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Período Romántico: Los grandes germanos

Si hubiera que señalar en algún punto del planeta la preponderancia del romanticismo musical, ese lugar no sería otro que Alemania. Fue en este país donde surgieron, desde las postrimerías del Siglo XVIII y hasta fines del XIX, los más preclaros y geniales músicos y compositores, que hasta el día de hoy no han sido igualados.


Una de las caracteristicas del romanticismo musical fue la preferencia por el piano y el violín, y recuperación de otros instrumentos como el arpa y la guitarra.

Se puede decir con toda justi­cia que Alemania ejerció, en este período, una supremacía inalcanzable con hombres tales como Beethoven, que inauguró el romanticismo; Schubert, Mendelssohn, Weber, Schumann y Wagner, que llevó a la cúspide a la ópera alemana. Estos románticos revelan en su música las pasiones que los atormentan, sus secretos y sus sueños. Emerge con ellos un nuevo lenguaje, elevando a altu­ras increíbles el poema sinfónico.

Creador de drama

Karl María von Weber (1786- 1826) es considerado, después de Mozart y Beethoven, como el fundador del drama popular alemán, con sus óperas y una treintena de obras de música de escena. Su primera obra dramá­tica fue Silvana, escrita en 1810: Las primeras óperas fueron Der Freischutz (el cazador furtivo), estrenada en la Schauspielhaus de Berlín el 18 de junio de 1821; Euryanthe, que se estrenó en Viena el 25 de octubre de 1823 y Oberón, 1826.

Como buen representante del período romántico, Weber gus­taba de describir la naturaleza en todo lo que presenta de fantás­tico. Aun hoy sus oberturas, so­natas y diversas piezas para pia­no, sus dos sinfonías, sus lieder y sus numerosas obras de música instrumental, constituyen obras importantes dentro de la música selecta. La tuberculosis puso fin a su vida prematuramente en Londres el 5 de junio de 1826, poco tiempo después de estrenar la Ópera Oberón.

 Karl María von weber fue el creador de la verdadera ópera alemana.

Otro virtuoso

Alumno espiritual de Weber fue el hamburgués Félix Mendelssohn (1809-1847), hombre dotado de prodigiosa facilidad para el pia­no. A diferencia de otros román­ticos, éste perteneció a una fami­lia de gran riqueza y posición social. Su abuelo, Moisés Mendelssohn, llegó a ser una de las figuras intelectuales más nota­bles de Alemania del siglo XVIII.

Felix Mendelssohn, cuyo nombre completo fue Jakob Ludwig Felix Mendelssohn Bartholdy, nació el 3 de febrero de 1809 en Hamburgo (Confederación del Rin, actual Alemania). En la casa de los Mendelssohn siempre se escuchaba música, especialmente los domingos, cuando se reunía toda la familia. Para Félix no fue extraño incor­porarse a ese ambiente, sobre todo si su hogar era frecuentado por personajes como Karl María von Weber, de quien llegó a ser su pupilo.

Se considera a este genial creador uno de los grandes del romanticismo, y también el último de los clásicos. Los biógrafos dicen que si Mendelssohn hubiera experimentado el terrible aislamiento de Beethoven, el éxtasis religioso de Bach o las luchas gigantescas de Wagner, podría haber figurado junto a ellos. Incluso, su amigo Eduardo Devrient dijo una vez: "Quiso hacer sólo lo que congeniaba con su naturaleza y nada más".

En los últimos años Mendelssohn tuvo una salud precaria. La muerte de su hermana Fanny en mayo de 1847 le sumió en una profunda depresión. El 28 de octubre de 1847, Mendelssohn sufre una apoplejía , murió en Leipzig a los 38 años de edad, el 4 de noviembre de 1847.


Las caracteristicas musicales de félix Mendelssohn fueron el buen gusto, refinamiento y elagancia.

Sus obras más importantes fueron las sinfonías N° 3 "Esco­cesa"; N° 4 "Italiana"; N° 5 "Reforma"; Concierto en mi menor para violín y orquesta, estrenado en la Gewandhaus de Leipzig el 13 de marzo de 1845; "Sueño de una noche de verano", suite; Concierto N° 1 en sol menor para piano y orquesta; "Elias", música coral (oratorio); y en música para piano: "Canciones sin palabras", "Rondó ca­prichoso" y "Variaciones serias".

Brahms

Entre Robert Schumann y Johannes Brahms (1833-1897) existió una relación musical desde el primer momento en que se conocieron. Justamente fue Schumann quien reconoció el talento de aquél y quien lo acogió con mayor admiración.

El 7 de mayo de 1833 nació en Hamburgo el pianista y compositor alemán Johannes Brahms; perteneciente a una familia muy pobre, luchó desde niño por llegar a ser un músico. Sus primeras interpretaciones en público las hizo en una taberna de los muelles de Hamburgo, para ganarse unas monedas. Posteriormente pasó a manos de maestros connotados que cono­cieron de sus habilidades. Cono­ció a Liszt y luego a Robert y Clara Schumann, que vivían en la ciudad de Dusseldorf.

Los Schumann, después de admirar sus composiciones, prácticamente adoptaron al talentoso Brahms, quien vivió con ellos los tres meses que duró su permanencia en esa ciudad. Na­ció así una amistad imperecede­ra. Cuando murió Schumann, Brahms se consagró sin desfalle­cimiento a la familia del desdi­chado músico. La ternura y afecto que sentía por Clara se convirtieron en un amor que mantuvo por cuarenta años. Brahms murió en Viena el 3 de abril de 1897. Su obra abarca todo tipo de música menos ópera.

 
Johannes Brahms comenzó tocando piano  por necesidad. Se transformó más tarde en uno de los genios de la música alemana.

Se considera a Brahms como el sucesor de Beethoven en la mú­sica sinfónica. Su música fue la antítesis de la de Liszt y Wagner. Entre sus obras más destaca­das figuran "Variaciones sobre un tema de Haydn", "Un réquiem alemán(Ein deutsches Requiem) que se estrenó de forma parcial en la capital de Bremen el 10 de abril de 1868 día de viernes santo, "Obertura trágica", opus  81;"Obertura del festival académico" op. 80, fue estrenada el 4 de enero de 1881 en Breslavia (Polonia) bajo la dirección del autor, dos conciertos para piano y orquesta y una gran cantidad de valses, sonatas, rapsodias, música coral y música para piano.

El más romantico

Ningún compositor, como Robert Schumann, podría califi­carse con más propiedad como el más fiel exponente de la época romántica. Tanto su vida perso­nal como su obra musical están entrelazadas con el amor, las fantasías y la locura.

Schumann nació en Alemania el 8 de junio de 1810 y murió en un manicomio en Endenich, cerca de Bonn, el 29 de julio de 1856. Su vida fue una lucha permanente y feroz. Su aspi­ración suprema era la música, pero tuvo que soportar "veinte años entre la prosa y la poesía, y entre la ley y la música", según relató el mismo. A los seis años comenzó estudios de piano y, casi simultáneamente, comenzó a escribir música. En 1819 escri­bió a su madre: "Si alguna vez llego a lograr algo en el mundo, será únicamente en la música". Desde entonces dedicó todo su tiempo a esta pasión. Tuvo altos y bajos, alegrías y frustraciones, hasta que conoció a Clara Wieck, joven virtuosa del piano.

Robert encontró seria opo­sición en el padre de la joven, Friedrich Wieck, quien, desde un comienzo, no tuvo ningún interés en alentar el amor de los jóvenes. Por el contrario, empleó todos los medios que tenía a su alcance -buenos y malos- para destruirlo. No estaba dispuesto a aceptar como yerno a un compositor indigente y neurótico. La persecución contra Robert duró cuatro años, hasta que en un juicio triunfó el compositor y pudo casarse con su amada que, en­tonces, ya había cumplido ma­yoría de edad.

 Schumann.

En los primeros meses de 1845, Schumann desarrolló un gran interés por el contrapunto, que le llevó a poner un pedalero (un grupo de palancas, accionadas con los pies que también sirven para accionar las cuerdas del instrumento) a su piano, a imitación del órgano, considerado como rey de los instrumentos contrapuntísticos.

Robert Schumann y Clara no sólo se unieron en matrimonio, sino también en el terreno musical. Ambos triunfaron y se de­sarrollaron artísticamente. El ritmo de trabajo fue tan agotador que Robert pronto comenzó a presentar síntomas de desequi­librio. Su depresión fue en au­mento hasta que fue internado en un manicomio donde, al cabo de dos años, murió en los brazos de su amada Clara.

Schumann acostumbraba a concentrarse en una sola rama de la composición a la vez. Hasta 1840 se consagró a la música para piano. También dedicó buen tiempo a escribir canciones y a partir de 1841 se preocupó de la orquesta y completó su Primera Sinfonía, la "Obertura", scherzo y finale, y el primer borrador de la sinfonía en re menor. Un año después compuso música de cámara: los tres cuartetos para cuerda; el Quinteto para piano, y el Cuarteto para piano en mi bemol mayor.

Sucesor de un genio

A la muerte de Beethoven, en 1827, el mundo musical se es­tremece. Su desaparición conmueve a un músico sencillo, pero talentoso: Franz Peter Schubert, quien, sin proponérselo, pasaría luego a ocupar la tarima del éxito dejada por Beethoven.


Aun cuando Franz Peter Schuber no nació en Alemania, fue considerado sucesor de Beethoven.

Schubert había nacido en Viena, el 31 de enero de 1797. Desde pequeño fue modesto, tímido y prudente. Sus primeras lecciones de violín se las dio su padre y después su hermano Ferdinand le enseñó a tocar el piano. En poco tiempo superó a ambos y se fue a estudiar con el director del coro parroquial, quien le enseñó can­to, contrapunto y algunas nociones sobre ejecución en el órgano y la viola. A éste y a todos los maestros que tuvo más tarde los superó rápidamente. Uno de ellos dijo un día: "No me queda nada por enseñarle, todo lo aprendió del mismo Dios".

Pero también conoció la desi­lusión, la frustración y las conti­nuas derrotas cuando ya se había consagrado y su música se es­cuchaba en Alemania, Hungría y Viena. Llevó una vida de pobreza y debió soportar una enfermedad venérea que, finalmente, el 19 de noviembre de 1828, lo llevó a la tumba. Fue durante el peor período de su enfermedad que compuso no­tables obras, entre ellas su ciclo de canciones "La Bella moline­ra".

Sus obras más importantes son la Sinfonía en si menor, llamada "Inconclusa", que compuso cuando tenía 25 años; Sinfonía N° 9, en do mayor; música incidental para "Rosamunda" y muchas otras compuestas para música de cámara, piano, vocal (más de 600 canciones) y una enorme cantidad de sonatas.

Referencia:
Los grandes germanos. (s.f.). Icarito, (35), 19-21.