Culturas negras en Colombia: Raíces, bailes y carnavales

Categoría: Historia de Colombia

Culturas negras en Colombia: Raíces, bailes y carnavales

El tema de la cultura negra en Colombia plantea la necesidad de considerar una serie de problemáticas, advertencias y discusiones. La primera tiene que ver con la ascendencia africana de muchas de sus manifestaciones culturales. Como se sabe, la población negra y mulata tiene sus orígenes en los miles de esclavos que fueron traídos al Nuevo Reino de Granada, procedentes de diversas regiones de África. Estos pertenecían a varias culturas -yoruba, wolof, angola y congo, entre otras-, las cuales se vieron sometidas a un drástico proceso de transformación. Resulta difícil, entonces, suponer una transposición «pura» de sus expresiones culturales a América y, para el caso nuestro, al actual territorio colombiano.

Por ello, no es posible hablar de una sola cultura negra, sino de la estructuración regional de varias; diferentes entre sí, pero con particularidades semejantes o análogas. Por ejemplo, el canto, la danza, el tambor y el diablo son realidades culturales presentes en muchas de estas manifestaciones. De igual manera, las culturas negras no sólo poseen una expresión propia y vital entre las comunidades que así se reclaman, sino que la comparten o legitiman con otros sectores sociales de la nación, como los indígenas, los mestizos, los mulatos y los blancos. En este sentido, hay que aceptar que las realidades culturales negras no han sido suficientemente reconocidas como parte integral de la personalidad cultural de Colombia, y que han estado sometidas a prejuicios y visiones excluyentes.

culturas negras colombianas

Las culturas negras colombianas proyectan realidades y dinámicas muy complejas que configuran una diversidad rica en matices y densa en significados y simbolismos.

Las raíces

El arribo de africanos esclavizados por Cartagena de Indias y otros puntos de acceso, y su posterior distribución hacia las distintas jurisdicciones del Nuevo Reino de Granada planteó, desde los siglos XVI y XVII, una confrontación cultural que adquirió distintos matices, imposiciones y respuestas, involucrando a europeos, indígenas y africanos.

Las cosmovisiones religiosas africanas y cristianas constituyeron los ejes sobre los cuales se desarrolló una de las primeras tensiones culturales, que dio como resultado la formación de una cristiandad africana y un significativo proceso de «africanización» del cristianismo. Muchos europeos aceptaban las revelaciones de los adivinadores y médiums africanos, y muchos esclavos adoptaron las creencias del cristianismo. Esto produjo una nueva cosmología, proceso en el cual cumplieron un importante papel los sacerdotes africanos especializados.

Muchos de los pueblos esclavizados habían estado inmersos en procesos de interculturación religiosa, lo que les permitía asumir y adaptar nuevas creencias y prácticas, sin que ello implicara el total abandono de las suyas, sino su integración pragmática y racional mediante diversos mecanismos de apropiación y reestructuración. Además, al lado del dogma cristiano, los europeos trajeron a América una religiosidad popular muy vinculada con la superstición, la brujería y la magia.

Grabado de 1885

Grabado de 1885 que representa a un grupo de negros en una ceremonia ritual.

La religión de los esclavos, la figura del demonio y los procesos inquisitoriales estructuraron uno de los procesos culturales más tempranos e importantes en el desarrollo de las culturas negras y mulatas. Fue, Cartagena de Indias, desde finales del siglo XVI y comienzos del XVII, su epicentro más significativo, pero involucró a poblaciones esclavas asentadas en otras regiones, como los distritos mineros de Zaragoza, en la gobernación de Antioquia.

La visión inquisitorial quiso «demonizar» la cultura representada en los esclavos, proyectando una imagen de África fantasiosa y monstruosa, un continente sin Dios ni ley, «dominado por el demonio». Eso contrastaba con el denso y complejo escenario de las religiones africanas y sus elementos integradores y explicativos, como los rituales de muerte, la conexión con los antepasados, los trances y posesiones, la magia, los augurios y adivinaciones, la danza que libera y restaura el cuerpo, la interpretación de los sueños, las visiones y el éxtasis.

Entre europeos y africanos hubo un aprendizaje recíproco de conocimientos y creencias. Los primeros se mostraron maravillados por el poder de las hierbas, la magia y las prácticas curativas de los esclavos. En la curación física de los bozales, los clérigos y frailes explotaban los milagrosos poderes de los santos cristianos. Sin embargo, el discurso y las prácticas inquisitoriales, que demonizaban el legado cultural africano, generaron en los negros y mulatos formas de resistencia ante la sociedad dominante, a través de la comprensión de que Satanás y lo mágico-sobrenatural representaban miedos y temores propios de los europeos, por lo que podían ser usados en contra de ellos.

Carnaval del Diablo en Riosucio

En el Carnaval del Diablo en Riosucio (Caldas), el diablo es la figura central, que le da vida a un evento popular en cuyos orígenes participaron europeos, indios, negros y mulatos.

Desde entonces, el diablo se entronizó como valor necesario e insustituible de las culturas negras y mulatas en Colombia. En este proceso fueron importantes las condiciones regionales, que determinaron realidades específicas en la cristianización de las poblaciones esclavizadas. En la zona de Tumaco, por ejemplo, la iglesia construyó una relación íntima entre el toque de la marimba y el demonio, figura que, al parecer, fue apropiada por las comunidades negras como mediadora de sus danzas y sus creencias, constituyéndose en un lugar simbólico común de intercambio entre los universos cristianos y africanos.

La formación de entornos comunitarios -clandestinos y permitidos- por parte de las comunidades esclavizadas y de los sectores libres fue fundamental en la gestación de la cultura afrocolonial, razón y matriz de las actuales culturas negras en Colombia. Toda la actividad frenética, lúdica y mágica que, en Cartagena, Tolú o Zaragoza, se representaba en las conocidas «juntas de brujas y brujos», evidenció un proceso cultural significativo de reconstitución de la comunidad, fijado en espacios culturales donde se hacía presente la libertad y se consolidaban redes de socialización.

Aquí comienzan a surgir algunos elementos propios de las culturas afrocoloniales, tales como cierta estética del cuerpo, la danza, el uso del tambor con funciones rituales y lúdicas, los ritos de muerte, la apropiación de los poderes y propiedades de la flora y la fauna, la restauración de la comunidad perdida en las «juntas» y arcabucos, la conversión de antivalores cristianos bajo formas de resistencia (diablo, reniego, blasfemia, brujería, conjuros), la dialéctica entre lo sagrado y lo profano y la presencia de coreografías dancísticas y precarnavalescas tanto en escenarios secretos como públicos (fiestas y procesiones religiosas).

Paula de Eguiluz

Paula de Eguiluz fue una mujer curandera afrodescendiente del siglo XVII, juzgada por brujería tres veces. En realidad, era una profesional de la salud que poseía amplios conocimientos sobre los poderes curativos de las plantas, tenía importante impacto en la comunidad de curanderos africanos en Cartagena.

Bailes y ritmos cadenciosos

Las manifestaciones de las culturas negras en Colombia, lleva a revisar la danza y algunos géneros musicales: la cumbia, la gaita, la puya y el porro. Destaca la asociación etimológica del término cumbia con nkumbi, palabra bantú que significa «tambores». También vale la pena mencionar que “porro” era el nombre de una sociedad secreta de hombres en el África occidental, y que en nuestro país probablemente tiene su expresión en los “cuagros” o división social por géneros y edades del palenque de San Basilio.

Los orígenes de la cumbia y del Carnaval de Barranquilla se remontan a las fiestas de Nuestra Señora de la Candelaria, que, desde tiempos coloniales, se celebraban en el cerro de la Popa (Cartagena) con una significativa participación de los cabildos de negros o «de nación». De allí surgieron las danzas y las máscaras que conjugan símbolos y representaciones de la fauna africana como la serpiente, el elefante y el tigre.

Cumbia

El origen de la cumbia ha sido motivo de discusión entre quienes le atribuyen un origen etnomusical indígena, y quienes argumentan la tesis del origen negro africano.

En la formación de las culturas negras se evidencia una dinámica histórica rica en procesos de creación y transformación de danzas, cantos e instrumentos musicales. El bambuco, una de las expresiones musicales y dancísticas más importantes de Colombia, tiene una historia cultural tan compleja que ha generado un debate -aún inconcluso- entre los expertos. Sus orígenes y características son tan difusos que el tema se convierte casi en algo esotérico. Uno de los aspectos más discutidos corresponde a su probable procedencia africana; se le asocia a bailes de tipología y formato afro, como el currulao o merengue del Pacífico y la rumba chocoana. Otras hipótesis se refieren a un ancestro indígena y español-europeo.

En relación con el origen africano del bambuco se mencionan dos regiones ubicadas en los extremos de la zona sudanesa o saheliana: la tierra de los amaraes, en el Sudan egipcio, y la de los mandingas senegaleses. Entre los cursos medios de los ríos Gambia y Senegal se ubica la región de Bambuko, zona de importantes reservas de aluvión de oro, cuya producción fue fundamental en el proceso de expansión y consolidación de Malí, uno de los grandes imperios del África occidental en el siglo XIV.

Cualquiera que sea su origen, lo claro es que ya en el siglo XIX los negros bailaban bambucos desde Cartagena hasta El Bordo (Nariño) y desde Maiquetía (Venezuela) hasta Barbacoas, en la costa Pacífica colombiana.

Reinado Nacional del Bambuco

El Festival Folclórico, Reinado Nacional del Bambuco y Muestra Internacional del Folclor, es una de las fiestas más importantes del sur de Colombia, especialmente del departamento del Huila, cuya capital, Neiva, es la sede del festival.

Los negros en Colombia asumieron y adaptaron bailes de blancos como la caramba, la contradanza y el fandango; este último parece haber sido el baile popular más extendido durante la época colonial, pues congregaba distintos estamentos sociales. Aparentemente los fandangos generaban litigios de competencia entre las autoridades regionales dado el celo institucional por controlar o prohibir este tipo de espacios lúdicos. En la Nueva Granada colonial, los bailes populares de negros y mulatos eran conocidos como currulao -que se origina en algún tipo de música africana traído por los esclavos- y mapalé.

El bunde es otra de las manifestaciones relevantes de clara procedencia africana, ligada a las culturas del área angolana. Desde principios del siglo XVII, esta danza fue asociada a toques de tambor y a bailes de brujos en la provincia de Cartagena. Su popularización despertó el celo de la administración colonial: en 1770 se expidió una real cédula, dirigida al gobierno de dicha provincia, para que se informara sobre la ejecución «de bailes y fandangos llamados bundes». Desde Cartagena, el bunde se expandió a otras áreas como la gobernación de Antioquia, y a otros sectores como la población mulata y zamba. En la provincia de Antioquia, el bunde se manifestaba como fiesta de los diablitos el 27, 28 y 29 de diciembre.

Bunde

El bunde designa distintos ritmos musicales y expresiones culturales.

Carnavales y fiestas

Los espacios lúdicos y culturales de los carnavales han sido esferas de producción cultural provistas de simulación manifiesta en máscaras, comparsas, libertad y frenesí, donde se instaura un teatro social que pone el mundo al revés: los hombres se visten de mujeres, el esclavo se vuelve rey, se transgreden la norma y el orden establecido y se disipan las diferencias sociales.

Estas fiestas, de origen europeo, entraron en relación con las prácticas ceremoniales y rituales de indígenas y africanos, las transformaron y dieron origen a los carnavales americanos, con fuerte incidencia de elementos indígenas y negros.

La Iglesia, como parte de sus estrategias de evangelización, permitió que en las fiestas y ceremonias sagradas -como la del Corpus Christi- participaran indios y negros con máscaras, disfraces, conjuntos musicales y comparsas. Las carnestolendas eran, desde los tiempos coloniales, celebraciones de bailes y disfraces que terminaban el Miércoles de Ceniza. Se desarrollaban en Cartagena, el norte del Cauca y el sur del Valle, entre otros lugares.

Corpus Christi en Anolaima

En la actualidad, una de las celebraciones más tradicionales de Corpus Christi se presenta en Anolaima, Cundinamarca. Los campesinos instalan arcos de guadua y los adornan con frutas y vegetales. Luego, las procesiones pasan entre los arcos para el deleite de los visitantes.

Con el correr del tiempo, se gestaron espacios carnavalescos y festivos en los cuales las culturas negras han tenido un protagonismo evidente. Esto se refleja en el Carnaval de Barranquilla, el Carnaval del Diablo en Riosucio, el Carnaval de Negros y Blancos en Pasto, el Festival del Currulao Petronio Álvarez en Cali, el Green Moon Festival (Festival de la Luna Verde) en San Andrés y Providencia, el Festival de Música del Caribe, las celebraciones de Semana Santa en Mompós y el Festival de Tambores en Palenque, entre otros.

En el Carnaval de Barranquilla, los congos despliegan danzas de cumbia originadas en los cabildos de nación que formaban los esclavos africanos, en tanto que las marimondas recuerdan la temprana presencia de la fauna africana en suelo americano. Las farotas, hombres vestidos de mujer -conocidos también como mojigangas-, danzan a lo largo y ancho del «teatro» carnavalesco del Atlántico colombiano en formatos de compleja ritualidad y exigente esfuerzo físico. Este Carnaval no hubiera sido posible sin la conexión de Barranquilla con las regiones interiores de la zona Atlántica a través del río Magdalena, eje carnavalesco del Caribe colombiano.

La marimonda

La marimonda es un personaje icono del carnaval de Barranquilla, utilizado como disfraz. Es la mezcla de un primate y un elefante.

En Mompós, la Semana Santa se acompaña con manifestaciones non sanctas, más bien paganas y populares, en las celebraciones públicas llenas de fandangos, bundes, mojigangas, farsas, maromas y bolas. Por su parte, la Semana Santa en el litoral Pacífico colombiano mezcla cristiandad, actitudes mundanas y evocaciones de la religiosidad africana.

La fiesta de San Pacho en Quibdó, que se celebra en honor a san Francisco de Asís entre septiembre y octubre, es una manifestación de religiosidad y cultura populares plagada de comparsas, pantomimas, danzas frenéticas y el carnaval mundano con sus ritmos y desfiles de disfraces, con la chirimía chocoana como el conjunto musical protagónico.

Fiestas de San Francisco de Asís

En las Fiestas de San Francisco de Asís "Fiestas de San Pacho", se alternan expresiones religiosas y paganas. Empiezan el 20 de septiembre y se extienden hasta el 5 de octubre.

Como algunos esclavistas no propiciaron la evangelización de sus esclavos, varias comunidades negras debieron alterar los tiempos sacros de las celebraciones cristianas. En la actualidad, por ejemplo, la comunidad negra del corregimiento de Quinamayó, en Jamundí (Valle del Cauca), celebra la Navidad con casi dos meses de retraso, a comienzos de febrero, cantando y bailando la fuga y ejecutando bailes populares.

Como ya se mencionó, el diablo ingresó en la formación histórica de las culturas negras de muchas maneras, como posibilidad de resistencia contra la sociedad esclavista y como elemento potenciador de fuerzas vitales, convirtiéndose en una figura que encarna la rebeldía negra.

toque embrujador de la marimba

En el Pacífico colombiano, se le considera el mejor bailarín al toque embrujador de la marimba, por lo cual es uno de los símbolos más representativos de las fiestas.

Desde este acercamiento a las culturas negras y mulatas, se puede apreciar un proceso de formación de complejos culturales donde se imbricaron elementos procedentes de las diversas etnias que se encontraron en la Nueva Granada. Es clara la presencia transformada y activa de la herencia africana, y como tal se entiende no un conjunto de personas trasplantadas sin mayores alteraciones, sino, por el contrario, una cultura diversa que cambia según los contextos espaciales y regionales.

Referencia:
DÍAZ DÍAZ, R. A. (2007). Gran Enciclopedia de Colombia. Las culturas negras en Colombia. Círculo de Lectores.