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Economía en la Edad Antigua

El control de los ríos: Mesopotamia y Egipto

La región que está entre el río Tigris y el Éufrates se denomina Mesopota­mia. Allí se desarrollaron las primeras civilizaciones alrededor del 3500 a.C., entre las que se cuentan Sumer, Acad, Babilonia y Asiria. Muchas de estas so­ciedades estaban organizadas bajo la figura de ciudades-Estado que contro­laban la producción económica de la región adyacente. Poco a poco se fue­ron unificando políticamente hasta que organizaron imperios.


En Mesopotamia se inició la tradición de que un político inaugure la construcción de un edificio público con una palada de tierra. Los asirios fueron los primeros en emplear armas de hierro. Los asirios también inventaron la torre de asalto, que se convirtió en una pieza estándar del equilibrio militar durante los dos mil años siguientes, hasta que la invención del cañón la hizo obsoleta.

Los dos grandes ríos en medio de los cuales se encontraban, se des­bordaban frecuentemente causando grandes inundaciones, y consecuen­temente, destrozos. Como la región era bastante desértica, el primer reto para sus pobladores fue canalizar los ríos. De esta manera lograron explotar la agricultura irrigando los campos. La base de la vida económica la cons­tituía el cultivo de cereales, hortalizas y frutas, pero también desarrollaron ganadería de cabras, corderos y ca­mellos en las zonas montañosas, poco aptas para el cultivo. También, la caza proporcionaba importantes ingresos, mientras que la riqueza minera fue escasa.

 Valle del río Éufrates

El centro de la vida económica era la ciudad-Estado, cuyos centros eran el palacio real y el templo. Las ganancias derivadas de la agricultura servían para sostener al rey y los sacerdotes, y dependientes de estos, como sier­vos, artesanos, administradores, artis­tas, escribas, etc. Estos últimos eran muy importantes porque llevaban el registro de la recolección de los im­puestos. De hecho, en esta región se inventó la escritura, en sus orígenes, muy necesaria para llevar las cuentas.

La ubicación geográfica de Mesopo­tamia, en la mitad de muchas civiliza­ciones, permitió que se desarrollara el comercio interior y exterior. In­cluso desarrollaron actividades de préstamo a interés, depósito, arren­damiento, comisión, etc., para lo cual fue necesario inventar la moneda. Al rey le correspondía el papel de admi­nistrar los recursos económicos y la fuerza laboral, la cual era empleada para la construcción y reparación de canales de riego, templos y grandes edificios.

La civilización egipcia

Sus vecinos, los egipcios, desarrolla­ron una economía similar a las orillas de un río, el Nilo. Pero a diferencia de los anteriores, el río crecía con mucha regularidad y cuando se retiraba, de­jaba un limo que fertilizaba la tierra. De este modo, la agricultura de los cereales, las hortalizas y los frutos fue el recurso básico de la vida de Egipto. También desarrollaron gana­dería de bueyes, asnos, cerdos, corderos, cabras y aves de corral. En las épocas que no cultivaban la tierra, la mano de obra disponible se utilizaba para la construcción de los grandes edificios, templos, pirámides y cana­les de riego.

Como el faraón tenía carácter divino, se consideraba que él era el propieta­rio directo de toda la tierra, por lo que asignaba a cada uno su trabajo, su forma de vida y sus recursos. Como la mayor parte de la región era desér­tica, se desarrolló una importante ac­tividad comercial de importación de materias que no producía Egipto, es­pecialmente hierro y maderas para la construcción. Explotaron oro, cobre, plata y piedras preciosas en los de­siertos de Nubia y Sinaí; sin embargo, la moneda apareció relativamente tarde: al principio en forma de lingo­tes no acuñados y mucho más tarde en forma de moneda acuñada.

 Faraones de Egipto.

El Extremo Oriente: India y China

Mientras esto sucedía en las civiliza­ciones de Mesopotamia y Egipto, en el Extremo Oriente se llevaba a cabo un proceso similar a orillas de otros ríos.

Hacia el 2000 a.C., en la actual India, la civilización que surgió en el valle del río Indo desarrolló una econo­mía basada en la agricultura. La ma­yor parte de la población vivía en aldeas distribuidas en torno a las ciudades, la cual empleaba sistemas de riego que permitían la produc­ción de trigo, cebada, vegetales, frutas y ajonjolí, así como mostaza para conseguir aceite.


La conocida historia económica de la India comienza con la civilización del valle del Indo. La economía de la civilización del Indo parece haber dependido en gran medida de comercio, que fue facilitado por los avances en el transporte.

Al igual que en Mesopotamia, el curso de los ríos y las inundaciones ocasionaba problemas, lo que se solucionó haciendo silos para al­macenar el cereal. Los agricultores debían entregar gran parte de sus cosechas a los graneros públicos porque el acceso a la propiedad de la tierra estaba muy limitado. Tam­bién hubo un gran desarrollo de la manufactura, la cual se intercam­biaba en mercados locales y exte­riores, lo que permitió una intensa actividad comercial basada en ma­terias primas y pequeños produc­tos de lujo. Los barcos mercantes llegaban hasta Mesopotamia a tra­vés del golfo Pérsico.

Al igual que en la India y Mesopo­tamia, la China se desarrolló entre dos ríos, el Yang-tse y el Hoan-Ho. Las obras para el control del agua fueron fundamentales para esta civilización, función que recayó en manos del rey, quien decidía la polí­tica, fijaba el tributo y mandaba el ejército. Existía una obligación de prestar servicios personales al rey, lo que permitió ampliar el sistema de riego y de prevención de las inunda­ciones. Los cultivos principales eran mijo, trigo y arroz, cuyo excedente, resultado de la irrigación y del tra­bajo intensivo, servía para mantener a la nobleza y a sus servidores.

Economías de comerciantes y esclavistas: Grecia y Roma

Grecia tuvo su apogeo en el siglo V a.C., aunque estaba dividida en mu­chos estados lo que no favorecía que su economía estuviera unifi­cada. Mientras Etolia era una re­gión pastoril; Tesalia, Beocia y el Peloponeso se dedicaban al cultivo de trigo y a la crianza del ganado. Las regiones pastoriles y agrícolas permanecían con cierto atraso, lo que contrastaba con la economía que se desarrollaba en ciudades como Atenas, Corinto y Mileto, las cuales eran grandes centros comerciales y de elaboración artesanal. Esta situación generó la necesi­dad de exportar sus productos e importar víveres como materias pri­mas y esclavos.


La gran riqueza de Grecia está en los mares que la rodean, el Jónico al sudoeste, el Mediterráneo al sur, y el más especial para ellos, el mar Egeo, al este, lleno de bahías y golfos, lo que hacía que ninguna polis esté situada a más de 100 Km del mar.

La producción de artesanías se ha­llaba muy desarrollada en las polis. En las grandes ciudades existían ba­rrios enteros habitados por gente de la misma profesión, y en algunas de estas eran famosos algunos produc­tos específicos. Atenas y Corinto, por ejemplo, lo eran en objetos de metal, muebles y alfarería. Para satisfacer la demanda, esta economía artesanal requirió mano de obra esclava, es­pecialmente a partir del siglo V a.C. Los esclavos no sólo fueron emplea­dos en la manufactura, también en la explotación de minas.

El desarrollo de las manufacturas y la minería corría parejo con el co­mercio. Este se desarrolló a nivel in­terno en mercados que se llamaban ágoras, que constituían el centro de las ciudades y alrededor de la cual se agrupaban los edificios públicos y los templos. Había una sección especial para cada mercancía, in­cluyendo la de la venta de esclavos. En el ágora también habían comerciantes que se dedicaban a las transacciones: recibían dinero en depósito y se encargaban de en­viarlo al punto de destino deseado, efectuaban pagos, etc.

 Mercado en el Ágora de Atenas

El desarrollo del comercio no sólo era interno, también se hacía con las re­giones vecinas. Los grandes centros mercantiles y artesanales de la antigua Grecia participaban en el comercio marítimo exterior porque les faltaba trigo, madera para la construcción y mano de obra esclava. Tras haber ven­cido a los persas, los griegos contro­laron el mar Egeo, lo que debilitó a los fenicios, permitiendo el intercambio comercial con sus colonias de Asia Menor, Oriente, Egipto y con las ciu­dades del mar Negro. Atenas, por ejemplo, recibía trigo, ganado, pieles, lana, bronce, papiros y las telas de lino. A cambio, exportaba aceite de oliva, higos, miel, mármol, plomo, plata, ob­jetos de metal, tejidos y cerámica.

Las colonias griegas llegaron hasta la península Itálica, donde aportaron sus procedimientos técnicos, sus gustos y sus costumbres. Por esta razón, Roma heredó buena parte de la tradición griega, como la agricultura, la gana­dería, la manufactura artesanal y el comercio, la cual diseminó por el Me­diterráneo en la medida en que avan­zaron sus conquistas. A partir del siglo III, cuando comenzó a expandirse de manera más amplia, debió fortalecer su economía para sostener sus gue­rras de conquista.

El ganado, las tierras, los bienes, las personas y los animales de las regio­nes que conquistó se convirtieron en el objeto esencial de su economía. En cuanto los romanos se adueñaban de una región, esta era sometida a un pi­llaje sistemático, a la vez que sus ha­bitantes debían entregar al Estado romano todo el oro y la plata que po­seían. A continuación, todas las pro­piedades, tales como minas, canteras, salinas, astilleros, fincas del campo, eran confiscadas. Estos bienes eran subastados a los ciudadanos del Im­perio, quienes pagaban un tributo que representaba cerca de la décima parte de sus ingresos. Los nobles gas­taban el excedente de sus recursos monetarios y de su mano de obra es­clava en la adquisición de grandes propiedades rurales o "villas", culti­vadas por esclavos. Mientras tanto, las mercancías eran fabricadas en pe­queños talleres y vendidas en los mer­cados más cercanos.

El comercio romano tenía única­mente carácter de intermediario por­que no podía competir con los pueblos del Mediterráneo oriental. La adquisición de tierra era conside­rada como el medio más cómodo, más seguro e incluso más noble de proporcionarse ingresos.

Las ideas económicas de Platón y Aristóteles


La escuela de Atenas fue pintada por Rafael en 1509

La constitución de Solón, en el siglo VI a.C., ya contenía algunas ideas que trataban de la economía, con las cua­les se trataba de buscar una adapta­ción entre las instituciones políticas y los comerciantes. Por ejemplo, se pro­hibió esclavizar a los deudores; tam­bién se modificó el mecanismo del gobierno dividiendo a los ciudadanos libres en cuatro clases, según la pro­piedad que poseían. Pero fue Platón el primero que intentó exponer siste­máticamente los principios de la so­ciedad ideal. Sus ideas económicas las expuso en La República y en Las leyes, en las que básicamente explicaba la división del trabajo. Para él, las múlti­ples necesidades humanas generaron la división del trabajo, de lo cual se ori­ginó la ciudad. El proceso natural con­dujo a que de esta especialización se formara el comercio y de allí, una clase dominante, de quienes dependía la imposición de normas rigurosas de conducta económica. El Estado cen­tralizaba la propiedad y, como tal, la administraba.

Su discípulo Aristóteles fue el primer analista de economía, porque tenía un profundo conocimiento de los principios en que estaba basada su propia sociedad. Esto le permitió poner los cimientos de la economía como ciencia y plantear los proble­mas económicos que han estudiado todos los pensadores posteriores. Sus ideas partían del análisis del Es­tado ideal, en el cual se oponía al prin­cipio platónico de la propiedad en común. Para Aristóteles, a los indivi­duos les interesaba más la propiedad privada, por lo que era necesario darle un uso inteligente, que debía ser administrado por el Estado.

 Aristóteles y Alejandro Magno

Para Aristóteles la economía se divi­día en dos partes: la economía pro­piamente dicha, que era la ciencia de la administración doméstica; y la ciencia del abastecimiento, el arte de la adquisición. Esta última le permitió analizar la circulación de la economía, que permitía la satisfacción de las necesidades del hogar.

Así mismo, de­sarrolló una teoría del dinero, no sólo como símbolo para fines de cambio, sino como un arte de acu­mulación. Para él, el dinero actúa en el proceso económico como medio de cambio para adquirir bienes que satisfacían necesidades, pero también reconocía el capital- dinero, que conducía a los hombres al deseo de una acumulación ilimi­tada. Estos postulados influyeron mucho en los posteriores teóricos de la economía.

Referencia:
Galindo Neira, L. E. (2010). Economía y Política 1. Editorial Santillana S.A.