después volvie­ron a incrementarlo, de modo que en poco tiempo el precio del petró­leo se cuadruplicó. Este fue un golpe muy fuerte para las econo­mías occidentales.

Otros factores que alteraron la economía mundial fueron, de un lado, la recuperación económica e industrial de Europa y Japón, lo cual alteró el dominio estadounidense sobre los mercados mundiales de capitales y de mercancías y, de otro lado, que el dólar abandonó su convertibilidad en oro y se devaluó en 1971; como consecuencia, el gobierno de EE.UU. aumentó el proteccionismo de su mercado. Así, con la subida del pre­cio del petróleo se disparó la inflación, lo cual obligó a cerrar muchas empresas, incrementando el desempleo; aumentaron los déficits en las balanzas comerciales de los países occidentales, pues se elevó el precio de sus importaciones mientras el de las exportaciones se mantuvo.

El neoliberalismo y la reactivación económica

A partir de 1982 se recuperó el crecimiento económico y se pudo controlar la inflación. Este proceso se dio en el marco de unas nuevas políticas económicas que siguieron el modelo conocido como neoliberalismo, el cual propone la reducción de la presencia del Estado en la economía, y la flexibilización de los mercados financieros, laborales y la apertura comercial; bajo la premisa de que el mercado se autorregula y asigna los recursos de manera más eficiente.

El nuevo modelo se caracterizó por la disminución de algunas funciones del Estado en relación con el bienestar y por la privatización de las empresas públi­cas; esto con el objetivo de fortalecer la oferta y los aparatos productivos, como condición previa para un mayor crecimiento. Los impulsores de estas nuevas políticas fueron Margaret Thatcher (1925-2013) en Gran Bretaña, y Ronald Reagan (1911-2004) en Estados Unidos.


Margaret Thatcher junto al presidente Ronald Reagan en Washington en 1987.

A corto plazo, estas políticas afectaron el empleo y fomentaron la división internacional del trabajo, aunque con un mayor componente de capitales ex­tranjeros en las industrias de los países en desarrollo. También se presentó una reestructuración en la organización y los métodos de producción de las indus­trias tradicionales, como la automotriz, la siderúrgica, etc., y al mismo tiempo surgió un auge de las nuevas industrias basadas en la más reciente tecnología: la informática, la electrónica, las comunicaciones. Igualmente, creció el sector de los servicios en los países más industrializados, gracias a sus inversiones en investigación e innovación.

La Comunidad Económica Europea

Fue una organización internacional creada por uno de los dos Tratados de Roma el 25 de marzo de 1957 con la finalidad de crear un mercado común europeo. 
Desde el comienzo se pro­puso lograr la libre circulación del mercado, bienes y servicios a lo largo de los países miembro. Con el paso de los años, la Comunidad fue creciendo con la incorporación de nuevos países, los últimos fueron Suecia, Finlandia, Austria y Noruega en 1995.

La Unión Europea (UE), como se llamó en adelante, se concretó me­diante el Tratado de Maastricht fir­mado en 1991, el cual daba cuerpo real a la integración. A partir de 1998 co­menzó a circular el euro, la nueva moneda común de Europa.

La globalización económica

El fenómeno de la formación de mer­cados regionales ha sido la caracterís­tica más sobresaliente en el panorama económico durante la década de los años noventa. El caso de la Comuni­dad Europea no ha sido el único, pues muchos otros países han comenzado a formalizar tratados de libre comer­cio e integración regional, entre los que han sobresalido el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC).

El 17 de diciembre de 1992 se firma el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC sus siglas en castellano y NAFTA en inglés) entre Estados Unidos de América, México y Canadá. Dicho acuerdo se enmarca dentro del conjunto de procesos de integración económica regional que se han venido desarrollando durante las últimas décadas en el ámbito de la economía internacional. El NAFTA, tiene una consideración especial por ser la primera vez que se lleva a cabo un proceso de integración regional en el que participan países desarrollados (Estados Unidos y Canadá) y un país en vías de desarrollo (México). El Tratado consta de un preámbulo y 22 capítulos agrupados en 8 secciones, con una Secretaría que administra y se encarga de ejecutar las resoluciones y mandatos. Este tratado comenzó a funcionar el 1 de enero de 1994 y pretende ampliarse a otros países en los próximos años.

El Tratado de Asunción del 26 de marzo de 1991 fue firmado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay en Asunción (Capital del Paraguay, por lo que lleva su nombre). Este tratado dio origen al esquema de integración económica denominado "Mercado Común del Sur", Mercosur. Igualmente, ha tomado impulso la asociación de Países del Sudeste Asiático (ASEP) y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). Esta última,es una organizacion regional de estados del sudeste asiático creada el 8 de agosto de 1967, está compuesta por 10 países miembros: Malasia, Indonesia, Brunéi, Vietnam, Camboya, Laos, Birmania, Singapur, Tailandia y Filipinas.

Mercosur           ASEAN

Este panorama económico ha sido complementado con la implantación del neoliberalismo en muchos países, con el cual se pretende la privatiza­ción y apertura de las economías na­cionales a los capitales extranjeros. En este contexto, una de las caracte­rísticas de la década de los años noventa ha sido la globalización. Por esta se entienden los grandes cam­bios introducidos por las transforma­ciones sustanciales en el ámbito de la economía, la política, la sociedad y la cultura, tanto en el plano nacional como a escala planetaria.

Tras la caída del bloque socialista, a finales de los años ochenta, se acabó la divi­sión entre la economía de mercado y la economía comunista. Esto ha permitido unas mayores relaciones económicas entre los distintos lugares del planeta, así como la consolidación de un mercado mundial y de unas empresas transnacio­nales que actúan en cualquier país del mundo. Entre las características de esta globalización económica tenemos:

  • Un incremento del comercio internacional, el cual creció un 10% en los últimos veinte años. En 1986, en la Ronda Uruguay del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT), se acordó una disminución de las barreras arancelarias, y se dio paso a la creación, en 1995, de la Organización Mundial del Comercio (OMC), para garantizar el libre intercambio comer­cial entre todos los países miembros. Actualmente, la OMC cuenta con la participación de 153 países.
Organización Mundial del Comercio
  • Las grandes compañías multinacionales controlan la mayor parte de la pro­ducción mundial, organizando sus procesos productivos en diferentes partes del mundo, de acuerdo con el lugar donde resulte más ventajoso.
  • Se han dado mayores acuerdos comerciales para crear áreas de libre comer­cio, donde los países pueden vender libremente sus productos. Además, los avances tecnológicos en las comunicaciones, han facilitado la creciente interdependencia e integración de los mercados.
  • Aumentaron los flujos financieros internacionales, que permiten pagar los bienes y servicios, pero sobre todo se realizan para operaciones especulativas en la Bolsa, y para adquirir industrias y empresas en los países en desarrollo.
Referencia:
Galindo Neira, L. E. (2010). Economía y Política 1. Editorial Santillana S.A.