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Origen de la música

A través de los años son muchas las preguntas que el hombre ha podido darse con absoluta certeza, pero nadie, hasta la fecha, ha podido precisar cuándo y cómo se inventó la música. Desde los tiempos pri­mitivos se ha buscado una respuesta satisfactoria, y sólo se ha llegado a la conclusión de que la música pertenece al hombre con exclusividad, ya que ésta se eleva sobre el simple sonido, transformándose en un lenguaje humano.

El hombre primitivo concibió la naturaleza de la música como un regalo de los dioses. Por eso, casi todos los pueblos de la Tierra crearon sus fábulas y leyendas y las han transmitido a través de los siglos.

FABULAS Y LEYENDAS

Arpa primitiva de cinco cuerdas, encontrada en una tumba en Tebas y que se presume fue hecha en el año 1250 A.C.

Los griegos honraban a Hermes como el donante de la música. Era el dios del comercio y de los mercaderes, pero al mismo tiempo era el mensajero de los dioses. Según la leyenda, sus padres, Júpiter y su amante Maya, le enviaron a cumplir una misión y a recorrer las costas mediterráneas. En uno de estos lugares Hermes encontró el ca­parazón de una tortuga y sobre éste tendió cuerdas de tripa, robadas a su hermano Apolo. Desde ese entonces se conoce el primer instrumento musical, al que se llamó arpa.

Los chinos, por su parte, co­nocían desde muy antiguo la música. El emperador Haong-ti dio el mandato a sus súbditos de hacer música, sirviendo de mo­delo el trinar de los pájaros y el murmullo de los ríos. Todo esto ocurrió hace más de cuatro mi­lenios y medio.

En el Japón, se cuenta que cierto día la diosa Sol se enfadó y se retiró a su cueva. Los hombres, para incitarla a salir, desgranaron una serie de notas y al poco rato la diosa se presentó nuevamente. Esta forma poética de decir que la diosa se había retirado en forma airada a su cueva, corres­ponde a la descripción de un eclipse solar. Y hasta el día de hoy perdura esta costumbre de interpretar antiguas melodías cada vez que se produce un eclipse de sol. Cierta tribu de América del Norte creyó que su dios Tezcatlipoca le había donado la música. Con ballenas y tortugas, este dios construyó un puente por el que, tañendo y cantando, se podía llegar hasta el mismo Sol.


El grabado co­rresponde a un arpista sumerio, encontrado cerca de Ur y que dataría del siglo III a.C. Esto demostraría que la música ya se conocía en ese tiempo.

Así se cuenta que, como la música procedía de los dioses, se les podía hablar por intermedio de ella, y los hombres les solici­taban buenas cosechas, implo­raban la lluvia y la fecundidad y pedían que ahuyentaran los espí­ritus malos, la muerte y las enfermedades.

Pero todas estas interpre­taciones alegóricas no nos revelan en absoluto el verdadero origen de la música. Ya en tér­minos concretos se piensa que ésta brotó del lenguaje mismo. Cuando los hombres se sentían poseídos de devoción y alegría elevaban sus voces y prolonga­ban sus sonidos. Y el paso de un sonido a otro de diferente altura musical constituye el canto. Pero este canto primitivo era a capella, es decir, sin ningún acompaña­miento, ya que no existía el ritmo. Con los trabajos de corta de árboles o de clavar estacas en el suelo los primitivos des­cubrieron que, conservando un ritmo, se facilitaba la labor y se ahorraba energía. De esta forma fue naciendo este complemento fundamental de la música que es el ritmo.

Referencia:
Origen de la música. (s.f.). Icarito, (35), 4-5.