El paleolítico
EL PALEOLÍTICO: EDAD DE PIEDRA, LOS NÓMADAS CAZADORES Y RECOLECTORES
Un medio geográfico bastante inhóspito
El medio geográfico del paleolítico es bastante variado e inhóspito; está relacionado con la transición y evolución del ser humano y, por ende, de la humanidad, y es precisamente en medio de un paisaje que cambia con las glaciaciones, donde se van presentando nuevas condiciones de vida. El hombre prehistórico vivió en un medio natural difícil, ya que alternaban el frío y el calor, según avanzaban o retrocedían los glaciares, o las grandes masas de hielo.
En el Paleolítico, el hombre tuvo que enfrentarse a un medio natural adverso y hostil y, a unas duras condiciones climatológicas. Durante ese tiempo, la mayor parte de la Tierra se vio afectada periódicamente por grandes invasiones de masas de hielo, denominadas glaciaciones. Los períodos de deshielos son las interglaciaciones. Esta alternancia de hielos y deshielos hizo que se produjeran grandes cambios de temperatura, que a su vez modificaron la fauna y la flora. En las glaciaciones disminuyeron los niveles de los mares, lagos y océanos, dando lugar a extensas capas de hielo. En los períodos interglaciares hubo épocas más cálidas, incluso más acentuadas que en la actualidad. Los hielos se derritieron, dando lugar a inundaciones: disminuyeron las zonas secas y aumentó el nivel de los océanos.
Durante el plioceno, entre las eras terciaria y cuaternaria, los homínidos adquirieron la posición bípeda erguida, y se abre paso el Ramapithecus, que vivía en los bosques claros de África. Más tarde surge el Australopithecus, cuya denominación tiene que ver con el hemisferio austral, donde fueron encontrados los primeros ejemplares conocidos (África del Sur). Los homínidos más antiguos descubiertos hasta el presente proceden de África Oriental, de la parte de los grandes lagos, como el Victoria, Kyoga y Alberto. Vivían a cielo abierto, en medio de bosques espesos, grandes llanuras y valles, formando un tipo de sociedad animal de pequeñas bandas.
El paso del Homo habilis al Homo erectus se produce en medio de las grandes glaciaciones del cuaternario, como las de Mindel y Riss, ubicadas entre 475 Y 230 mil años atrás, y por medio de las cuales el hielo se expande por bosques y praderas, pero encuentran a un ser humano mejor dotado, que se apoyó en el fuego y la construcción de medios para subsistir con base en la caza de animales.
Hacia la última glaciación del cuaternario, la de Würm, entre unos 30 y 10 mil años atrás, el ser humano se expande definitivamente por todo el mundo, y se apoya en una geografía muy parecida a la actual, caracterizada por la concentración de hielos en los polos y en las altas montañas, dejando las superficies para la formación de valles y praderas, que posibilitaron un mejor medio de vida. Es el dominio del Homo sapiens.
Vida cotidiana
En los yacimientos con restos de Homo habilis se han encontrado utensilios de piedra. Esto quiere decir que fueron los primeros fabricantes de útiles conocidos hasta hoy. Eran muy rudimentarios y servían para triturar huesos; con esto descubrieron el concepto de utensilio. También construyeron parapetos para protegerse del viento. El desarrollo del cerebro y de la capacidad de hablar, junto con el desarrollo de la mano, es una de las características más importantes del Homo habilis. Nuestros antepasados de esta época estaban muy mal dotados anatómicamente para competir con otros animales.
CRONOLOGÍA DEL PALEOLÍTICO
El paleolítico abarca desde la aparición de nuestros primeros antepasados hasta hace unos 10.000 años. Los seres humanos empleaban herramientas de piedra y vivían de la caza y la recolección. Aunque hubo Paleolítico en Europa, Asia y África, en cada uno de estos continentes revistió características específicas. Además, no fue simultáneo ni uniforme.
El término Paleolítico se creó en el siglo XIX para designar a la Edad de piedra antigua y comienza con la primera piedra tallada por el ser humano. El paleolítico, que toma la denominación de los vocablos griegos palaios=antiguo, lithos=piedra, presenta tres subdivisiones periódicas, a saber: Paleolítico Inferior, Medio y Superior, cada una de las cuales está circunscrita al desarrollo del ser humano y, por consiguiente, de la humanidad, caracterizadas por un medio de vida nómada, andar de un lado para otro, siempre en procura de encontrar el alimento.
Paleolítico Inferior
Es el más antiguo. Transcurrió desde hace aproximadamente un millón hasta 150.000 años a.C. Comprende el final del glaciar Gunz hasta el interglacial Riss-Wurm. Durante el Paleolítico Inferior vivieron los últimos Australopithecus y Pitecanthropus y aparecieron los primeros Neanderthales. Los Australopithecus manipulaban objetos como piedras, huesos y palos. Los Pitecanthropus y Neanderthales ya elaboraban instrumentos.
El paleolítico inferior está relacionado con el paso del Australopithecus al Homo habilis, y la correspondiente disposición de entrar a utilizar la piedra y la madera como un medio de apoyo para su inicio al trabajo, lo cual queda más definido con el Homo habilis. Esta etapa se caracteriza por la interacción de la mano y el cerebro, lo cual condujo a la aparición de los fabricantes de utensilios, que tenían un cerebro superior y una gran habilidad manual. Estos eran ya verdaderos humanos, aunque es imposible trazar una raya y decir: "a partir de aquí comienza la humanidad".
Homo habilis.
Se han encontrado hachas de mano de diversas formas. Parece que el fin de tales instrumentos era múltiple: armas de guerra, elementos para caza y raspadores de pieles. En el paleolítico inferior debido al suave clima vivía el hombre al aire libre, al pie de las rocas o en los arenales de los ríos, en donde encontraba materias aptas para confeccionar sus instrumentos rudimentarios. No se sabe a ciencia cierta si los hombres de este período habitaban en cavernas o si construyeron toldos con pieles de animales para resguardarse. Se han hallado restos de campamentos al aire libre y a las orillas de ríos y lagos.
Paleolítico Medio
Se ubica entre los años 150.000 y 40.000 a.C. Se inició al finalizar la glaciación Riss y duró hasta la etapa del glaciar Wurm. El hombre de Neanderthal fue el principal tipo humano de este período. Los instrumentos encontrados corresponden a lascas, o finas capas desprendidas de las rocas, hachas de mano, raspadores, lanzas de madera, puntas de lascas y piezas denticuladas, es decir, con pequeños dientes, que revelan una técnica evolucionada. Durante los períodos fríos, el hombre se refugió en las cavernas, adaptándolas como habitación.
El paleolítico medio comprende el paso al Homo erectus, y con él a un mayor pulimento de la piedra como medio de trabajo, la cual le sirvió como perforadora para limpiar la grasa, como cuchillo para cortar carne y como machacador. Entre los animales que cazaba se destacan: bisontes, rinocerontes, elefantes, osos e hipopótamos. Igualmente, el descubrimiento del fuego entró a determinar una nueva relación de costumbres, tanto en la alimentación como en las relaciones sociales.
Tras conseguirse la posición erguida y el desarrollo del cerebro, nuestros antepasados dieron el tercer gran paso de su evolución: el lenguaje articulado. La especie humana emprendió, entonces, el proceso de la evolución cultural. Tanto en el Paleolítico Inferior como en el Medio, los hombres se agrupaban en hordas, agrupaciones que nunca eran muy numerosas y en las que prevalecía la belicosidad, lo cual las hacía muy inestables.
También durante estos dos períodos, los hombres fueron nómadas, es decir, que viajaban constantemente de un lugar a otro en busca de su subsistencia y no permanecían mucho tiempo en el mismo sitio. Hoy existen, en Australia y en el Amazonas, grupos humanos que llevan este tipo de vida. Sin embargo, hay que destacar que las primeras sepulturas se remontan a esta etapa; es decir, aparecieron los entierros intencionales.
Paleolítico Superior
Se extiende de 40.000 a 12.000 años a.C., desde el segundo avance del glaciar Wurm hasta su retirada. No se extendió de manera uniforme por Europa y su clima tuvo gran variedad y fuertes descensos de temperatura. La retirada de los hielos permitió, no obstante, que el clima llegara a ser templado. Esto ocasionó la extinción de los grandes mamíferos lanudos. El tipo humano de este período es el Homo sapiens, que abandonó las cavernas y construyó viviendas artificiales. También se dio el primer paso de las hordas hacia el clan, una nueva forma de organización social que se afianzó en el período Mesolítico.
El paleolítico superior constituye la configuración del Homo sapiens, y con él la definición máxima del tallamiento de la piedra, lo cual queda establecido a través de afiladas puntas de sílex y calcáreas, que la mayoría de las veces utilizaban las armas arrojadizas que entró a utilizar en la cacería de cabras salvajes, ciervos, caballos, osos, lobos, linces, conejos, etc., así como diversas aves. En este largo periodo los seres humanos, además de la caza y la recolección, desarrollaron una nueva actividad: la pesca. Fabricaron gran cantidad de instrumentos de variadas formas, para realizar diferentes actividades, por ejemplo, punzones, raspadores, arpones hechos con cuernos de reno, silbatos elaborados con falanges de reno, bastones y lámparas.
El perfeccionamiento de los utensilios líticos implicó, así mismo, el desarrollo de la industria del hueso: de esta etapa proceden las más antiguas agujas de coser hechas con fragmentos óseos. Los hilos utilizados fueron, posiblemente crines de caballo. Con estas agujas no solo se confeccionaron vestimentas, sino también se cosieron pieles para cerrar chozas. Esta etapa coincidió con la aparición de los Homo sapiens sapiens, que aportaron nuevos elementos culturales como el empleo de colorantes, uso de objetos de adorno y la aparición de las primeras obras de arte figurativo. En esta etapa, el ser humano empezó a tener preocupaciones cercanas al campo de la experiencia religiosa.
Una economía de cazadores y recolectores
La actividad económica del paleolítico se fundamentó en la caza, la cual, con el proceso evolutivo del ser humano, se complementó con la recolección de frutos silvestres y plantas, que finalmente desembocaron en cultivos, para beneficio de la dieta humana. El ser humano del paleolítico fue un excelente cazador experimental, capaz de enfrentarse con éxito a diferentes tipos de animales; desde los más grandes, como el mamut y el elefante, hasta los más pequeños, entre los cuales se destacan las cabras salvajes, ciervos, caballos, osos, lobos, linces y conejos, entre otros.
Precisamente a través de la caza, como principal actividad económica, el ser humano entró a perfeccionar la piedra y los huesos de los animales que cazaba, de tal manera que le sirvieran como elementos de trabajo. Gran parte de las herramientas del Paleolítico fueron de pedernal o sílex (una variedad de cuarzo). Esta piedra presenta, en su estado natural, bordes afilados. Además, es dura si se golpea de plano, pero al golpearla en sentido oblicuo saltan fragmentos (lascas) con relativa facilidad.
Para establecer la forma de la piedra, ésta era golpeada, hasta conseguir el modelo que se deseaba. Otro método consistía en sacarle filo a la piedra, mediante el sistema del raspado. El hueso fue el otro material que sirvió como instrumento de trabajo para la caza, el cual, por su forma, se prestó como punta para las lanzas, flechas y arpones. Mucho tiempo después lograron un avance técnico de gran importancia, al pasar de la construcción de herramientas labradas a la más complicada de poner mango a estas herramientas y también a las armas, para hacerlas más útiles. La primera herramienta multiuso que produjeron los artesanos de la edad de Piedra -convertida en símbolo de esa época- es el hacha de mano. Se obtenía al desbastar un borde del pedernal produciendo en él una especie de pico o filo. Se construyeron raederas, que eran hojas de forma encorvada, y se hicieron cuchillos de hoja dentada y los martillos.
Fabricación de herramientas.
Inicialmente, los animales cazados se comían crudos, pero con el "descubrimiento" del fuego, el ser humano del paleolítico comenzó a tener un mejor gusto por su alimentación, hasta tal punto que llegó a practicar métodos para conservar la carne; el ahumado fue el más conocido. La piel de los animales se utilizaba como vestido, al igual que para armar chozas, en la medida que la vida social se alejaba de las cavernas. A medida que el ser humano del paleolítico se desplazaba de un lado para otro, siempre en procura de lograr buena caza, también se encontró con una serie de árboles frutales, de los cuales se dio cuenta que los frutos podían hacer parte de su alimentación. De esta manera, su actividad económica también se basó en la recolección, lo cual marcó el preámbulo de la agricultura.
Otra labor que desempeñó el ser humano del paleolítico fue la pesca, la cual llevaba a cabo en la medida en que se situaba a vivir temporalmente en los ríos y lagos, actividad que complementó con la recolección de moluscos. Es importante tener presente que la pesca se comenzó a practicar gracias a la importancia que el agua adquirió para el ser humano.
Herramientas del paleolítico.
La pesca se llevaba a cabo del mismo modo que la caza de un animal: con el arpón o con un anzuelo, cuerda y cebo, como se usa hoy. Para esto, usaban varillitas de hueso con ambos extremos muy afilados, que se ataban a la cuerda y se cubrían con el cebo. Cuando un pez mordía el cebo, la varilla penetraba en su garganta verticalmente, pero cuando el pescador sacudía la cuerda, la varilla giraba y se atravesaba en la garganta del pez.
En este período, la cacería y la pesca fueron los principales medios de subsistencia. Los hombres, enfrentados a las dificultades del diario sobrevivir, no producían su alimento sino que lo recogían del ambiente. Por eso, este sistema se llama economía de apropiación. Esta clase de economía los obligaba a vivir como nómadas, es decir, no residían en un sitio fijo, sino que se desplazaban de un lugar a otro, generalmente, cerca de un río.
Vestido y vivienda
Antes de las glaciaciones los miembros de la horda andaban completamente desnudos. En esos tiempos no había nada parecido a la ropa. Si el clima enfriaba, la gente se colocaba una piel de animal encima de los hombros, a la manera de una capa. Pero no era cómodo tener que ocupar una mano en sostener las puntas de la capa frente al cuello o sentir frío en el pecho. La necesidad de solucionar tales problemas estimuló la evolución de las prendas de vestir, siempre hechas con pieles.
La gente instalaba sus campamentos cerca del agua, donde había buenas posibilidades de asegurarse un pedazo de carne fresca atrapando a los animales que llegaban hasta ahí a calmar su sed. Además, era la mejor manera de tomar el agua que necesitaban, pues carecían de recipientes para transportarla o almacenarla. Si llovía o soplaba fuerte el viento, la gente buscaba refugio en las salientes rocosas de algún montículo cercano.
El modo de vida en el que iban de un lugar hacia otros evitaba que tuvieran que construir viviendas o un modo de asentamiento fijo. Así las cosas, el hombre del paleolítico vivía en cuevas o construían campamentos muy precarios con los materiales que obtenían de la naturaleza: cueros, madera, juncos, pieles, barro, huesos de animales.
Los cavernícolas
Miles de años más tarde, al enfriarse drásticamente el clima en Europa, por efecto de las glaciaciones, las cuevas empezaron a ser ocupadas por los neandertales. Eran sitios seguros y bien abrigados, mientras no las ocupara algún carnívoro hambriento, como el oso gigante o el león de las cavernas, de colmillos alargados.
Para ese momento los cavernícolas habían descubierto que algunos huesos planos de los animales grandes -el omoplato o la cadera- servían como recipientes para el agua. Además, ya eran mejores cazadores y disponían de instrumentos más adecuados para esa actividad que las piedras y mazos utilizados en otros tiempos. En las tierras planas de Europa Central no existían refugios ni cavernas. Por ello, los primitivos habitantes de esa región se vieron obligados a construir viviendas toscas que les protegieran de los vientos helados del norte.
Cavaban huecos circulares de escasa profundidad y en los bordes alineaban piedras y huesos largos, formando una especie de pared o soporte vertical. Encima colocaban pieles recubriendo completamente el espacio delimitado. Tiempo después, empezaron a acumular barro sobre una de las paredes, para hacerla más alta que las demás. El techo inclinado impedía que el agua se estancara sobre esa superficie y posibilitó, a los ocupantes del refugio ponerse de pie dentro de él. Estas viviendas circulares se fueron perfeccionando cada vez más, hasta convertirse en sólidas construcciones.
Los inventos del paleolítico
Medios de trabajo
Las herramientas son los elementos que suplen las limitaciones físicas de los seres humanos. Por ejemplo, como los hombres del Paleolítico no tenían garras ni dientes afilados, necesitaron fabricar objetos para cortar la carne de los animales que cazaban o utilizar sus pieles. Hablar de los inventos del paleolítico es hacer referencia a la piedra, como principal instrumento de trabajo, y al descubrimiento y correspondiente uso del fuego, los cuales fueron fundamentales para el desarrollo del ser humano y, por ende, de la humanidad. La piedra tuvo un gran desarrollo, desde simple elemento tosco hasta llegar a su máximo perfeccionamiento como instrumento punzante y cortante con filo, lo cual se consiguió a través del pulimento.
La industria lítica se caracterizó por la elaboración de instrumentos que fueron trabajados a través de golpes en diferentes direcciones, hasta obtener un filo cortante. En un inicio se dio la configuración bifaces, es decir, la piedra era trabajada por dos caras, y así se obtenían puntas por los dos lados. La piedra llegó a su máxima perfección cuando se pulió de tal manera que llegó a tomar la forma de un afilado cuchillo.
Las flechas, con su propulsor o su arco, constituyen un arma de largo alcance con la que los cazadores acortan las distancias o superan la agilidad de los animales más veloces, como el reno, ya al final del Paleolítico. Otro instrumento característico es el punzón de piedra, empleado para grabar en superficies lisas y blandas. Son numerosas las paredes y abrigos rocosos donde los «grafiteros» del Paleolítico dejaron sus huellas. También grabaron sobre huesos o cornamentas.
Dominio del fuego
El fuego siempre fue una fuerza natural que asombró al ser humano primitivo. No sabemos cuándo ni cómo aprendieron los seres humanos a encender el fuego. Este suceso debió coincidir con el inicio de alguna de las glaciaciones. El homo erectus ya lo usaba en sus cuevas, en la China, hace 400.000 años. Lo que sí podemos asegurar es que las sociedades del Paleolítico emplearon el fuego con bastante anterioridad al momento en que lograron producirlo a voluntad. Se cree que observando fenómenos de la naturaleza, como los incendios ocasionados por los rayos la erupción de los volcanes, el hombre conoció el fuego. Aunque al principio debió experimentar temor, por ser ésta una fuerza desconocida para él y de la cual tenía que defenderse, luego debió buscar la forma de producirlo intencionalmente y mantenerlo a voluntad. Inicialmente lo tomaban «prestado» de incendios provocados por rayos e iniciaban otros fuegos, encendiendo ramas o materiales combustibles diversos.
Una prueba de inteligencia del hombre primitivo fue descubrir, producir y mantener el fuego.
EI fuego representó mucho para el ser humano del paleolítico; por eso trataba de conservarlo, y una forma de hacerlo fue con ayuda de la lámpara de aceite. Este último lo obtenía de la grasa de los animales que cazaba, y era puesto en el interior de grandes caracoles, a los que le introducía fibras vegetales para ayudar a guardar el fuego. Estas fueron las primeras lámparas de la humanidad. Hace unos 600.000 años se logró parte del milagro, obtenerlo de los incendios naturales y conservarlo mediante pequeñas brasas, casi milagrosas; varios milenios después el hombre aprendió a producirlo. Se inició por medio del frotamiento de piedras o palos; esto producía chispas, que finalmente el ser humano del paleolítico terminó por dominar, ya que se sirvió de ellas para encender hogueras.
El fuego le sirvió al ser humano para protegerse de las fieras, las cuales ahuyentaba con apoyo de fogatas o mechones. Gracias a él pudieron calentar las cuevas para afrontar condiciones climáticas a veces extremas, para iluminarlas; los hombres y mujeres ganaron para si el uso de algunas horas de las noches, al contar con luz artificial. Muchos de los descubrimientos o avances hechos debieron producirse durante estas horas de actividad nocturna junto al fuego. Posibilitó perfeccionar el trabajo de utensilios y armas; también lo utilizó para preparar la carne de los animales que cazaba, ya que pasó de comerla cruda a asarla y por esta vía contribuyó a moldear la fisionomía del rostro humano, como lo conocemos hoy. Acrecentó los vínculos y relaciones sociales al agrupar a los individuos en torno suyo, estimulando la comunicación entre los miembros de cada comunidad, por eso, se considera que el empleo sistemático del fuego debió coincidir con un gran avance del lenguaje humano; esto finalmente contribuyó en su proceso de evolución.
Casi todas las culturas, a lo largo de diferentes épocas de la historia, han asociado el fuego a procesos espirituales y a celebraciones religiosas. Posiblemente así ocurrió con sus descubridores iniciales. Es poco lo que sabemos sobre las creencias mágicas o religiosas de las sociedades más antiguas. Los neandertales comenzaban a desarrollar explicaciones mágicas ante lo incomprensible y practicaban los rudimentos de un culto alrededor de sus muertos.
Uso del fuego.
El descubrimiento del fuego y su control no sólo significó para el hombre prehistórico un perfeccionamiento técnico. También significó dominar las fuerzas naturales y evolucionar más rápidamente hacia el progreso, al aprender a encender y mantener el fuego y a utilizarlo como elemento básico para la nutrición, la seguridad y la sociabilidad. Se ha señalado que el "descubrimiento" del fuego data de unos 400.000 años a.C.
Desarrollo del lenguaje
Desde el comienzo de su vida en grupos, nuestros antepasados se relacionaron unos con otros a partir de sonidos y señales. Con ellos expresaban principalmente emociones y sensaciones como alegría, hambre, tristeza, placer o dolor; es la edad del grito, la interjección y la exclamación. Articular el lenguaje fue un logro que debió procesarse a lo largo de miles de años. Las múltiples exclamaciones utilizadas en las labores de caza para perseguir, cercar, apresar y matar un animal y las expresiones de alegría con que celebraban el hecho, así como las órdenes y gestos para defender la familia ante ataques, de tanto ser usados terminaron por convertirse en palabras que expresaban diferentes acontecimientos o actividades; estas incipientes palabras también servían para relacionar entre sí los integrantes de Ia horda.
Estos sistemas de palabras, muy distintas de las que hoy conocemos, mediante las cuales se iban organizando las actividades colectivas (caza, recolección, defensa), fortalecieron mucho más los lazos de pertenencia del individuo con el grupo haciendo posible el surgimiento de la comunicación como relación inteligible y comprensible. Así surgió el lenguaje.
Al igual que el uso del fuego, el lenguaje tuvo consecuencias fundamentales para el progreso de la vida humana; facilitó la cooperación y la organización social; fortaleció los lazos afectivos; fue vehículo para transmitir el saber individual y colectivo. Finalmente contribuyó a conservar la memoria en que cada pueblo guarda su propia historia.
De la manada a la horda
Desde el momento en que la especie humana fue separándose de la animal, algo que comenzó a caracterizarla fue la vida en sociedad; al respecto, debemos decir que el ser humano es un ente social por naturaleza, con dependencia interrelacionada. La primera forma de organización fue la manada, compuesta por grupos entre veinte o cincuenta Homo habilis, en su momento, y después Homo erectus. Más tarde, con el Homo sapiens, se abre paso la horda o comunidad de familias errantes, a la cual se unían para convivir y apoyarse en la caza, que era la principal actividad económica del paleolítico. Recogían semillas, nueces, raíces y frutos nativos, o tomaban miel de los panales y huevos por empollar de los nidos.
La horda se caracterizaba por la unidad de grupo que existía, sin diferencias entre sus miembros. Las relaciones, tanto económicas como sociales, se caracterizaron por el colectivismo. Este, se sustentó en el escaso desarrollo de los medios de trabajo, la necesidad de luchar contra la naturaleza, la ausencia de excedentes y de división social del trabajo, ya que toda actividad de producción estaba relacionada con el sitio temporal donde “acampara” la comunidad. Eran nómadas, es decir, no residían en un sitio fijo, sino que se desplazaban de un lugar a otro, generalmente, cerca de un río.
El final del Paleolítico
Al comenzar el deshielo de la última glaciación, hace 25 mil años, las temperaturas en Europa se tomaron moderadas, casi cálidas. En consecuencia, comenzaron a emigrar los animales cuyos organismos estaban adaptados para el frío, hacia las regiones de tundra del Asia septentrional. Miles de ellos -mamuts, rinocerontes, renos- quedaron atrapados en el fango producido por el deshielo y sus cuerpos se conservaron intactos hasta nuestros días, al ser recubiertos posteriormente por capas de nieve y hielo.
Para esta época los llamados hombres y mujeres de Cromagnon (homo sapiens sapiens) habían sucedido a los neandertales en el oeste de Europa. Seguían siendo nómadas, como sus antecesores, pero habían mejorado las técnicas de caza y eran artesanos especialistas. Empezaron a pulir la piedra; perfeccionaron muchos instrumentos, especialmente las puntas de flecha; crearon otros nuevos como los arpones con puntas en forma de hoja y trabajaron el hueso con maestría.
DE LEÓN, A. (1999). Nueva Generación. El Sello Editorial.
DÍAZ RIVERO, G. (1994). Mundo Antiguo. Libros & Libres S.A.
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